La Voz: Su Educación y Uso Correcto

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Capítulo 2—Diseñado para la comunicación

Las palabras son la expresión del pensamiento—Las palabras revelarán los sentimientos del corazón; ya sea que los hombres hablen mucho o poco, sus palabras expresan el carácter de sus pensamientos. El carácter del hombre puede ser estimado con bastante precisión por la naturaleza de su conversación. Las palabras fidedignas y veraces llevan en sí mismas el sentido de lo correcto.—The Youth’s Instructor, 13 de junio de 1895. VEUC 21.1

La comunicación con Dios y con el hombre—El don del habla es uno de los grandes dones de Dios. Las palabras son el medio mediante el cual se comunican los pensamientos del corazón. Con las palabras convencemos y persuadimos. Con las palabras consolamos y bendecimos, suavizando el alma magullada y herida. Con las palabras podemos dar a conocer las maravillas de la gracia de Dios. Con la lengua también podemos pronunciar cosas perversas, hablando palabras que muerdan como una víbora. VEUC 21.2

La lengua es un miembro pequeño, pero las palabras que formula tienen un gran poder. El Señor declara: “Ningún hombre puede domar la lengua”. Ella ha puesto a nación contra nación, y ha provocado guerras y derramamientos de sangre. Las palabras han encendido fuegos muy difíciles de apagar. También han llevado gozo y alegría a muchos corazones. Y cuando se hablan palabras porque Dios ha dicho “habladles a ellos mis palabras”, muchas veces han sido la causa de que la tristeza se convierta en arrepentimiento. VEUC 22.1

De la lengua no santificada, el apóstol Santiago escribe: “La lengua es un fuego, un mundo de maldad. Se halla entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, inflama el curso de la naturaleza, y es inflamada por el infierno”. Satanás pone pensamientos en la mente que el cristiano nunca debiera pronunciar. Los insultos despreciativos, el lenguaje apasionado y amargo, las acusaciones crueles y llenas de sospechas, provienen de él. ¡Cuántas palabras se hablan que dañan al que las dice y a los que las escuchan! Las palabras duras golpean el alma, despertando sus peores pasiones. Los que hacen mal con su lengua, los que siembran discordia mediante palabras egoístas y llenas de celo, entristecen al Espíritu Santo; porque ellas están en pugna con los propósitos de Dios.—The Review and Herald, 12 de mayo de 1910. VEUC 22.2

Un poder para el bien—Viendo el apóstol la inclinación a abusar del don de la palabra, nos presenta orientaciones concernientes a su uso. “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca”, dice él, “sino la que sea buena para edificar”. La palabra “corrompida” significa aquí, cualquier palabra que haga una impresión en detrimento de los santos principios y la religión sin mancha; cualquier expresión que pudiera eclipsar la visión de Cristo, y borrar de la mente la verdadera simpatía y el amor. Esto incluye alusiones impuras que, a menos que se resistan inmediatamente, conducen a un gran pecado. A todos se nos ha dado el deber de obstruir el camino a toda comunicación corrupta... VEUC 23.1

Guardad bien el talento del habla; porque es un tremendo poder para el mal, así como para el bien. Nunca podrá ser usted demasiado cuidadoso de lo que dice; porque las palabras que usted pronuncia, demuestran cuál es el poder que controla su mente. Si Cristo reina allí, sus palabras revelarán la belleza, la pureza y la fragancia de un carácter amoldado y formado a su voluntad. Pero si usted está bajo la dirección del enemigo de todo lo bueno, sus palabras serán eco de sus sentimientos. VEUC 23.2

La Biblia da a conocer claramente la gran responsabilidad que implica el don del habla. “Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”, declaró Cristo. Y el salmista pregunta: “Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón. El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni admite reproche alguno contra su vecino. Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado, pero honra a los que temen a Jehová. El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia; quien su dinero no dio a usura, ni contra el inocente admitió cohecho. El que hace estas cosas, no resbalará jamás”. Salmos 15:1-5. VEUC 23.3

“Guarda tu lengua de mal, y tus labios de hablar engaño”. Salmos 34:13. La bestia salvaje del bosque puede ser domesticada, “pero ningún hombre puede domar la lengua”. Santiago 3:8. Sólo mediante Cristo podemos ganar la victoria sobre el deseo de hablar palabras precipitadas, faltas de cristianismo. Cuando, mediante su poder, rehusamos pronunciar las palabras que Satanás nos sugiere, la planta de amargura de nuestro corazón, se marchita y muere. El Espíritu Santo puede hacer de la lengua, un sabor de vida para vida.—The Review and Herald, 12 de mayo de 1910. VEUC 24.1

Un indicio del carácter—Sus palabras son un indicio de su carácter y ellas testificarán contra usted. En esto vemos la importancia de ejercer mucho cuidado en el uso de nuestras palabras. Este talento es un enorme poder para el bien, cuando se usa correctamente, pero también es un enorme poder para el mal, cuando las palabras que se usan son venenosas. Si se abusa de este talento, salen malas cosas del corazón. Las palabras tienen sabor de vida para vida o de muerte para muerte... VEUC 24.2

¿No deberíamos todos nosotros, jóvenes y adultos, aprender a usar en nuestra conversación, el lenguaje de los que serán trasladados al reino de Dios? ¿No debieran ser nuestras palabras, de la clase que nuestro Padre celestial escuche con placer? VEUC 25.1

Como cristianos que pretendemos ser, estamos bajo la solemne obligación de revelar la verdad de nuestra profesión por medio de nuestras palabras. La lengua es un miembro pequeño, pero, ¡cuánto bien puede hacer si el corazón es puro! Si damos cabida en el corazón a buenas cosas, si lo abastecemos con la ternura de Cristo, con simpatía, y cortesía, esto se demostrará en las palabras que hablemos y los actos que realicemos. La luz que brilla desde la Palabra de Dios es nuestra guía. Nada puede debilitar tanto a una iglesia, como el uso erróneo del talento del habla. Deshonramos a nuestro Líder, cuando nuestras palabras no son las que debieran salir de los labios de un cristiano. “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor. Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. Filipenses 2:12, 13. La calidad de nuestras obras se demuestra por nuestras palabras. Cuando nuestras palabras y obras armonizan en Cristo, demostramos que estamos consagrados a Dios, perfeccionando la santidad en su temor. A medida que entreguemos a él nuestra alma, cuerpo y espíritu, él obrará en nosotros, tanto el querer como el hacer por su buena voluntad. VEUC 25.2

El amor de Cristo en el corazón, se revela por las expresiones de alabanza. Los que están consagrados a Dios lo demostrarán por su conversación santificada. Si tienen corazones puros, sus palabras serán puras, demostrando un principio elevado, que obra en una dirección santificada. La mente quedará absorta en santa contemplación, y habrá un sentido de la presencia de Dios.—The Review and Herald, 18 de enero de 1898. VEUC 26.1

Un medio para declarar el amor de Dios—El habla es un talento. De todos los dones impartidos a la humanidad, ninguno debería apreciarse tanto, como el don del habla. Debe utilizarse para proclamar la sabiduría y el maravilloso amor de Dios. Así es como han de comunicarse las riquezas de su gracia y sabiduría.—Consejos sobre Mayordomía Cristiana, 121. VEUC 26.2

Palabras sazonadas con sabiduría y pureza—Por nuestras palabras seremos justificados o condenados. Cuando en el juicio final comparezcamos ante el tribunal de Dios, serán nuestras palabras las que nos justificarán o condenarán. En el proceso del habla está involucrado mucho más de lo que entendemos... Que vuestros labios sean tocados con un carbón encendido del altar divino. Pronunciad solamente palabras de verdad. Velad y orad, para que por vuestras palabras y obras, podáis siempre confesar a Cristo. Que vuestras palabras sean sazonadas con inteligencia y pureza.—Carta 283, 1904. VEUC 26.3

Para impartir la gracia de Cristo—Hemos de impartir con palabras verdaderas y llenas de promesas, las riquezas de la gracia de Cristo, que siempre está lista para ser derramada sobre nosotros. “¡Regocijaos en el Señor siempre! Repito: ¡Regocijaos!” Si podemos guardar nuestras palabras, para que nada sino bondad escape de nuestros labios, daremos evidencia de que estamos preparándonos para convertirnos en miembros de la familia celestial. Por medio de nuestras palabras y nuestras obras mostramos alabanzas a Aquel que nos ha llamado de las tinieblas a su luz admirable. ¡Qué influencia reformadora tendría lugar si como pueblo reconociéramos el verdadero valor e influencia que el talento del habla tiene, sobre las almas humanas!—Medical Ministry, 213. VEUC 27.1

Consejo, estímulo y amonestación—El talento del habla nos fue dado para que podamos hablar, no palabras de crítica, sino palabras de consejo, palabras de estímulo, palabras de amonestación.—The Review and Herald, 20 de julio de 1905. VEUC 27.2