La Voz: Su Educación y Uso Correcto

30/101

Capítulo 29—La alabanza y el agradecimiento

Las expresiones de alabanza a Dios—Hermanos y hermanas, el Señor es nuestro Dios. Si Cristo se manifiesta en nuestro interior, como esperanza de gloria, tenemos una esperanza en Dios, que es imposible que la reservemos para nosotros solos. Como consecuencia, lo alabaremos. No lo alabamos tanto como debiéramos. El que ofrece alabanzas glorifica a Dios. Así que, en lugar de hablar palabras tristes, y contar nuestras pruebas y aflicciones, agradezcamos a Dios de que podemos hablar, y resolvamos tratar de glorificar su nombre.—Manuscrito 39, 1908. VEUC 163.1

Alabanza y agradecimiento constantes—Nuestras voces debieran ser escuchadas a menudo en alabanza y agradecimiento a Dios. Su alabanza debiera estar continuamente en nuestros corazones y nuestros labios.—The Review and Herald, 22 de mayo de 1900. VEUC 163.2

Preciosos capítulos de nuestra experiencia—Mucho más de lo que hacemos, debemos hablar de los preciosos capítulos de nuestra vida cristiana. Después de un derramamiento especial del Espíritu Santo, aumentaría grandemente nuestro gozo en el Señor y nuestra eficiencia en su servicio, al repasar sus bondades y sus maravillosas obras, en favor de sus hijos.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 241 (PP), 210 (ACES). VEUC 164.1

Regocijo en el cielo—“Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él, para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre”. ¿Eran esas palabras de queja, de crítica, o de compasión propia? No; en contraste con los que hablan contra Dios, los que le temen hablan palabras de ánimo, de agradecimiento y de alabanza... Esas palabras producen regocijo en el cielo. Los que las pronuncian, pueden ser pobres en las cosas de este mundo, pero al dar a Dios fielmente lo que le pertenece, ellos reconocen su deuda con él. La compasión propia no forma parte de los capítulos de la historia de su vida. Llenos de amor y gratitud, con cantos de gozo en sus labios, ellos llevan sus ofrendas a Dios, diciendo como David, “de lo recibido de tu mano, te damos”.—The Review and Herald, 5 de enero de 1897. VEUC 164.2

Del tesoro de nuestro corazón—Si tenemos el amor de Dios en nuestro corazón, tendremos algo que decir. Del tesoro de nuestro corazón sacaremos buenas cosas. Rendiremos a Dios el fruto de nuestros labios. Nuestras palabras serán palabras de alabanza y agradecimiento.—Manuscrito 74, 1897. VEUC 165.1

La misericordia y la verdad de Dios—Vi que Dios ha sido misericordioso al darnos la facultad del habla. Nos ha dado una lengua, y somos responsables ante él por el uso que le demos. Debemos glorificar a Dios con nuestra boca, hablando en honor de la verdad y de su misericordia ilimitada, y vencer por la palabra de nuestro testimonio, mediante la sangre del Cordero.—Primeros Escritos, 114. VEUC 165.2

Alabar es mejor que quejarse—Es mejor alabar a Dios, que quejarse. Que nuestros labios no pronuncien palabras de las cuales nos avergoncemos, cuando Cristo venga en su gloria con todos los santos ángeles. Debemos ser puros de labios y de corazón; debemos ser santificados y refinados, como lo fue Cristo.—Manuscrito 95, 1909. VEUC 165.3