La Voz: Su Educación y Uso Correcto

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Capítulo 30—El cuidado al hablar de otros

Las buenas cualidades de los demás—Practicad el hábito de hablar bien de los demás. Pensad en las buenas cualidades de aquellos a quienes tratáis, y fijaos lo menos posible en sus faltas y errores. Cuando sintáis la tentación de lamentar lo que alguien haya dicho o hecho, alabad algo de su vida y carácter. Cultivad el agradecimiento. Alabad a Dios por su amor admirable, de haber dado a Cristo para que muriera por nosotros.—El Ministerio de Curación, 392. VEUC 166.1

Salvación para el tentado—Nadie mejorará nunca mediante la acusación y la recriminación. Hablarle de su culpa al alma tentada no le inspirará la determinación de mejorar. Al equivocado y desanimado, señálele a Aquel que es capaz de salvar hasta lo sumo, a todos los que acuden a él. Muéstrele lo que puede llegar a ser. Dígale que en él no hay nada que lo pueda recomendar a Dios, pero que Cristo murió para que él pudiera ser aceptado, por el Amado.—Mente, Carácter y Personalidad 2:99. VEUC 166.2

No usemos palabras arrogantes ni acusadoras—El talento del habla es maravilloso. Cuanto más sería Dios glorificado, mediante palabras agradables en relación con su herencia comprada con su sangre, que con la crítica. Habrá nubes; los enemigos de la verdad pronunciarán discursos que opriman al justo; pero no permitan que los creyentes pronuncien palabras arrogantes ni acusadoras, unos contra otros. ¿No tenemos suficientes muestras y bendiciones de Dios para mantener nuestros labios llenos de agradecimiento y alabanza, y glorificarlo a él? VEUC 167.1

¿Será justificable expresar malos sentimientos, y hablar de la mala reputación de aquellos que han errado según nuestra suposición? ¿Nunca hemos cometido errores nosotros mismos? ¿Nunca hemos estado en el pantano del desaliento? Que Dios nos ayude a tener en mente lo duro que es ser tentados, y que nuestros propios hermanos se pongan del lado del demonio, y traten de herir y destruir. Cuando se vea tentado a hablar palabras de crítica, empiece a cantar, “Alabadle, fiel Salvador compasivo”.—Manuscrito 129, 1901. VEUC 167.2

La adulación es una perversión de la mente—Debemos poner a un lado toda adulación, porque la adulación es obra de Satanás. El hombre débil, pobre y caído generalmente piensa suficiente de sí mismo, y no necesita ser ayudado en esa dirección. Adular a los pastores está fuera de lugar. Eso pervierte la mente y no conduce a la mansedumbre y la humildad; aunque a los hombres y a las mujeres les encanta ser alabados, con frecuencia a los pastores les gusta también. Su vanidad es gratificada, pero eso ha comprobado ser una maldición para muchos. La amonestación debiera ser más estimada, que la adulación.—Testimonies for the Church 2:338. VEUC 167.3

Esperanzas irrealizables—Las palabras de adulación son dulces al corazón falto de consagración, y algunos que piensan estar firmes, se sienten ofuscados, seducidos e intoxicados con esperanzas, que nunca se realizarán. De esta manera se ha hecho mucho daño. Todos debieran pensar y hablar modestamente de sus propias capacidades, y ser cuidadosos, para no estimular el orgullo y la estimación propia en otros.—Testimonies for the Church 5:478. VEUC 168.1

El encomio es un peligro—Hay personas que siempre están hablando, chismeando y llevando falso testimonio, que siembran semillas de discordia, y engendran luchas. El cielo contempla a esa clase como los más eficientes siervos de Satanás. La persona injuriada está en una posición bastante menos peligrosa, que cuando es lisonjeada y alabada por algunos de sus esfuerzos que parecen exitosos. El encomio de amigos aparentes, es más peligroso que la injuria. VEUC 168.2

El que se alaba a sí mismo exagera el brillo de sus mejores esfuerzos—El carácter verdaderamente noble, no se deja rebajar por las falsas acusaciones de los enemigos; cada palabra hablada cae en oídos sordos, porque fortalece lo que no puede ser destruido.—Testimonies for the Church 4:607. VEUC 169.1

La verdad en el corazón y en los labios—¡Cuán cuidadosos debiéramos ser, de que nuestras palabras y acciones estén en armonía con la verdad sagrada, que Dios nos ha encomendado!... Cuando se asocien, hablen con cuidado. Que su conversación sea de tal naturaleza que no necesite arrepentirse... Si el amor a la verdad está en su corazón, usted hablará de la verdad. Hablará de la bendita esperanza que tiene en Jesús. Si tiene amor en el corazón, procurará establecer y fortalecer a su hermano, en la fe más sagrada. Si se pronuncia una palabra, que resulte perjudicial para el carácter de su amigo o hermano, no estimule esta forma de hablar. Esta es la obra del enemigo. Recuerde bondadosamente al corresponsal, que la Palabra de Dios prohíbe esa clase de conversación.—The Review and Herald, 5 de junio de 1888. VEUC 169.2