Palabras de Vida del Gran Maestro
La iglesia de hoy día
La parábola de la viña se aplica no sólo a la nación judía. Tiene una lección para nosotros. La iglesia en esta generación ha sido dotada por Dios de grandes privilegios y bendiciones, y él espera los resultados correspondientes. PVGM 238.2
Hemos sido redimidos mediante un rescate costoso. Sólo por la grandeza de este rescate podemos concebir sus resultados. En esta tierra, la tierra cuyo suelo ha sido humedecido por las lágrimas y la sangre del Hijo de Dios, se han de producir preciosos frutos del paraíso. En la vida de los hijos de Dios, las verdades de su Palabra han de revelar su gloria y excelencia. Mediante su pueblo, Cristo ha de manifestar su carácter y los principios de su reino. PVGM 238.3
Satanás trata de obstruir la obra de Dios, e insta constantemente a los hombres a aceptar sus principios. Presenta al pueblo escogido de Dios como a gente engañada. Es un acusador de los hermanos, y su poder de acusar lo emplea contra los que obran justicia. El Señor desea, mediante su pueblo, contestar las acusaciones de Satanás mostrando los resultados de la obediencia a los principios rectos. PVGM 238.4
Esos principios se han de manifestar en el cristiano individualmente, en la familia, en la iglesia, y en cada institución establecida para el servicio de Dios. Todos éstos han de ser símbolos de lo que se puede hacer para el mundo. Han de ser representaciones del poder salvador de las verdades del Evangelio. Todos son agentes en el cumplimiento del gran propósito de Dios para la especie humana. PVGM 238.5
Los dirigentes judíos consideraban con orgullo su magnífico templo y los imponentes ritos de sus servicios religiosos; pero les faltaba la justicia, la misericordia y el amor de Dios. La gloria del templo, el esplendor de sus servicios, no podían recomendarlos a Dios; pues no le ofrecían lo único que es de valor a su vista. No le presentaban el sacrificio de un espíritu humilde y contrito. Cuando los principios vitales del reino de Dios se pierden, las ceremonias se aumentan y se hacen extravagantes. Cuando se descuida la edificación del carácter, cuando faltan los adornos del alma, cuando se pierde de vista la sencillez de la piedad, entonces el orgullo y el amor a la ostentación demandan magníficos templos, espléndidos adornos, y ceremonias imponentes. En todo esto no se honra a Dios. Una religión a la moda que consiste en ceremonias, exterioridades y ostentación, no es aceptable ante él. Los servicios de tal religión no obtienen respuesta de los mensajeros celestiales. PVGM 239.1
La iglesia es muy preciosa a la vista de Dios. El la aquilata, no por sus ventajas externas, sino por la sincera piedad que la distingue del mundo. La estima de acuerdo con el crecimiento de los miembros en el conocimiento de Cristo, de acuerdo con su progreso en la vida espiritual. PVGM 239.2
Cristo anhela recibir de su viña el fruto de santidad y abnegación. Busca los principios de amor y bondad. Toda la belleza del arte no puede compararse con la belleza del temperamento y del carácter que se han de revelar en los que son representantes de Cristo. La atmósfera de la gracia que rodea el alma del creyente, el Espíritu Santo que trabaja en la mente y el corazón, son los que hacen de él un sabor de vida para vida, y permiten que Dios bendiga su obra. PVGM 239.3
Una congregación puede ser la más pobre de la tierra. Puede carecer del atractivo de la apariencia exterior; pero si los miembros poseen los principios del carácter de Cristo, tendrán el gozo de él en sus almas. Los ángeles se unirán con ellos en su culto. La alabanza y acción de gracias de los corazones agradecidos, ascenderán al Salvador como una dulce ofrenda. PVGM 239.4
El Señor desea que mencionemos su bondad y hablemos de su poder. Se le honra mediante la expresión de alabanza y agradecimiento. El dice: “El que sacrifica alabanza me honrará”.15 Cuando los hijos de Israel viajaban por el desierto, alababan a Dios con himnos sagrados. Los mandamientos y las promesas de Dios fueron provistos de música y a lo largo de todo el sendero fueron cantados por los peregrinos. Y en Canaán, al participar de las fiestas sagradas, las maravillosas obras de Dios habían de ser repasadas, y se había de ofrecer el agradecimiento debido a su nombre. Dios deseaba que toda la vida de su pueblo fuera una vida de alabanza. En esa forma los caminos de Dios habían de ser conocidos “en la tierra”, y su salud “en todas las gentes”.16 PVGM 240.1
Así debería ser también hoy. Los habitantes del mundo adoran dioses falsos. Han de ser apartados de su falso culto, no porque oigan acusaciones contra sus ídolos, sino porque se les presente algo mejor. Han de ser pregonadas las bondades de Dios. “Sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios”.17 PVGM 240.2
El Señor desea que apreciemos el gran plan de la redención, que comprendamos nuestro elevado privilegio como hijos de Dios, y que caminemos delante de él en obediencia y agradecimiento. Desea que le sirvamos en novedad de vida, con alegría cada día. Anhela que la gratitud brote de nuestro corazón porque nuestro nombre está escrito en el libro de la vida del Cordero, porque podemos poner todos nuestros cuidados sobre Aquel que cuida de nosotros. El nos ordena que nos regocijemos porque somos la herencia del Señor, porque la justicia de Cristo es el manto blanco de sus santos, porque tenemos la bendita esperanza de la pronta venida de nuestro Salvador. PVGM 240.3
El alabar a Dios de todo corazón y con sinceridad, es un deber igual al de la oración. Hemos de mostrar al mundo y a los seres celestiales que apreciamos el maravilloso amor de Dios hacia la humanidad caída, y que esperamos bendiciones cada vez mayores de su infinita plenitud. Mucho más de lo que hacemos, debemos hablar de los preciosos capítulos de nuestra vida cristiana. Después de un derramamiento especial del Espíritu Santo, aumentarían grandemente nuestro gozo en el Señor y nuestra eficiencia en su servicio, al repasar sus bondades y sus maravillosas obras en favor de sus hijos. PVGM 241.1
Estas prácticas rechazan el poder de Satanás. Excluyen el espíritu de murmuración y queja, y el tentador pierde terreno. Fomentan aquellos atributos del carácter que habilitarán a los habitantes de la tierra para las mansiones celestiales. PVGM 241.2
Un testimonio tal tendrá influencia sobre otros. No se puede emplear un medio más eficaz para ganar almas para Cristo. PVGM 241.3
Hemos de alabar a Dios mediante un servicio tangible, haciendo todo lo que podamos para aumentar la gloria de su nombre. Dios nos imparte sus dones para que podamos también dar, y hacer así que el mundo conozca su carácter. En el sistema judío, las ofrendas formaban una parte esencial del culto de Dios. Se enseñaba a los israelitas a destinar una décima parte de todas sus entradas al servicio del santuario. Además de esto habían de traer ofrendas por el pecado, ofrendas voluntarias, y ofrendas de gratitud. Estos eran los medios para sostener el ministerio del Evangelio en aquel tiempo. Dios no espera menos de nosotros de lo que esperaba de su pueblo antiguamente. Debe llevarse adelante la gran obra de la salvación de las almas. El ha hecho provisión para esa obra por medio del diezmo y las ofrendas. El espera que así se sostenga el ministerio del Evangelio. Reclama el diezmo como suyo, y siempre debería ser considerado como una reserva sagrada, a fin de ser colocado en su tesorería para beneficio de la causa de Dios. El nos pide también ofrendas voluntarias y ofrendas de gratitud. Todo esto ha de ser dedicado para la propagación del Evangelio hasta los confines de la tierra. PVGM 241.4
El servicio que se hace para Dios incluye el ministerio personal. Mediante el esfuerzo individual, hemos de cooperar con él en la salvación del mundo. La orden de Cristo: “Id por todo el mundo; predicad el Evangelio a toda criatura”,18 se dirige a cada uno de sus seguidores. Todos los que sean investidos para una vida semejante a la de Cristo, han de trabajar por la salvación de sus prójimos. Su corazón latirá al unísono con el corazón de Cristo. Se manifestará en ellos el mismo anhelo por las almas que él sentía. No todos pueden ocupar el mismo lugar en la obra, pero hay un lugar y una obra para cada uno. PVGM 242.1
En la antigüedad, Abrahán, Isaac, Jacob y Moisés, con su humildad y sabiduría, y Josué con sus diversos dones, fueron todos empleados en el servicio de Dios. La música de María, el valor y la piedad de Débora, el afecto filial de Rut, la obediencia y fidelidad de Samuel, la firme fidelidad de Elías, la suavizadora y subyugadora influencia de Eliseo, todas estas cualidades se necesitaron. Así también ahora, todos aquellos a quienes Dios ha prodigado sus bendiciones, han de responder con un servicio verdadero; ha de emplearse cada don para el adelanto de su reino y la gloria de su nombre. PVGM 242.2
Todos los que reciben a Cristo como un Salvador personal, han de manifestar la verdad del Evangelio y su poder salvador en la vida. Dios no pide nada sin hacer provisión para su cumplimiento. Por medio de la gracia de Cristo podemos realizar todo lo que Dios requiere. Todas las riquezas del cielo, han de ser reveladas mediante el pueblo de Dios. Dijo Cristo: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”.19 PVGM 242.3
Dios reclama toda la tierra como su viña. Aunque ahora esté en manos del usurpador, pertenece a Dios. Es suya tanto por la redención como por la creación. Cristo hizo su sacrificio por el mundo. “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito”.20 Mediante este don único, todos los demás se imparten a los hombres. Diariamente todo el mundo recibe las bendiciones de Dios. Cada gota de lluvia, cada rayo de luz prodigados sobre la humanidad ingrata, cada hoja, flor y fruto, testifican de la tolerancia de Dios y de su gran amor. PVGM 243.1
¿Y qué se da en cambio al gran Dador? ¿Cómo consideran los hombres las demandas de Dios? ¿A quién rinden el servicio de su vida las multitudes? Sirven a Mammón. La riqueza, la posición, los placeres del mundo son su blanco. La riqueza se obtiene robando no sólo a los hombres, sino a Dios. Los hombres usan los dones divinos para complacer su egoísmo. Todo lo que pueden tomar lo usan para satisfacer su amor egoísta de placer. PVGM 243.2
El pecado del mundo de hoy día es el mismo que acarreó la destrucción de Israel. La ingratitud a Dios, el descuido de las oportunidades y bendiciones, el aprovechamiento egoísta de los dones de Dios: todo esto estaba comprendido en el pecado que hizo caer la ira sobre Israel. Estos males están trayendo la ruina al mundo actual. PVGM 243.3
Las lágrimas que Cristo derramó sobre el Monte de las Olivas al contemplar la ciudad escogida, no las derramó solamente por Jerusalén. En la suerte de esta ciudad, él contempló la destrucción del mundo. PVGM 243.4
“¡Si también tú conocieses, a lo menos en éste tu día lo que toca a tu paz! mas ahora está encubierto a tus ojos”.21 PVGM 243.5
“En éste tu día”. El día está llegando a su fin. Casi ha terminado el tiempo de misericordia y privilegios. Se están reuniendo las nubes de venganza. Los que han rechazado la gracia de Dios, están por ser envueltos en una ruina súbita e irreparable. PVGM 243.6
Sin embargo, el mundo duerme. Sus habitantes no conocen el tiempo de su visitación. PVGM 244.1
¿Dónde se ha de encontrar la iglesia en esta crisis? ¿Están cumpliendo sus miembros con las demandas de Dios? ¿Están cumpliendo la comisión divina y presentando el carácter de Dios al mundo? ¿Están llamando con insistencia la atención de sus prójimos al último misericordioso mensaje de amonestación? PVGM 244.2
Los hombres están en peligro. Las multitudes perecen. ¡Pero cuán pocos de los profesos seguidores de Cristo sienten anhelo por esas almas! El destino de un mundo se halla en juego en la balanza; pero esto apenas si conmueve a los que pretenden creer las verdades más abarcantes que jamás hayan sido dadas a los mortales. Hay falta de aquel amor que indujo a Cristo a abandonar su hogar celestial y tomar la naturaleza humana a fin de que la humanidad pudiera tocar a la humanidad, y llevarla a la divinidad. Hay un estupor, una parálisis sobre el pueblo de Dios, que le impide entender el deber de la hora. PVGM 244.3
Cuando los israelitas entraron en Canaán, no cumplieron el propósito de Dios de poseer toda la tierra. Después de hacer una conquista parcial, se establecieron para disfrutar de los resultados de sus victorias. En su incredulidad y amor a la comodidad, se congregaron en las porciones ya conquistadas en vez de proseguir y ocupar nuevos territorios. Así comenzaron a apartarse de Dios. Al no cumplir el propósito divino, hicieron imposible que Dios cumpliera su promesa de bendecirlos. ¿No está haciendo lo mismo la iglesia de hoy? Teniendo ante ellos a todo el mundo necesitado del Evangelio, los profesos cristianos se congregan donde puedan gozar de los privilegios evangélicos. No sienten la necesidad de ocupar nuevos territorios, llevando el mensaje de salvación a las regiones remotas. Rehúsan cumplir el mandato de Cristo: “Id por todo el mundo; predicad el Evangelio a toda criatura”.22 ¿Son menos culpables de lo que fue la iglesia judía? PVGM 244.4
Los profesos seguidores de Cristo están siendo probados ante el universo celestial; pero la frialdad de su celo y la debilidad de sus esfuerzos en el servicio de Dios los señalan como infieles. Si lo que están haciendo fuera lo máximo que pueden hacer, no caería la condenación sobre ellos; pero si su corazón estuviera ocupado en la obra, podrían hacer mucho más. Ellos saben, y el mundo también lo sabe, que han perdido en gran medida el espíritu de abnegación y sacrificio. Hay muchos frente a cuyos nombres se encontrará escrito en los libros del cielo lo siguiente: No son productores, sino consumidores. Muchos de los que llevan el nombre de Cristo, oscurecen su gloria, velan su belleza, lo privan de su honor. PVGM 245.1
Hay muchos cuyos nombres están en los libros de la iglesia, pero que no están bajo el dominio de Cristo. No hacen caso de sus instrucciones ni cumplen con su obra. De aquí que están bajo el dominio del enemigo. No están haciendo un bien positivo; por lo tanto, están realizando un daño incalculable. Debido a que su influencia no es un sabor de vida para vida, es un sabor de muerte para muerte. PVGM 245.2
El Señor dice: “¿No había de hacer visitación sobre esto?”23 Por cuanto los hijos de Israel no cumplieron con el propósito de Dios, fueron puestos a un lado, y el Señor extiende su invitación a otros. Si éstos también son infieles, ¿no serán rechazados de la misma forma? PVGM 245.3
En la parábola de la viña, Cristo declaró culpables a los labradores. Ellos fueron los que habían rehusado dar a su señor el fruto de su terreno. Los sacerdotes y magistrados de la nación judía fueron los que, al descarriar al pueblo, le habían robado a Dios el servicio que él reclamaba. Fueron ellos los que apartaron de Cristo a la nación. PVGM 245.4
La ley de Dios, exenta de tradiciones humanas, fue presentada por Cristo como la gran norma de obediencia. Esto despertó la enemistad de los rabinos. Ellos habían puesto las enseñanzas humanas por encima de la Palabra de Dios, y habían apartado al pueblo de sus preceptos. No estaban dispuestos a renunciar a sus mandamientos hechos por hombres, a fin de obedecer los requerimientos de la Palabra de Dios. No querían sacrificar, por causa de la verdad, el orgullo de la razón y la alabanza de los hombres. Cuando Cristo vino, presentando a la nación las demandas de Dios, los sacerdotes y ancianos le negaron su derecho de interponerse entre ellos y el pueblo. No estaban dispuestos a aceptar sus reproches y amonestaciones, y se propusieron malquistar a la gente con Jesús y así destruirlo. PVGM 246.1
Ellos fueron responsables del rechazamiento de Cristo, con los resultados que le siguieron. El pecado de una nación y su ruina se debieron a los dirigentes religiosos. PVGM 246.2
¿No obran acaso las mismas influencias en nuestros días? ¿No están muchos siguiendo los pasos de los dirigentes judíos a semejanza de los labradores de la viña del señor? ¿Acaso los dirigentes religiosos no están apartando a los hombres de los claros requisitos de la Palabra de Dios? ¿No están educándolos en la transgresión en vez de la obediencia de la ley de Dios? Desde muchos púlpitos de las iglesias se enseña a la gente que no es obligatoria la ley de Dios. Se exaltan las tradiciones, ordenanzas y costumbres humanas. Los dones de Dios se emplean para fomentar el orgullo y la complacencia propia, al paso que se olvidan las demandas de Dios. PVGM 246.3
Al poner a un lado la ley de Dios, los hombres no saben lo que están haciendo. La ley de Dios es la transcripción de su carácter. Abarca los principios de su reino. El que rehúsa aceptar esos principios, se está colocando fuera del canal por donde fluyen las bendiciones de Dios. PVGM 246.4
Las gloriosas posibilidades presentadas ante Israel se podían realizar únicamente mediante la obediencia a los mandamientos de Dios. La misma elevación de carácter, la misma plenitud de bendición—bendición de la mente, el alma y el cuerpo, bendición del hogar y del campo, bendición para esta vida y la venidera—, podemos obtenerlas únicamente por medio de la obediencia. PVGM 247.1
Tanto en el mundo espiritual como en el natural, la obediencia a las leyes de Dios es la condición para llevar fruto. Y cuando los hombres enseñan a la gente a desobedecer los mandamientos de Dios, están impidiendo que den fruto para su gloria. Son culpables de retener del Señor los frutos de su viña. PVGM 247.2
Los mensajeros de Dios mandados por el Maestro vienen a nosotros. Vienen, como Cristo, demandando obediencia a la Palabra de Dios. Piden los frutos de la viña, los frutos del amor, la humildad y el servicio abnegado. ¿Acaso no hay muchos labradores que, a semejanza de los dirigentes judíos, se mueven a ira? Cuando se presentan delante del pueblo las demandas de la ley de Dios, ¿no usan su influencia esos maestros para inducir a los hombres a rechazarlas? A tales maestros Dios llama siervos infieles. PVGM 247.3
Las palabras que Dios dirigió al antiguo Israel encierran una solemne amonestación para la iglesia actual y sus dirigentes. De Israel dijo el Señor: “Escribíle las grandezas de mi ley, y fueron tenidas por cosas ajenas”.24 Y él declaró de los sacerdotes y maestros: “Mi pueblo fue talado porque le faltó sabiduría. Porque tú desechaste la sabiduría, yo te echaré... pues que olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos”.25 PVGM 247.4
¿No se hará caso de las reprensiones de Dios? ¿No se aprovecharán las oportunidades de servir? ¿Impedirán la mofa del mundo, el orgullo de la razón, la conformidad a las costumbres y tradiciones humanas, que los profesos seguidores de Cristo le sirvan? ¿Rechazarán la Palabra de Dios como los dirigentes judíos rechazaron a Cristo? Delante de nosotros está el resultado del pecado de Israel. ¿Aceptará la amonestación la iglesia de Dios hoy día? PVGM 247.5
“Si algunas de las ramas fueron quebradas, y tú siendo acebuche, has sido ingerido en lugar de ellas, y has sido hecho partícipe de la raíz y de la grosura de la oliva; no te jactes... por su incredulidad fueron quebradas, mas tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, antes teme, que si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco no perdone”.26 PVGM 248.1