Liderazgo Cristiano

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Dictadura

El resultado de la dominación—“Los principios santos que Dios ha dado son representados por el fuego sagrado; pero se ha usado fuego común en lugar del sagrado. De manera sutil se han introducido planes contrarios a la verdad y a la justicia, con el pretexto de que esto o aquello debía ser hecho y porque era para el progreso de la causa de Dios. Pero son maquinaciones de hombres las que llevan a la opresión, la injusticia y la maldad. La causa de Dios debe estar libre de toda mancha de injusticia. No puede obtener ventaja alguna despojando a los miembros de la familia de Dios de su individualidad o sus derechos. Tales prácticas son aborrecibles para Dios... LC 71.1

“El poder despótico que se ha desarrollado, como si los puestos convirtiera a los hombres en dioses, me da miedo, y debería causar temor. Es una maldición donde y quienquiera lo ejerza. Este enseñoreamiento sobre la heredad de Dios creará tal disgusto por la jurisdicción del hombre que resultará en un estado de insubordinación. El pueblo está aprendiendo que no se puede confiar en hombres que ocupan altos puestos de responsabilidad para modelar y formar las mentes y los caracteres de otros hombres. El resultado será la pérdida de confianza incluso en la administración de hombres fieles... LC 71.2

“El espíritu de dominación se está extendiendo a los presidentes de nuestras asociaciones. Si un hombre confía en sus propios poderes y trata de ejercer dominio sobre sus hermanos, creyendo que está investido con autoridad para hacer de su voluntad el poder gobernante, el mejor y único seguro curso de acción es quitarlo de su cargo, no sea que resulte un gran daño, y él pierda su propia vida y ponga en peligro la vida de otros. ‘Todos vosotros sois hermanos’. Mateo 23:8. LC 71.3

“Esta disposición de enseñorearse sobre la heredad del Señor causará una reacción a menos que estos hombres cambien su curso de acción. Los que ejercen autoridad deberían manifestar el espíritu de Cristo. Deberían tratar cada caso que requiera su atención de la manera como les gustaría ser tratados. Deberían avanzar con el peso del Espíritu Santo. La posición de un hombre no lo hace ni una jota y ni un tilde mayor a la vista de Dios; es tan sólo el carácter lo que Dios valora”. Carta 55, 1895, (19 de septiembre de 1895, a O. A. Olsen). LC 71.4

Cómo se obstruyen las ruedas del progreso—“Si fuera posible, el enemigo obstruiría las ruedas del progreso y evitaría que las verdades del evangelio circularan por todas partes. Con este fin él induce a los hombres a sentir que es su privilegio controlar las conciencias de sus semejantes de acuerdo con sus propias ideas pervertidas. Ellos despiden al Espíritu Santo de sus juntas, y entonces, bajo el poder y en nombre de la Asociación General, inventan reglamentos por medio de los cuales obligan a los hombres a ser gobernados por sus propias ideas y no por el Espíritu Santo... LC 71.5

“Se necesita educación con respecto a los derechos y deberes de los hombres en ejercicio de autoridad y se han enseñoreado sobre la heredad del Señor. Cuando un hombre colocado en un puesto de confianza no sabe qué clase de espíritu debe manifestar al tratar con mentes humanas, necesita aprender los principios básicos en lo que se refiere a su autoridad sobre sus semejantes. Los principios rectos tienen que ser introducidos en el corazón, y entretejidos en la trama y urdimbre del carácter”. Carta 83, 1896, (22 de mayo de 1896, a O. A. Olsen). LC 72.1

No imponer yugos sobre los demás—“Al observar cuidadosamente cada instrucción que el Señor ha especificado en cuanto a la armadura cristiana, andarán delante de él suavemente y trabajarán con discreción. No llevarán con ustedes yugos para atar a los hombres a sus planes, ni intentarán hacer que los obreros del Señor estén sujetos a alguna mente finita. Las máximas y los preceptos de los hombres no deben controlar a sus obreros. Que ningún hombre sea colocado en una posición donde pueda dominar sobre la heredad de Dios; porque esto pone en peligro tanto la vida del que señorea como la de quienes están bajo su dominio”. Manuscrito 140, 1902, (6 de noviembre de 1902, “Principios para la orientación de hombres en cargos de responsabilidad”). LC 72.2

Nadie debe mandar—“Entre los siervos de Dios, nadie debe mandar. Ningún yugo debe ser puesto sobre los que Dios ha comprado como herencia con su sangre. Todo yugo deben ser quebrantado. Los hombres y las mujeres son más preciosos a la vista de Dios de lo que la mente humana puede estimar. Cristo entiende su valor; se sacrificó a sí mismo por su redención. Somos propiedad suya, nos ha comprado con su sangre. No entrega su lealtad a ninguna jurisdicción o poder humano. ‘...no sois vuestros. Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios, en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios’”. 1 Corintios 6:19, 20 (Ibíd.). LC 72.3

“Si fuera posible, libraría su mente de los engaños que lo han encadenado. En su trabajo ha tomado sobre sí demasiadas responsabilidades. Debo decirle que no debería ocupar la presidencia de la Asociación mientras sienta que debe amoldar y labrar la experiencia de otros para conformarla con sus propias ideas. Su curso de acción ha revelado que carece de una percepción sabia. El molde de su carácter es tal que necesita reforma. LC 72.4

“Lo conmino ante Dios a que lleve a cabo una obra de arrepentimiento y reforma. Debe humillarse delante de Dios de manera que pueda ser confiable para representar el carácter sagrado de su obra. Pero la peculiaridad de su temperamento es tal que mientras esté en posición de responsabilidad, siempre estará en peligro de mandar en forma arbitraria. Dios prohíbe que cualquier hombre manifieste una jurisdicción arbitraria sobre la mente de sus hermanos”. Carta 380, 1907, (11 de noviembre de 1907, al presidente de una Asociación local). LC 73.1

El peligro de la autoexaltación—“A veces alguien a quien se ha conferido responsabilidad como dirigente, concibe la idea de que está en un puesto de suprema autoridad, y que todos sus hermanos, antes de avanzar, deben ir primeramente a pedirle permiso para hacer lo que creen que se debe hacer. Esa persona se encuentra en una posición peligrosa. Ha perdido de vista la obra del verdadero dirigente del pueblo de Dios. En lugar de actuar como sabio consejero, asume las prerrogativas de un gobernante exigente. Se deshonra a Dios cada vez que se exhibe semejante autoridad y exaltación propia. Nadie que confíe en su propia fuerza ha de erigirse jamás en mente y juicio de alguien a quien Dios está usando en su obra. Nadie debe trazar pautas y reglamentos humanos para gobernar arbitrariamente a sus colaboradores que tienen una experiencia viva en la verdad”.—Testimonios para los Ministros, 491, 492. LC 73.2

Liderato no es señorío—“Nadie debe colocarse a sí mismo como gobernante, como señor sobre sus semejantes, para actuar de acuerdo con sus impulsos naturales. No se debería permitir que la voz o influencia de un solo hombre llegue a ser un poder controlador... LC 73.3

“He sido instruida por el Señor para decir que ninguna posición le concede gracia ni hace justo a un hombre. ‘El temor de Jehová es el principio de la sabiduría’. Proverbios 9:10. Algunos a quienes se les ha confiado cargos de responsabilidad abrigan la idea de que el puesto es para el engrandecimiento del yo”.—Medical Ministry, 164, 165. LC 73.4

No juzgar ni dominar—“Es un acto peligroso investir a los hombres con autoridad para juzgar y gobernar a sus semejantes. Ni a usted ni a nadie se le ha dado el poder de controlar las acciones del pueblo de Dios, y los esfuerzos para lograrlo no deben continuar por más tiempo... Dios ha sido deshonrado por la educación dada a las iglesias del sur de California para mirar a un hombre como su conciencia y criterio. Dios nunca ha autorizado a hombre alguno para ejercer un poder dominante sobre sus compañeros obreros; y aquellos a quienes se les ha permitido que manifiesten un espíritu dictatorial en su trabajo oficial, necesitan experimentar el poder convertidor de Dios en sus corazones. Ellos han colocado al hombre en el lugar donde debería estar Dios”. Carta 290, 1907, p. 2, 3, (29 de agosto de 1907). LC 73.5

El presidente de Asociación y la autoridad—“Es un error que una Asociación seleccione como presidente a alguien que considera que su cargo pone en sus manos poderes ilimitados. El Señor me ha instruido para decirle que usted no sabe cuándo emplear autoridad y cuándo refrenarse para no usarla imprudentemente. Usted tiene mucho que aprender antes de poder desempeñar el trabajo de presidente con inteligencia. Usted debe tener en cuenta que en la causa de Dios hay un Dirigente principal, cuyo poder y sabiduría está por encima del de las mentes humanas. LC 74.1

“Dios no tendrá nada que ver con los métodos de trabajo donde se permita a los hombres finitos ejercer dominio sobre sus semejantes. Él pide que se haga un cambio decidido. No se debe escuchar más una voz de mando. El Señor tiene entre sus obreros a hombres humildes y discretos; de entre ellos debería escogerse a quienes dirigirán la obra en el temor de Dios. LC 74.2

“Sería conveniente que se invitara al pastor Cottrell y por lo menos a un obrero de amplia experiencia para intercambiar ideas y considerar los planes que afectan a la obra médica. Dios ha dispuesto que sus siervos desempeñen las responsabilidades de esa Asociación en un espíritu de humildad y dependencia en él”. Carta 290, 1907, p. 2, 3, (29 de agosto de 1907, a George W. Reaser). LC 74.3

“Vez tras vez repito la advertencia: ‘Nunca pongan como presidente de una Asociación a un hombre que supone que una posición de esta clase le da autoridad para dictaminar y controlar las conciencias de otros. Es natural que el hombre tenga una gran estima de sí mismo; los viejos hábitos luchan por supremacía; pero el hombre que ocupa un cargo de confianza no debería glorificarse a sí mismo. LC 74.4

“El obrero que diariamente subordina su voluntad a la voluntad de Cristo será educado para alejarse de tales ideas. Practicará las virtudes del carácter de Cristo con toda mansedumbre y humildad de pensamiento; y esto dará la preciosa libertad de hijos de Dios a todos los que se supone que serán beneficiados con sus servicios. Ellos estarán libres para actuar de acuerdo con la gracia que les fue concedida, para que todos puedan entender los preciosos privilegies que poseen los santos como miembros del cuerpo de Cristo. LC 74.5

“Aquel a quien se le ha confiado sagradas responsabilidades, siempre manifestará la mansedumbre y la sabiduría de Cristo; porque es ésta la manera en que llega a ser un representante del carácter y los métodos de Cristo. Nunca debería usurpar autoridad u ordenar, o amenazar, diciendo: ‘A menos que haga lo que yo digo, usted no recibirá sueldo de la Asociación’. Un hombre que pronuncie tales palabras estará fuera de lugar como presidente de una Asociación. El haría a los hombres esclavos de su juicio”. Carta 416, 1907, p. 5, 6, (30 de diciembre de 1907, a A. G. Daniells y W. C. White). LC 75.1

Dios no vindicará proyectos para oprimir a los hombres—“Dios no justificará ningún artificio por medio del cual el hombre pueda regir u oprimir en lo más mínimo a sus semejantes. La única esperanza para los hombres caídos consiste en mirar a Jesús y recibirlo como el único Salvador. Tan pronto como el hombre comienza a hacer una regla férrea para otros hombres, tan pronto como comienza a enjaezar y a guiar a los hombres según su propia mente, deshonra a Dios y pone en peligro su propia vida y las vidas de sus semejantes. El hombre pecaminoso puede hallar esperanza y justicia solamente en Dios; ningún ser humano sigue siendo justo cuando deja de tener fe en Dios y no mantiene una conexión vital con él. La flor del campo debe estar arraigada en el suelo; debe tener el aire, el rocío, la lluvia y el sol. Florecerá solamente al recibir estos beneficios, y todos son de Dios. Así también los hombres. Recibimos de Dios lo que sostiene la vida del ser. Se nos amonesta a no confiar en el hombre, ni hacer de la carne nuestro brazo. Se pronuncia una maldición sobre todos los que lo hacen”.—Testimonios para los Ministros, 367. LC 75.2

Cambiar al dictador—“El espíritu de dominio se extiende a los presidentes de nuestras asociaciones. Si un hombre confía en sus propias facultades y trata de ejercer dominio sobre sus hermanos, creyendo que está investido de autoridad para hacer de su voluntad el poder dominante, el procedimiento mejor y el único seguro consiste en quitarle el puesto, para que no se haga un gran daño y él mismo pierda su propia vida y ponga en peligro la vida de otros. ‘Todos vosotros sois hermanos’. Mateo 23:8. Esta disposición a dominar sobre la herencia de Dios causará una reacción a menos que estos hombres cambien su conducta. Los que ocupan puestos de autoridad deben manifestar el espíritu de Cristo. Deben tratar como él lo haría con cada caso que requiera atención”.—Testimonios para los Ministros, 362. LC 75.3