Testimonios para los Ministros

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¿Bajo cuál estandarte?

24 de septiembre

Todo lo que hay en nuestro mundo se halla en agitación. Los acontecimientos futuros arrojan sus sombras con anticipación. Las señales de los tiempos son ciertamente ominosas. No hay seguridad en nada que sea humano o terreno. Los vientos son retenidos por los cuatro ángeles; Dios nos ha dado generosamente un momento de respiro. Toda facultad que nos sea confiada por Dios, ora sea física, mental o moral, debe ser atesorada como algo sagrado para hacer la obra que se nos ha asignado en favor de nuestros semejantes que perecen en su ignorancia. La amonestación es a seguir adelante a todas partes del mundo. No debe haber demora. TM 364.2

Rápidamente los hombres se están alistando bajo la bandera que han escogido, esperando y observando impacientes los movimientos de sus dirigentes. Hay personas que están vigilando, aguardando y trabajando para la aparición de nuestro Señor; mientras que el otro bando sigue con rapidez la corriente bajo el generalato del primer apóstata. Ellos buscan a un Dios en la humanidad, y Satanás personifica a aquel a quien buscan. Multitudes serán tan engañadas por su rechazo de la verdad, que aceptarán la falsificación. La humanidad es aclamada como Dios. TM 364.3

Alguien vino desde los atrios celestiales para representar a Dios en forma humana. El Hijo de Dios fue hecho hombre, y vivió entre nosotros. “En él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella [no la comprendieron, Val. ant.]... Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron... les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. TM 365.1

Hay solamente dos bandos. Satanás obra con su poder avieso y engañoso, y valiéndose de poderosos engaños entrampa a todos los que no permanecen en la verdad, que han apartado sus oídos de la verdad y se han vuelto a las fábulas. Satanás mismo no permaneció en la verdad; él es el misterio de iniquidad. Por medio de su sutileza da a sus errores destructores del alma la apariencia de verdad. En eso consiste el poder de sus errores para engañar. Es debido a que son falsificaciones de la verdad por lo que el espiritismo, la teosofía y los engaños similares obtienen tal poder sobre la mente de los hombres. Esta es la obra maestra de Satanás. Pretende ser el salvador del hombre, el benefactor de la raza humana, y así seduce más rápidamente a sus víctimas llevándolas a la destrucción. TM 365.2

La Palabra de Dios nos advierte que la vigilancia incesante es el precio de la seguridad. Sólo por el sendero derecho de la verdad y la justicia podemos escapar al poder del tentador. Pero el mundo es entrampado. La habilidad satánica se ejerce ideando planes y métodos sin cuenta para realizar sus propósitos. La simulación ha llegado a ser un bello arte para él, y actúa a la semejanza de un ángel de luz. Sólo el ojo de Dios discierne sus planes para contaminar el mundo con principios falsos y ruinosos que externamente llevan la apariencia de la bondad genuina. Trabaja para restringir la libertad religiosa y para introducir en el mundo religioso una especie de esclavitud. [veasé el Apéndice.] Las organizaciones y las instituciones, a menos que sean guardadas por el poder de Dios, trabajarán bajo el dictado de Satanás para colocar a los hombres bajo el gobierno de los hombres; el fraude y el engaño tendrán la semejanza del celo por la verdad y por el progreso del reino de Dios. Cualquier cosa que en nuestras prácticas no sea tan claro como el día, pertenece a los métodos del príncipe del mal. Sus métodos son practicados aun entre los adventistas del séptimo día que pretenden conocer más a fondo la verdad. TM 365.3

Si los hombres resisten las amonestaciones que el Señor les envía, llegan incluso a encabezar el mal proceder; tales hombres se arrogan el ejercicio de las prerrogativas de Dios: tienen la presunción de hacer aquello que Dios mismo no hace para tratar de controlar las mentes de los hombres. Introducen sus propios métodos y planes, y con sus falsos conceptos de Dios debilitan la fe de otros en la verdad e introducen falsos principios que actuarán como la levadura para mancillar y corromper nuestras instituciones e iglesias. Todo lo que rebaja la concepción que el hombre tiene de la justicia, la equidad y el juicio imparcial, todo artificio o precepto que coloca a los agentes humanos de Dios bajo el control de mentes humanas, perjudica su fe en Dios; separa al alma de Dios, porque desvía de la senda de la estricta integridad y justicia. TM 366.1

Dios no justificará ningún medio por el cual el hombre pueda regir u oprimir en lo más mínimo a sus semejantes. La única esperanza para los hombres caídos consiste en mirar a Jesús y recibirlo como el único Salvador. Tan pronto como el hombre comienza a hacer una regla férrea para otros hombres, tan pronto como comienza a enjaezar y a guiar a los hombres según su propia idea, deshonra a Dios y pone en peligro su propia alma y las almas de sus semejantes. El hombre pecaminoso puede hallar esperanza y justicia solamente en Dios; ningún ser humano sigue siendo justo cuando deja de tener fe en Dios y no mantiene una conexión vital con él. La flor del campo debe estar arraigada en el suelo; debe tener el aire, el rocío, la lluvia y el sol. Florecerá solamente al recibir estos beneficios, y todos son de Dios. Así también los hombres. Recibimos de Dios lo que sostiene la vida del alma. Se nos amonesta a no confiar en el hombre, ni hacer de la carne nuestro brazo. Se pronuncia una maldición sobre todos los que lo hacen. TM 367.1

Jesús y Nicodemo

Nicodemo buscó una entrevista con Jesús de noche, diciéndole: “Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él”. Todo eso era verdad, sin duda alguna; pero ¿qué dijo Jesús? “Le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. Aquí había un hombre que desempeñaba un alto puesto de confianza, un hombre respetado como que estaba educado en las costumbres de los judíos, un hombre cuya mente rebosaba sabiduría. Estaba por cierto en posesión de talentos nada ordinarios. No quería ir a Jesús de día, porque se habría convertido en el blanco de todas las miradas. Habría sido demasiado humillante para un príncipe de los judíos manifestar simpatía por el despreciado Nazareno. Nicodemo pensó: Me cercioraré de la misión y de las pretensiones de este Maestro, si él realmente es la luz para iluminar a los gentiles y la gloria de Israel. TM 367.2

Jesús virtualmente le dice a Nicodemo: No es la controversia lo que te ayudará: no son las discusiones las que traerán luz al alma. Debes tener un nuevo corazón, de otra manera no puedes discernir el reino de los cielos. No será un cúmulo mayor de evidencias lo que te coloque en una posición correcta, sino nuevos propósitos, nuevas motivaciones para la acción. Debes nacer de nuevo. Antes que este cambio ocurra, y haga todas las cosas nuevas, las más poderosas evidencias que puedan presentarse serán sin efecto. La falta está en tu propio corazón; todas las cosas deben ser cambiadas, de otra forma no podrás ver el reino de Dios. TM 368.1

Esta fue una declaración muy humillante para Nicodemo, y con un sentimiento de irritación tomó las palabras de Cristo y dijo: “¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?” No tenía suficiente disposición espiritual para discernir el significado de las palabras de Cristo. Pero el Salvador no hizo frente a los argumentos con argumentos. Extendiendo su mano con solemne y tranquila dignidad, insistió con mayor seguridad en la aplicación individual de la verdad: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu”. Nicodemo le dijo: “¿Cómo puede hacerse esto?” TM 368.2

Algunos fulgores de la verdad estaban penetrando en la mente del príncipe. Las palabras de Cristo lo llenaron de pavor, y lo indujeron a preguntar: “¿Cómo puede hacerse esto?” Con profundo fervor Jesús le respondió: “¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?” Sus palabras transmitieron a Nicodemo la lección de que, en lugar de sentirse irritado ante la declaración sencilla de la verdad y permitirse ironías, debía tener una opinión mucho más humilde de sí mismo, debido a su ignorancia espiritual. Sin embargo, las palabras de Cristo fueron habladas con tan solemne dignidad, y tanto la mirada como el tono expresaban un amor tan ferviente, que no se ofendió al darse cuenta de su humillante posición. TM 368.3

Seguramente que alguien a quien se le habían confiado los intereses religiosos de la gente no debía ser ignorante de una verdad cuya comprensión era tan importante para ella, como la condición de entrada en el reino de los cielos. “De cierto, de cierto te digo—continuó Jesús—, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio. Si os he dicho cosas terrenas, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?” TM 369.1

La lección es para nosotros hoy

La lección que Jesús le presentó a Nicodemo yo la presento como altamente aplicable a los que hoy en día están en posiciones de responsabilidad como príncipes en Israel, y cuyas voces se oyen a menudo en los concilios dando evidencia del mismo espíritu que poseía Nicodemo. ¿Tendrá la lección dada a ese gran dirigente la misma influencia sobre el corazón y la vida? Nicodemo se convirtió como resultado de esa entrevista. Las palabras de Cristo son pronunciadas tan ciertamente para los presidentes de asociaciones, los pastores de iglesias, los que ocupan puestos directivos en nuestras instituciones: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. “Os daré corazón nuevo”. TM 369.2

Si permitís que el Espíritu Santo modele y dé forma a vuestro corazón diariamente, tendréis perspicacia divina para discernir el carácter del reino de Dios. Nicodemo recibió la lección de Cristo y se convirtió en un verdadero creyente. Su voz se oyó en el concilio del Sanedrín para oponerse a las medidas tomadas para lograr la muerte de Cristo. “¿Juzga acaso nuestra ley a un hombre si primero no le oye?” dijo él. Le contestaron en forma desdeñosa: “¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta”. TM 369.3

Jesús tuvo a un discípulo en Nicodemo. En aquella entrevista nocturna con Jesús el hombre convicto estaba ante el Salvador bajo la influencia subyugante y suavizadora de la verdad que brillaba en las cámaras de su mente, e impresionaba su corazón. Jesús dijo: “Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales? Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo”. Jesús no solamente le dijo a Nicodemo que debía tener un nuevo corazón a fin de ver el reino de los cielos, sino le dijo cómo obtener el nuevo corazón. Leyó la mente inquisitiva de un verdadero buscador de la verdad, y presentó delante de él la representación de sí mismo: “Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. ¡Buenas nuevas! ¡buenas nuevas! ¡resonad por el mundo! “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Esta lección es de la mayor importancia para toda alma que vive; porque los términos de la salvación son presentados aquí en forma clara. Si uno no tuviera otro texto en la Biblia, éste solo sería una guía para el alma. TM 370.1

Especialmente para todo hombre que acepta responsabilidades como consejero, para todo el que trata con almas humanas, esta verdad grandiosa y bella debe ser una luz brillante y refulgente. No es ningún crédito para alguien que posee la Palabra de Dios decir: “No tengo experiencia; no entiendo estas cosas”. Nunca será más sabio a menos que llegue a ser de mucha menor importancia en su propia estima. Debe aprender su lección como un niñito. Debe hacer que su primer deber sea el comprender la obra de Dios en la regeneración del alma. Este cambio debe ocurrir en todo hombre antes que acepte un cargo como dirigente o administrador en relación con la sagrada obra de Dios. Si alguien no tiene una relación vital con Dios, su propio espíritu y sentimientos prevalecerán. Estos pueden ser bien representados por el fuego extraño ofrecido en lugar del fuego sagrado. El hombre ha entretejido en la obra de Dios sus propios defectos de carácter, planes humanos y terrenos, engaños que lo entrampan a él mismo y a todos los que los aceptan. TM 370.2

El juicio de Amalec

Dios empeña su más sagrada palabra al afirmar que os bendecirá si andáis en sus caminos y hacéis justicia y juicio. “No tendrás en tu bolsa pesa grande y pesa chica, ni tendrás en tu casa efa grande y efa pequeño. Pesa exacta y justa tendrás; efa cabal y justo tendrás, para que tus días sean prolongados sobre la tierra que Jehová tu Dios te da. Porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que hace esto, y cualquiera que hace injusticia. Acuérdate de lo que hizo Amalec contigo en el camino, cuando salías de Egipto; de cómo te salió al encuentro en el camino, y te desbarató la retaguardia de todos los débiles que iban detrás de ti, cuando tú estabas cansado y trabajado; y no tuvo ningún temor de Dios”. TM 371.1

A pesar de que los hijos de Israel habían ofendido a menudo al Señor apartándose de su consejo, sin embargo él todavía manifestaba tierno cuidado por ellos. El Señor Jesucristo vio a los enemigos de Israel aprovecharse de las circunstancias para hacerles daño; su acción había de traer sufrimiento a los cansados que estaban peregrinando bajo la dirección de Dios. Escuchad los juicios que Dios pronunció: “Por tanto, cuando Jehová tu Dios te dé descanso de todos tus enemigos alrededor, en la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad para que la poseas, borrarás la memoria de Amalec de debajo del cielo; no lo olvides”. TM 371.2

Transcribo estas palabras de Dios para que los que profesan ser sus hijos no reciban la maldición pronunciada sobre Amalec por haber seguido las prácticas de éste. Si los paganos recibieron esta denuncia de su conducta por sojuzgar al exhausto y al cansado, ¿qué expresará el Señor hacia los que han tenido luz, grandes oportunidades y privilegios, pero no han manifestado el espíritu de Cristo hacia sus propios hermanos? TM 372.1

El señor lo ve todo

El Señor ve todos los tratos de un hermano con otro que debilitan la fe y que destruyen su propia confianza en ellos mismos como hombres que tratan con justicia y equidad. En el lenguaje más positivo expresa su desagrado por la iniquidad practicada en los negocios. Dice: “¿Daré por inocente al que tiene balanza falsa y bolsa de pesas engañosas?” Quizá no se haya cometido en nuestras instituciones precisamente el mal aquí mencionado, pero hechos representados por estas cosas han sido realizados y siguen haciéndose todavía. TM 372.2

Podría escribirse página tras página con respecto a estas cosas. Asociaciones enteras están siendo influidas por los mismos principios pervertidos “Sus ricos se colmaron de rapiña, y sus moradores hablaron mentira, y su lengua es engañosa en su boca”. El Señor obrará para purificar a su iglesia. Os digo, en verdad, que el Señor está por trastornar las instituciones [veasé el Apéndice.] que llevan su nombre. TM 372.3

No puedo decir exactamente cuán pronto ha de comenzar este proceso refinador, pero no será diferido por mucho tiempo. Aquel cuyo aventador está en su mano limpiará su templo de su contaminación moral. Purificará cabalmente su estrado. Dios tiene un pleito con todos los que practican la menor injusticia porque al hacerlo ellos rechazan la autoridad de Dios y ponen en peligro sus intereses en la expiación, la redención que Cristo ha emprendido en favor de todo hijo e hija de Adán. ¿Valdrá la pena seguir una conducta que Dios aborrece? ¿Valdrá la pena poner en vuestros incensarios fuego extraño para ofrecer ante Dios, y decir que no hay ninguna diferencia? TM 373.1

No ha sido orden de Dios que tanta cosa se centralice en Battle Creek. Ahora existe el estado de cosas que me fue presentado como una advertencia. Me duele el corazón al presenciarlo. El Señor dio amonestaciones para impedir esta situación desmoralizadora, pero no han sido escuchadas. “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres”. TM 373.2

Exhorto a mis hermanos a despertar. A menos que ocurra rápidamente un cambio, debo presentar los hechos al pueblo, porque este estado de cosas debe cambiar; los hombres inconversos no deben seguir siendo gerentes y directores en una obra tan importante y sagrada. Junto con David nos vemos obligados a decir: “Tiempo es de actuar, oh, Jehová, porque han invalidado tu ley”.* TM 373.3