Liderazgo Cristiano

23/33

Autoridad

Una junta de varios hombres, no de uno solo—“Se hizo necesario organizar a las asociaciones en uniones, para que la Asociación General no ejerciera atribuciones dictatoriales sobre las asociaciones individuales. El poder conferido a la Asociación no debe estar centrado en un solo hombre, o dos hombres, o seis hombres; debe haber una junta de hombres a cargo de las diversas divisiones. Lo demostrado por los dirigentes de la Asociación en el pasado no está de acuerdo con lo ordenado por Dios. Se ha realizado una obra de un carácter que no ha sido aprobado por Dios. El resultado lo tenemos delante de nosotros, en las ruinas donde una vez hubo una gran imprenta con sus costosas instalaciones [la oficina de la Review and Herald en Battle Creek]... LC 66.1

“En la obra de Dios ni un ser humano solo, ni dos ni tres, debe ejercer autoridad monárquica. Los representantes de la Asociación, en la forma como han ejercido autoridad durante los últimos veinte años, ya no estarán justificados para decir: ‘El templo del Señor, el templo del Señor somos nosotros’. Los hombres que ocupan cargos de confianza no han estado conduciendo la obra sabiamente. LC 66.2

“El Señor requiere hombres sabios para presidir sobre su obra y para ser pastores fieles de su rebaño”. Manuscrito 26, 1903, (3 de abril de 1903, acerca de “La obra de la Asociación General”). LC 66.3

Una “llave inglesa” entre las ruedas—“El capítulo 6 de Isaías encierra una lección profunda e importante para todos los obreros de Dios. Estúdienlo con humildad y oración ferviente. También los capítulos 1 y 2 de Ezequiel debieran ser estudiados cuidadosamente. Las ruedas dentro de ruedas representadas en este símbolo significarían confusión para el ojo finito. Pero una mano de sabiduría infinita se revelaba en medio de las ruedas. De la confusión surgía un orden perfecto, pues cada rueda actúa en el lugar correcto y en perfecta armonía con cada una de las otras partes de la maquinaria. LC 66.4

“Se me ha mostrado que los seres humanos desean demasiado poder. Ellos quieren controlar, y el Señor Dios, el Obrero poderoso es dejado fuera de su obra. Los obreros se creen calificados para ocupar el puesto más alto. Que ningún hombre intente manejar la obra que debería ser dejada en las manos del gran YO SOY, y quien planea la forma en que debe hacerse la obra. Sabed que Dios es el instructor de sus siervos, y él obrará por medio de quien el quiera”.—Manuscrito 143, 1899. LC 66.5

El uso correcto de la autoridad—“Deseo hablar a mis hermanos que ocupan cargos de confianza. Como administradores de Dios están investidos con la responsabilidad de actuar en lugar de él, como su mano ayudadora. Los que han sido colocados en puestos de confianza deben tener autoridad para actuar, pero nunca deben emplear esa autoridad como un poder para negar ayuda a los necesitados y desamparados. Nunca debe ser ejercida para desanimar o deprimir a una persona que está luchando. Que quienes han sido colocados en puestos de confianza recuerden siempre que Dios desea que ellos ejecuten los pensamientos de Cristo, quien, por creación y redención, es el dueno de todos los hombres”. Carta 7, 1901, (17 de enero de 1901, a “Los hermanos que ocupan cargos de confianza”). LC 67.1

Tratamos con hombres iguales a nosotros—“Recordemos que no estamos lidiando con hombres ideales, sino con hombres de carne y hueso elegidos por Dios, que son exactamente iguales a nosotros, que cometen los mismos errores que nosotros, y que tienen las mismas ambiciones y flaquezas. Ningún hombre ha sido constituido amo como para gobernar la mente y la conciencia de un semejante. Seamos muy cuidadosos en nuestra manera de tratar la heredad de Dios comprada con su sangre. LC 67.2

“A ningún hombre se le ha asignado la tarea de gobernar sobre sus semejantes. Cada hombre debe llevar su propia carga. Él puede hablar palabras de aliento, fe y esperanza a sus compañeros; puede ayudarles a llevar sus cargas especiales sugiriéndoles mejores métodos de trabajo; pero en ningún caso debe desanimarlos y debilitarlos, no sea que el enemigo obtenga alguna ventaja sobre sus mentes, una ventaja que con el tiempo reaccionaría contra él mismo”. Manuscrito 29, 1907, p. 9, 10, (enero de 1907, “Responsabilidad individual y unidad cristiana”). LC 67.3

No censurar ni condenar—“Usted ni siquiera se debería permitir pensar desconsideradamente de ellos, mucho menos de sentarse en la silla del juez y censurar o condenar a sus hermanos, cuando en muchos sentidos usted mismo puede ser más merecedor de censura que ellos. Su obra está bajo la inspección de Dios”. Carta 21, 1888, p. 10, 11, (14 de octubre de 1888, al Hno. Butler). LC 67.4

El espíritu de autoridad—“En nuestras diversas ocupaciones debe haber dependencia y ayuda mutua del uno para con el otro. No aún el presidente de la Asociación debe ejercer un espíritu de autoridad; porque el puesto no transforma al hombre en una criatura que no puede errar. Todo obrero a quien se le ha confiado el manejo de una Asociación debe trabajar como Cristo trabajó, llevando su yugo y aprendiendo de él su humildad y mansedumbre. LC 67.5

“El espíritu y el proceder de un presidente de Asociación, ya sea en hechos o en palabras, revela si él se da cuenta de sus debilidades y pone su confianza en Dios, o si piensa que su posición de influencia le ha dado una sabiduría superior. Si ama y teme a Dios, si se da cuenta del valor de las personas, si aprecia cada pizca de ayuda que por la gracia de Dios le brinde un hermano obrero, entonces podrá ligar los corazones por medio del amor que Cristo reveló durante su ministerio. Hablará palabras de consuelo al enfermo y apenado. Si no cultiva una manera dominante, sino que tiene presente que Uno es su Maestro, es decir Cristo, entonces podrá aconsejar a los inexpertos, animándolos a que sean la mano ayudadora de Dios”. Carta 10, 1903, p. 3, 4, (8 de enero de 1903, a E. R. Palmer y A. G. Daniells). LC 68.1

La personalidad que Dios ha concedido a los hombres—“El poder de gobernar al hombre que ha estado penetrando en nuestras filas no tiene sanción en la Palabra. Satanás se ha introducido para llevar a los hombres a depender de los hombres, y a hacer de la carne su brazo. Se me ha instruido que diga: ‘Rompan todo yugo que la invención humana ha fabricado, y presten atención a la voz de Cristo: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga”’. Mateo 11:29, 30. LC 68.2

“El hombre que por ser presidente de una Asociación se atreve a asumir la responsabilidad de decir a sus colaboradores cuál es su deber, está desarrollando una experiencia equivocada. La influencia sólo servirá para destruir la personalidad dada a los hombres por Dios y ponerlos bajo la jurisdicción humana. Esta clase de manejo equivale a poner las bases para la incredulidad. Los hombres que instruyen a sus semejantes a buscar dirección humana, están en realidad enseñándoles que cuando vayan al Señor en busca de consejos y la dirección de su Espíritu con respecto a sus deberes, no deben seguir ese consejo sin ir primero a ciertos hombres para averiguar si eso es lo que deben hacer. En esta forma se desarrolla cierta esclavitud que sólo producirá debilidad e ineficiencia en la iglesia de Dios. LC 68.3

“Los que introducen esta condición lamentable en la experiencia de nuestra obra, y que voluntariamente aceptan la idea de que les ha sido concedido el dominio de la conciencia de otras personas, necesitan comprender que han cometido un grave error. Nunca fue la intención que sus cargos les confirieran la responsabilidad que ellos llegaron a pensar que se les había dado. La señal de peligro se ha levantado ahora contra este mal. Nunca jamás se debe consentir que los hombres se coloquen en una posición que sólo Dios debería ocupar”. Carta 344, 1907, p. 3, (1 de octubre de 1907, a A. G. Daniells, G. A. Irwin y W. W. Prescott). LC 68.4

Esta clase de administración tiene que cambiar—“¿Le aconsejó el Señor inventar las diversas maneras de trabajar y controlar mentes humanas? No, yo le digo que no. El caso del pastor Littlejohn ha sido extrañamente mal manejado. Él apeló a mí para que yo corrigiera las cosas, pero yo no he hecho nada acerca del caso; no era tiempo de hacerlo. Su procedimiento al tratarlo a él fue del todo equivocado. Lleva la firma del adversario de las personas. El trato que usted dio a Frank Belden en su trabajo no fue correcto; es fuego extraño, no fuego del leño de Dios. Esta clase de administración tiene que terminarse, o de lo contrario Dios obrará de un modo que no será agradable para quienes hicieron ese trabajo. Esos hombres no estaban en lo correcto, necesitaban una dirección juiciosa, pero los que trataron de dirigirlos necesitaban se dirigidos ellos mismos. LC 69.1

“¿Recibió la aprobación de Dios su estrategia con respecto a Gospel Primer? * No; el principio sobre el que actuó estaba equivocado. Se debe rendir un servicio individual a Dios, y no debe ser controlado por un hombre ni por algún grupo de hombres. Se han hecho movimientos que significan mucho en sus resultados. Un ejemplo lo tenemos en hombres que están sirviendo donde no deberían estar, lo cual está fermentando vuestras asociaciones. Los presidentes de las asociaciones están siendo imbuidos con el espíritu de gobernar, de requerir que los hombres se inclinen ante su juicio; si alguno se rehúsa, el curso que se sigue respecto a ellos es tal que llena el cielo de indignación. LC 69.2

“¿Cómo puede inducir Dios a las iglesias a que contribuyan con sus medios duramente ganados para ser manejados por hombres con suficiencia propia, egoístas y tan arrogantes y dominantes que el desagrado de Dios está sobre ellos? Nuestras instituciones necesitan ser purificadas como lo fue el templo cuando Cristo estuvo en la Tierra. El hombre se enseñorea sobre la conciencia de los hombres, el hombre ordena a sus semejantes como si fuera Dios. Por todas partes en todo el campo este espíritu está leudando los corazones con los mismos propósitos estrechos y egoístas. Debe surgir una reacción, ¿y quién pondrá las cosas en orden? Jesús dice: ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame’”. Lucas 9:23; Carta 65, 1895, p. 7, 8, (19 de junio de 1895). LC 69.3

El presidente da el ejemplo—“Usted se refiere a su cargo como presidente de la Asociación General, como si esto justificara su curso de acción, el cual usted considera totalmente correcto, pero que, según la luz que el Señor plugo darme, considero equivocado en algunos aspectos. El mismo hecho de que usted ocupa una posición de responsabilidad es la razón porque yo lo insto a mostrar, en todo tiempo y bajo cualquier circunstancia, un espíritu tolerante, cortes y semejante a Cristo. Sus hermanos en el ministerio, quienes respetan a usted y su cargo, serán muy aptos para seguir su ejemplo en el tratamiento de tales cosas. Usted debe ser un ejemplo para sus hermanos, digno de imitación. Sus palabras, su espíritu, su comportamiento, incluso la manera en que usted trata a sus hermanos, están sembrando semillas para bien o para mal. Es tanto su privilegio como su deber, especialmente en la posición de confianza que ocupa, ser del mismo sentir que Dios; entonces usted será fuerte en la fortaleza divina, y manso y humilde como un niñito. LC 70.1

“Aférrese estrechamente a su Biblia, porque sus verdades sagradas pueden purificar, ennoblecer y santificar el ser. Usted debe sostener la verdad y enseñarla tal cual es en Jesús, de lo contrario no tendrá valor para usted. Ante la luz de la verdad de Dios, deje que las opiniones, las ideas y la sabiduría humana aparezcan como son a los ojos de Dios: como necedad. Que ningún hombre sienta que su posición, ya sea como presidente de la Asociación General o de una Asociación local, lo reviste con un poder sobre las conciencias de otros y que sea opresiva en el menor grado, porque Dios no sancionará nada de eso. Él debe respetar los derechos de todos, y tanto más porque está en una posición que otros imitarán una vez que él se vaya. LC 70.2

“Su posición lo pone bajo las más sagradas obligaciones de ser muy cuidadoso en cuanto a la clase de espíritu que usted abriga hacia sus hermanos. Ello están realizando una parte en la causa de Dios lo mismo que usted. ¿No les enseñará y guiará Dios lo mismo que a usted? Usted no debe permitirse ni siquiera pensar de ellos sin bondad, y mucho menos erigirse como juez para censurar y condenar a sus hermanos, cuando quizá usted mismo, en muchos aspectos, puede ser más merecedor de censura que ellos. Su obra está bajo la inspección de Dios”. Carta 21, 1888, p. 10, 11, (14 de octubre de 1888, al Hno. Butler). LC 70.3