Testimonios para la Iglesia, Tomo 1

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La usura

En la visión que me fue dada el 25 de diciembre de 1865 en Róchester, New York, se me mostró que el tema de cobrar intereses deberá ser examinado por los observadores del sábado. Los hombres pudientes no tienen derecho a cobrar interés a los hermanos pobres, pero pueden hacerlo a los no creyentes. “Si un hermano empobrece y se allega a ti, tú lo ampararás... No tomarás de él usura ni interés”. Levítico 25:35, 36 (NRV). “No exigirás de tu hermano interés alguno, ni por dinero ni por víveres, ni por cosa alguna que pueda producir interés. Del extraño podrás tomar interés, pero no de tu hermano, para que el Señor tu Dios bendiga todas tus empresas en la tierra que vas a poseer”. Deuteronomio 23:19, 20 (NRV). 1TPI 467.1

Dios ha estado descontento con los observadores del sábado por su espíritu avaro. Su deseo de obtener ganancia es tan fuerte que se han aprovechado del pobre, del hermano infortunado en su desesperación y han añadido a sus ya abundantes recursos, mientras que estos hermanos más pobres han sufrido por la falta de estos mismos recursos. “¿Soy yo guarda de mi hermano?”, es el lenguaje de sus corazones. 1TPI 467.2

Hace unos años algunos hermanos de los más pobres estaban en peligro de perder sus almas por impresiones equivocadas. Satanás los tentaba por todas partes respecto a los ricos. Estos pobres hermanos estaban constantemente esperando ser favorecidos, cuando era su deber poner su esperanza en sus propias energías; y si hubieran sido favorecidos, habría sido lo peor que se habría hecho por ellos. Por todas las filas de los observadores del sábado, Satanás estaba buscando derribar la clase pobre por medio de sus tentaciones. Algunos faltos de juicio y sabiduría han seguido sus propias inclinaciones, no dispuestos a buscar consejo y a seguirlo. Algunos han tenido que sufrir por sus miserables cálculos, y no obstante, estas mismas personas estaban propensas a creer que sus hermanos dueños de propiedades tenían el deber de ayudarles. La clase mencionada anteriormente no se daba cuenta de la responsabilidad que recae sobre los ricos, ni de las perplejidades y preocupaciones que no podían evitar, precisamente por su abundancia de recursos. Todo lo que podían ver era que aquéllos tenían recursos para ser usados, mientras que ellos tenían escasez de dichos medios. Pero en general, los ricos han considerado a todos los pobres de la misma manera, cuando hay una clase de pobres que están haciendo lo mejor que pueden para glorificar a Dios, para hacer el bien, para vivir la verdad. Estas personas son de sólido valor. Su juicio es bueno, su espíritu precioso a los ojos de Dios; y la cantidad de bien que hacen en su forma desinteresada es diez veces mayor que el que hacen las personas acomodadas, aunque estas últimas puedan dar grandes sumas algunas veces. El rico no ve ni se da cuenta de la necesidad de hacer bien, de ser rico en buenas obras, listo para distribuir, dispuesto a comunicar. 1TPI 467.3

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