Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
El deber hacia los huérfanos
Queridos Hnos. D,
La última visita de ustedes y la conversación subsiguiente me han sugerido muchos pensamientos, algunos de los cuales no puedo evitar de transcribir. Siento mucho que E no se haya portado siempre correctamente; pero, si se lo analiza bien, no se puede esperar perfección en un muchacho de su edad. Los niños tienen defectos, y necesitan una gran dosis de paciente instrucción. 2TPI 294.1
El hecho de que tenga sentimientos que no siempre son correctos, no es más de lo que se puede esperar de un muchacho de su edad. Recuerden que no tiene padre ni madre, ni nadie a quien confiar sus sentimientos, penas y tentaciones. Toda persona cree que puede contar con alguien que simpatice con ella. Este muchachito ha sido llevado de aquí para allá, de un lado al otro, y puede tener muchos errores, modales descuidados, muchísima independencia, y puede carecer de reverencia. Pero es bastante emprendedor, y con instrucción adecuada y un tratamiento amable, tengo la plena confianza de que no va a defraudar nuestras esperanzas, y que por lo contrario va a pagar plenamente todo el trabajo que se haya invertido en él. Si tomamos en cuenta sus desventajas, creo que es un chico muy bueno. 2TPI 294.2
Cuando les rogamos que lo recibieran, lo hicimos porque creíamos que era el deber de ustedes, y porque al hacerlo recibirían una bendición. No esperábamos que solamente ustedes se beneficiaran con la ayuda que les prestara el muchacho, sino que lo beneficiaran a él al cumplir un deber hacia un huérfano, deber que todo verdadero cristiano debería cumplir, y que debería llevar a cabo anhelosamente; un deber que implica sacrificio, que creímos les haría bien asumir, si lo hacían alegremente, con la mira de ser instrumentos en las manos de Dios para salvar un alma de las trampas de Satanás, de salvar a un hijo cuyo padre dedicó su preciosa vida a señalar a las almas el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. 2TPI 294.3
Por lo que se me mostró, los adventistas observadores del sábado tienen una noción muy débil de cuán grande es el lugar que el mundo y el egoísmo tienen en sus corazones. Si ustedes tienen el deseo de hacer el bien y de glorificar a Dios, pueden hacerlo de muchas maneras. Pero no han creído que esto sea el resultado de la verdadera religión. Este es el fruto que dará todo árbol bueno. No creyeron que se requería de ustedes que se interesaran en los demás, que consideraran sus casos como propios, y que manifestaran un interés abnegado precisamente en los que se encuentran con más necesidad de ayuda. No han salido a buscar al más necesitado, al más desamparado. Si tuvieran hijos propios a quienes podrían brindar cuidados, afecto y amor, no estarían tan ensimismados en sus propios intereses. Si los que no tienen hijos, a quienes Dios ha hecho mayordomos de medios económicos, quisieran extender sus corazones para cuidar de los niños que necesitan amor, cuidado y afecto, y que se les supla de los bienes de este mundo, serían mucho más felices que ahora. Mientras haya niños que no cuenten con el cuidado piadoso de un padre, ni con el tierno amor de una madre, y que estén expuestos a las influencias corruptas de estos últimos días, es deber de alguien ocupar el lugar del padre y la madre para algunos de ellos. Aprendan a darles amor, afecto y simpatía. Todos los que profesan tener un Padre en los cielos, que esperan les prodigue cuidados, y que finalmente se los lleve al hogar que les ha ido a preparar, deberían sentir la solemne obligación de hacerse amigos de los que no tienen amigos, de ser padres de los huérfanos, de ayudar a las viudas, y de ser de alguna utilidad práctica en este mundo al beneficiar a algunos seres humanos. Muchos no han considerado este asunto en su verdadera perspectiva. Si viven sólo para sí mismos, no dispondrán de la fuerza suficiente que esto requiere. 2TPI 295.1
Los jóvenes que se están desarrollando entre nosotros no reciben el cuidado que deberían recibir. Algunos de los hermanos deberían asumir ciertos deberes que no están dispuestos a considerar ni a llevar a cabo. El temor a la incomodidad es suficiente excusa para muchos. El día de Dios pondrá de manifiesto muchos deberes no cumplidos: almas perdidas porque los egoístas no estuvieron dispuestos a interesarse en ellos y a trabajar en su favor. 2TPI 295.2
Se me mostró que si los profesos cristianos cultivaran más afecto y consideración en la atención de los demás, su recompensa se cuadruplicaría. Dios toma nota. El sabe para qué vivimos, y si nuestras vidas están dedicadas a hacer lo mejor en favor de los pobres y caídos seres humanos, o si nuestros ojos están eclipsados a todo lo que no sea nuestro propio interés, y a todo ser humano con excepción de nuestro pobre yo. Les ruego en nombre de Cristo, en nombre de las propias almas de ustedes, y en nombre de la juventud, no considerar tan livianamente este asunto como muchos lo hacen. Es un tema importante y serio, que afecta tanto los intereses del reino de Cristo como la salvación de almas preciosas. ¿Por qué no habría de ser un deber que Dios les impone a los que pueden, que gasten algo en beneficio de los destituidos, aunque sean ignorantes e indisciplinados? ¿Se van a dedicar ustedes a trabajar solamente donde reciban el provecho más egoísta y placentero? No condice con ustedes que descuiden el favor divino que el Cielo les ofrece si atienden a los necesitados, y dejen a Dios llamando en vano a la puerta. Está allí en la persona de los pobres, los huérfanos desamparados y las viudas afligidas, que necesitan amor, simpatía, afecto y ánimo. Si no atienden a uno de éstos, tampoco atenderían a Cristo si estuviera sobre la tierra. 2TPI 296.1
Recuerden su anterior desventura, su ceguera espiritual, y las tinieblas que los envolvían antes que Cristo, el tierno y amante Salvador, acudiera a ayudarlos y los encontró allí donde estaban. Si dejan pasar la oportunidad de dar pruebas tangibles de su gratitud por el amor maravilloso y asombroso que el Salvador compasivo manifestó por ustedes, que eran extranjeros en la comunidad de Israel, hay razones para temer que les puedan sobrevenir tinieblas y miserias mayores aún. Ahora es el tiempo de la siembra para ustedes. Cosecharán lo que siembren. Aprovechen mientras puedan de todo privilegio que se les conceda de hacer el bien. Esos privilegios aprovechados serán como chubascos que los regarán y los reavivarán. Aprovechen toda oportunidad que esté a su alcance, de hacer el bien. Las manos ociosas cosecharán muy poco. ¿Para qué viven los de más edad sino para cuidar a los jóvenes y ayudar a los desamparados? Dios nos los ha encomendado a nosotros, que tenemos más edad y experiencia, y nos va a llamar a cuenta si no asumimos estas responsabilidades. ¡Qué si no se aprecian nuestras labores! ¡Qué si fracasamos muchas veces y sólo tenemos éxito en una! Este único éxito contrarrestará todos los desánimos que hayamos experimentado antes. 2TPI 296.2
Pocos tienen una noción exacta de lo que abarca la palabra cristiano. Es ser semejante a Cristo, es hacer el bien en favor de los demás, es estar desprovisto de egoísmo y que nuestras vidas estén marcadas por actos de desinteresada generosidad. El Redentor deposita las almas en los brazos de los miembros de la iglesia, para que las cuiden abnegadamente y las preparen para el Cielo, y para que de ese modo se conviertan en colaboradores suyos. Pero la iglesia demasiado a menudo los arroja al campo de batalla del diablo. Algún miembro de iglesia dice: “No es mi deber”, y se excusa con alguna trivialidad. “Bueno -dice otro-, tampoco es mi deber”, y por último no es deber de nadie y el alma queda abandonada para perecer. Es deber de todo cristiano dedicarse a esta empresa de abnegación y sacrificio. ¿No es capaz Dios de acrecentar sus graneros y aumentar sus rebaños, de manera que en lugar de pérdida haya ganancia? “Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza”. Proverbios 11:24. 2TPI 297.1
La obra de todo hombre será probada y sometida a juicio, y cada cual será recompensado de acuerdo con sus obras. “Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia”. Proverbios 3:9-10. “¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?” Isaías 58:6-7. Lean el versículo siguiente, y noten la rica recompensa prometida a los que hacen esto: “Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto”. vers. 8. Aquí hay una promesa preciosa y abundante para todos los que se interesen en los casos de los necesitados. ¿Cómo puede Dios descender para bendecir y prosperar a los que no se preocupan de nadie fuera de sí mismos, y que no usan lo que Dios les ha confiado para glorificar su nombre en la tierra? 2TPI 297.2
La Hna. Ana More falleció; murió como mártir por causa del egoísmo de un pueblo que profesa procurar gloria, honra, inmortalidad y vida eterna. Separada de los creyentes durante el pasado invierno, que fue muy frío, esta abnegada misionera murió porque no hubo corazones suficientemente generosos como para recibirla. No acuso a nadie. No soy juez. Pero cuando el Juez de toda la tierra haga la investigación pertinente, alguien va a aparecer como culpable. Todos nos hemos empequeñecido y consumido en nuestro propio egoísmo. Quiera Dios rasgar este maldito manto con que nos cubrimos, para darnos entrañas de misericordia, corazones de carne, ternura y compasión; ésta es mi oración, que brota de un alma oprimida y angustiada. Estoy segura de que se debe hacer una obra en favor de nosotros; de lo contrario, seremos hallados faltos en el día de Dios. 2TPI 298.1
Con respecto a E, les ruego que no se olviden que es sólo un niño, y que tiene la experiencia de un niño. No midan a ese pobre y débil niño comparándolo con ustedes mismos para esperar un rendimiento proporcional al de ustedes. Creo plenamente que están en condiciones de hacer lo correcto en favor de este huérfano. Preséntenle incentivos para que no crea que su tarea es triste, desprovista de todo vestigio de ánimo. Ustedes, mi hermano y mi hermana, pueden disfrutar de sus mutuas confidencias, pueden simpatizar el uno con el otro, pueden interesarse y entretenerse, y compartir sus pruebas y preocupaciones. Ustedes tienen algo de qué estar contentos, mientras él está solo. Es un muchacho que piensa, pero no tiene en quién confiar, ni nadie que le dé una palabra de ánimo en medio del desaliento y de las duras pruebas que yo sé que tiene como cualquier persona mayor. 2TPI 298.2
Si ustedes se encierran en sí mismos, su amor es egoísta, y no puede contar con la bendición del Cielo. Tengo la firme esperanza de que ustedes van a amar a ese huérfano por causa de Cristo; que se van a dar cuenta de que sus posesiones carecerán de valor a menos que las empleen para hacer el bien. Hagan el bien; sean ricos en buenas obras, listos para distribuir, dispuestos a comunicar, acumulando para ustedes un buen fundamento para el porvenir, de modo que puedan echar mano de la vida eterna. Nadie obtendrá la recompensa de la vida eterna sino sólo los abnegados. Un padre y una madre moribundos dejaron sus joyas al cuidado de la iglesia, para que los instruyeran en las cosas de Dios, y los prepararan para el Cielo. Cuando esos padres busquen a sus seres queridos, y verifiquen que uno falta por causa de nuestra negligencia, ¿qué podrá contestar la iglesia? En gran medida es responsable de la salvación de estos huérfanos. 2TPI 298.3
Con toda seguridad ustedes no han logrado conseguir la confianza y el afecto del niño porque no le dieron pruebas más tangibles de su amor, y porque le escatimaron algunos incentivos. Si no podían gastar dinero, por lo menos de alguna manera podrían haberle dado a conocer que no eran indiferentes a su caso. Creer que el amor y el afecto es unilateral, es un error. ¿En qué medida se han educado ustedes para manifestar afecto? Están demasiado encerrados en sí mismos, y no sienten la necesidad de rodearse de una atmósfera de ternura y bondad, que procede de la verdadera nobleza del alma. Los Hnos. F dejaron sus hijos al cuidado de la iglesia. Tenían suficientes parientes ricos que querían a los chicos, pero que eran incrédulos, y si hubieran sido dejados a su cuidado, o si se hubieran convertido en sus tutores, habrían apartado sus corazones de la verdad para llevarlos al error, y habrían puesto en peligro su salvación. Como no se les permitió tener a los chicos, se enojaron y no han hecho nada por ellos. La confianza de estos padres en la iglesia debería ser tomada en consideración, y no tendría que ser olvidada como consecuencia del egoísmo. 2TPI 299.1
Tenemos un profundo interés en estos chicos. Una de ellas ya ha desarrollado un hermoso carácter cristiano, y se casó con un ministro del Evangelio. Y ahora, como retribución por todos los cuidados y atenciones que se le brindaron, es una verdadera portadora de cargas en la iglesia. Se la busca para que dé opiniones y consejos por parte de los que tienen menos experiencia, y los que lo hacen no son defraudados. Posee verdadera humildad cristiana, que sólo puede inspirar respeto y confianza en todos los que la conocen. Estos chicos están tan cerca de mi corazón como mis propios hijos. No los voy a perder de vista ni voy a dejar de preocuparme por ellos. Los amo sinceramente, tierna y afectuosamente. 2TPI 299.2
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