Testimonios para la Iglesia, Tomo 2
Un llamado a los ministros
2 de octubre de 1868. En esa fecha se me mostró la obra grande y solemne que tenemos delante de nosotros al advertir al mundo del juicio venidero. Nuestro ejemplo, si está de acuerdo con la verdad que profesamos, salvará a unos pocos, y condenará a muchos al dejarlos sin excusa en el día cuando se decidan los casos de todos. Los justos estarán preparados para la vida eterna, y los pecadores, que no quisieron conocer ni la voluntad ni los caminos de Dios, estarán destinados a la destrucción. 2TPI 300.1
No todos los que predican la verdad a los demás están santificados por ella. Algunos tienen conceptos muy vagos acerca del carácter sagrado de la obra. Dejan de confiar en Dios y de hacer toda su obra en él. Lo más íntimo de sus almas no ha sido convertido. No han experimentado en su vida diaria el misterio de la piedad. Se están refiriendo a verdades inmortales, con tanto peso como la eternidad, pero no son ni cuidadosos ni fervientes para permitir que esas verdades hagan incursiones en sus almas, de manera que lleguen a formar parte de ellos mismos, y ejerzan influencia sobre todo lo que hacen. No se han casado, por así decirlo, con los principios que implican estas verdades, de manera que sea imposible separar cualquier parte de la verdad de ellos mismos. 2TPI 300.2
Sólo es aceptable delante de Dios la santificación del corazón y la vida. El ángel, señalando a los ministros que no andan bien, dijo lo siguiente: “Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones”. Santiago 4:8. “Purificaos los que lleváis los utensilios (vasos) de Jehová”. Isaías 52:11. Dios pide integridad de alma; pide que la verdad penetre en lo más íntimo, para transformar el ser entero mediante la renovación del entendimiento gracias a la influencia del Espíritu divino. No todos los ministros están dedicados a la obra; no todos ponen el corazón en ella. Avanzan con tanta lentitud como si dispusieran de un milenio para trabajar por las almas. Evitan cargas y responsabilidades, cuidados y privaciones. La abnegación, los sufrimientos y el cansancio no son ni agradables ni convenientes. Algunos estudian la manera de salvarse del trabajo agotador. Estudian de qué manera pueden satisfacer sus propias conveniencias, las de sus esposas y sus hijos; y casi pierden de vista la obra a la cual se dedicaron. 2TPI 300.3
Dios pide que los pastores que no han hecho la obra en él humillen sus almas y hagan confesiones sinceras. Se me mencionaron los casos de hombres que se dedican a empresas mundanas. Saben que para lograr sus propósitos se van a cansar. Sacrifican las comodidades y el amor del hogar, y soportan privaciones; son perseverantes, enérgicos y ardientes. No todos nuestros ministros manifiestan siquiera la mitad del celo que ponen en evidencia a los que están tratando de obtener una ganancia terrenal. No son tan constantes en sus propósitos ni tan fervientes en sus esfuerzos; no son tan perseverantes, ni están tan dispuestos a negarse a sí mismos como los que se dedican a propósitos mundanales. 2TPI 301.1
Comparen estas dos empresas. Una es segura, eterna, perdurable como la vida de Dios; la otra es algo de esta vida, cambiante, perecedero; y si los hombres logran el éxito en la prosecución de sus ambiciones, frecuentemente sus ganancias muerden como serpientes, y los sumergen en la perdición. ¡Oh! ¿por qué tiene que haber un contraste tan grande entre los que están dedicados a una empresa mundana y los que se consagraron a una empresa celestial? El primero trabaja para conseguir un tesoro terrenal, perecedero, y en el esfuerzo sufre mucho dolor para conseguir algo que con frecuencia es una fuente de grandes males; el otro, esforzándose por la salvación de almas preciosas, que serán aprobadas por el Cielo y recompensadas con las riquezas eternas. No hay que correr riesgos en este caso, ni hay que experimentar pérdidas; las ganancias.son seguras e inmensas. 2TPI 301.2
Los que están en lugar de Cristo rogando que las almas se reconcilien con Dios, deberían manifestar por precepto y ejemplo un interés inalterable por su salvación. Su fervor, perseverancia, abnegación y espíritu de sacrificio deberían de exceder la diligencia y la sinceridad de los que procuran las ganancias terrenales, en la medida en que las almas son más valiosas que las heces de la tierra, y el motivo más elevado que el de una empresa terrenal. La importancia de toda empresa mundana es trivial comparada con la obra de salvar almas. Las cosas de la tierra no son duraderas, aunque cuesten mucho. Pero un alma salvada resplandecerá en el reino de los cielos por las edades eternas. 2TPI 301.3
Algunos ministros están dormidos, y los hermanos también están dormidos; pero Satanás está bien despierto. Hay poco sacrificio en favor de Dios y la verdad. Los ministros deben dar el ejemplo. En sus labores, deberían mostrar que consideran las cosas eternas de valor infinito, y las cosas terrenas como nada en comparación. Hay ministros que están predicando la verdad presente, que deben convertirse. Sus entendimientos deben vigorizarse. Sus corazones se tienen que purificar, sus afectos deben girar en torno de Dios. Deberían presentar la verdad de manera que despierte el intelecto para que puedan apreciar su excelencia, su pureza, y su carácter sagrado. Para hacerlo, deberían mantener delante de la mente temas de carácter elevado, que ejerzan una influencia purificadora, revitalizadora y exaltada sobre la inteligencia. El fuego purificador de la verdad debería arder sobre el altar de sus corazones, para darle buena influencia y carácter a sus vidas; entonces, no importa dónde vayan, en medio de las tinieblas y las sombras, iluminarán a los que están en la oscuridad con la luz que mora en ellos y que irradia a su alrededor. 2TPI 302.1
Los ministros deben estar imbuidos del mismo espíritu que se manifestó en su Maestro cuando estuvo sobre la tierra. Anduvo haciendo bienes, bendiciendo a los demás por medio de su influencia. Fue un varón de dolores, experimentado en quebrantos. Los ministros deberían tener conceptos claros acerca de las cosas eternas, y de los requerimientos de Dios para con ellos; entonces podrán impresionar a los demás, e inducirlos a gustar la contemplación de las cosas celestiales. 2TPI 302.2
Los ministros deberían convertirse en estudiosos de la Biblia. ¿Son poderosas las verdades que presentan? Entonces deberían tratar de hacerlo con habilidad. Sus ideas deberían ser claras y definidas, y su actitud fervorosa; en caso contrario debilitarán la verdad que presentan. Mediante la blanda presentación de la verdad, sólo repitiendo la teoría sin que ésta los sacuda a ellos mismos, nunca van a convertir a los seres humanos. Aunque vivieran tanto tiempo como Noé, sus esfuerzos no darían resultados. Su amor por las almas debería ser intenso, y su celo ferviente. Una presentación de la verdad tranquila y sin sentimientos, nunca despertará a los hombres y las mujeres de su sopor de muerte. Deben poner de manifiesto mediante sus modales, actos y palabras, y mediante su predicación y su oración, que creen que Cristo está a las puertas. Los hombres y las mujeres están viviendo en las últimas horas del tiempo de prueba, no obstante lo cual son descuidados e insensatos, y los ministros no tienen poder para despertarlos; porque ellos también están durmiendo. ¡Predicadores dormidos que le predican a congregaciones dormidas! 2TPI 302.3
Se debe hacer una gran obra en favor de los ministros para que la predicación de la verdad sea un éxito. La Palabra de Dios debería ser estudiada cabalmente. Toda otra lectura es inferior a ésta. Un estudio cuidadoso de la Biblia no debería excluir toda otra lectura de naturaleza religiosa; pero si la Palabra de Dios se estudia con oración, toda lectura que tienda a apartar la mente de ella será excluida. Si estudiamos la Palabra de Dios con interés, y oramos para comprenderla, descubriremos nuevas bellezas en cada línea. Dios revelará preciosas verdades con tanta claridad, que la mente obtendrá de ella verdadero placer, y gozará de una fiesta permanente a medida que se van desarrollando sus sublimes verdades. 2TPI 303.1
Las visitas de casa en casa constituyen una parte importante de las labores del ministro. Debería tratar de conversar con todos los miembros de la familia, ya sea que profesen la verdad o no. Es deber suyo afirmar la espiritualidad de todos; y debería vivir tan cerca de Dios que pueda aconsejar, exhortar y reprender con cuidado y sabiduría. Debería tener la gracia de Dios en su propio corazón, y la gloria de Dios constantemente en vista. Toda liviandad y trivialidad está definidamente prohibida en la Palabra de Dios. Su conversación debería referirse al Cielo; sus palabras deberían estar sazonadas con gracia. Toda adulación debería ser puesta de lado; porque la obra de Satanás consiste en adular. Los hombres, pobres, débiles y caídos, generalmente tienen un concepto bastante elevado de sí mismos, y no necesitan que se les ayude en ese sentido. Adular a los ministros está fuera de lugar. Pervierte la mente, y no conduce a la mansedumbre y la humildad; pero a los hombres y las mujeres les gusta que los alaben, y con demasiada frecuencia a los ministros también. Su vanidad resulta complacida; pero esto, para muchos, ha sido una maldición. La reprensión debería ser más apreciada que la adulación. 2TPI 303.2
No todos los que predican la verdad se dan cuenta de que su testimonio y su ejemplo están decidiendo el destino de las almas. Si son infieles en su misión, y se vuelven descuidados en su trabajo, algunas almas se perderán como resultado de ello. Si son abnegados y fieles en la obra que el Señor les ha ordenado hacer, serán instrumentos para la salvación de muchos. Algunos permiten que ciertas trivialidades los desvíen de la obra. Los malos caminos, la lluvia o algunas pequeñeces en la casa son excusas suficientes para abandonar el trabajo en favor de las almas. Y con frecuencia esto ocurre en el momento más importante de la obra. Cuando se ha suscitado un interés, y las mentes de la gente han sido sacudidas, se deja que ese interés muera porque el ministro decidió dedicarse a un campo de trabajo más fácil y placentero. Los que se conducen de esta manera revelan claramente que la preocupación de la obra no pesa sobre ellos. Les gusta que la gente los busque. No están dispuestos a soportar las privaciones y dificultades que siempre recaen sobre el verdadero pastor. 2TPI 304.1
Algunos no tienen experiencia en emprender la obra como si se tratara de algo de vital importancia. No la emprenden con el celo y el fervor que pondría de manifiesto que están haciendo una obra que debe soportar la prueba del juicio. Obran demasiado confiados en sus propias fuerzas. No hacen de Dios su confianza, y por lo tanto los errores y las imperfecciones aparecen en todos sus esfuerzos. No le dan a Dios la oportunidad de hacer nada en favor de ellos. No andan por fe sino por vista. No avanzan más rápidamente ni más allá de lo que pueden ver. Parece que no entendieran que arriesgar algo por causa de la verdad tendría algo que ver con experiencia religiosa. 2TPI 304.2
Algunos salen de su hogar para trabajar en el campo de la evangelización, pero no obran como si las verdades a las que se refieren fueran una realidad para ellos. Sus actos ponen de manifiesto que ellos mismos no han experimentado el poder salvador de la verdad. Fuera del escritorio, parecería que no tienen ninguna preocupación por la verdad. Trabajan a veces aparentemente para ganar algo, pero con más frecuencia para no ganar nada. Los tales se sienten con tanto derecho al salario que reciben, como si se lo hubieran ganado; pero su falta de consagración ha costado más trabajo, ansiedad y dolor de corazón a los obreros que tienen sobre sí la preocupación de la obra, que todo el bien que podrían haber hecho los esfuerzos de esos otros obreros. Los tales no son obreros provechosos. Pero tendrán que llevar esta responsabilidad ellos mismos. 2TPI 304.3
A menudo ocurre que los pastores se sienten inclinados a visitar casi únicamente las iglesias, dedicando su tiempo y sus fuerzas a una tarea que no hará ningún bien. Frecuentemente las iglesias les llevan ventaja a los ministros que trabajan entre ellas, y prosperarían más si esos pastores se hicieran a un lado y les dieran la oportunidad de trabajar. Los esfuerzos de estos ministros para edificar las iglesias lo único que logran es derribarlas. La teoría de la verdad se presenta una y otra vez, pero no acompañada del poder vitalizador de Dios. Manifiestan una negligente indiferencia; esta actitud es contagiosa, y las iglesias pierden el interés y la preocupación por la salvación de los demás. De ese modo, mediante su predicación y su ejemplo, los pastores adormecen a la gente en una seguridad carnal. Si dejaran las iglesias, y fueran a nuevos campos, y trabajaran para levantar otras iglesias, descubrirían cuáles son sus habilidades, y cuánto cuesta atraer a las almas para que se decidan por la verdad. Entonces comprenderían cuán cuidadosos deberían haber sido para que su ejemplo y su influencia nunca desanimaran ni debilitaran a aquellos que habían requerido mucho trabajo arduo, con oración, para convertirlos a la verdad. “Cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro”. Gálatas 6:4. 2TPI 305.1
Las iglesias dan de sus medios económicos para sostener a los ministros en su obra. ¿Qué tienen ellos para animarlas a ser generosas? Algunos ministros trabajan mes tras mes, y logran tan poco que las iglesias se desaniman; no pueden ver que se haya hecho algo para convertir a las almas a la verdad, ni para que los miembros de iglesia sean más fervientes en su amor a Dios y a la verdad. Los que están manejando cosas sagradas deberían estar plenamente consagrados a la obra. Deberían manifestar por ella un interés desprovisto de egoísmo, y un ferviente amor por las almas que perecen. Si no poseen esto, se han equivocado de misión, y deberían dejar de enseñar a los demás; porque hacen más daño que el bien que podrían hacer. Algunos ministros se lucen a sí mismos, pero no alimentan al rebaño que perece por falta de alimento servido a su tiempo. 2TPI 305.2
Algunos tienen la tendencia a apartarse cuando surge la oposición. Temen entrar en nuevos lugares por causa de las tinieblas y los conflictos que esperan encontrar. Esto es cobardía. Hay que buscar a la gente donde se encuentra. Necesitan llamamientos conmovedores, como asimismo discursos prácticos y doctrinales. El precepto respaldado por el ejemplo tendrá una poderosa influencia. 2TPI 306.1
Un fiel pastor no procurará su propia comodidad ni conveniencia, sino que trabajará teniendo en vista el interés de sus ovejas. En esta gran obra se va a olvidar del yo; en su búsqueda de la oveja perdida no se dará cuenta de si está cansado, tiene frío o hambre. Tiene sólo un propósito en vista: salvar las ovejas perdidas y errantes, sin importarle cuánto le pueda costar a él. Su salario no ejercerá influencia alguna sobre sus labores ni lo apartará de su deber. Ha recibido su cometido de parte de la Majestad del Cielo, y espera su recompensa cuando haya terminado la obra que se le confió. 2TPI 306.2
Los que se dedican a la enseñanza en las escuelas se preparan para esa obra. Se califican al asistir al colegio y al interesar la mente en el estudio. No se les permite enseñar ciencias a los niños y jóvenes, a menos que sean capaces de hacerlo. Cuando solicitan un puesto de maestro, tienen que rendir un examen frente a personas competentes. Es una obra importante trabajar con las mentes juveniles, e instruirlas correctamente en el conocimiento de las ciencias. Pero, ¡de cuánta mayor importancia es la obra del ministro! Pero muchos se incorporan a la importante tarea de interesar a hombres y mujeres para que entren en la escuela de Cristo, donde van a aprender cómo formar caracteres para el Cielo, cuando ellos mismos deberían ser alumnos. Algunos que entran en el ministerio no sienten sobre sí la responsabilidad de la obra. Han recibido ideas incorrectas acerca de las calificaciones de un ministro. Creyeron que para ser pastor sólo se necesitaba un poco de estudio de las ciencias y la Palabra de Dios. Algunos de los que están enseñando la verdad presente no conocen sus Biblias. Son tan deficientes en el conocimiento de la Palabra que les resulta difícil citar correctamente de memoria un texto de las Escrituras. Al cometer torpezas, como lo suelen hacer, están pecando contra Dios. Mutilan las Escrituras y le hacen decir a la Biblia cosas que no están escritas en ella. 2TPI 306.3
Algunos que a lo largo de sus vidas se han dejado llevar por los sentimientos, han creído que la educación y el conocimiento cabal de las Escrituras no tenían importancia, mientras ellos tuvieran el Espíritu. Pero Dios nunca envía su Espíritu para sancionar la ignorancia. Los que no tienen conocimiento, y que se encuentran en una situación tal que les resulta imposible obtenerlo, el Señor puede tener piedad de ellos y bendecirlos, y a veces lo hace, y condesciende de tal manera que su fortaleza se perfecciona en la debilidad de ellos. Pero les impone el deber de estudiar su Palabra. La falta de conocimiento de las ciencias no es excusa para descuidar el estudio de la Biblia; porque las palabras de la inspiración son tan claras que hasta el hombre sin letras las puede entender. 2TPI 307.1
De todos los hombres que se encuentran sobre la superficie de la tierra, los que presentan las solemnes verdades para estos tiempos peligrosos deberían comprender sus Biblias y conocer las evidencias de nuestra fe. A menos que conozcan la Palabra de vida, no tienen derecho a enseñar a los demás el camino de la vida. Los ministros deberían procurar con toda diligencia añadir a su “fe, virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor”. 2 Pedro 1:5-7. Algunos de nuestros ministros se graduaron cuando apenas habían aprendido los rudimentos de la doctrina de Cristo. Los que son embajadores del Señor, deberían estar calificados para presentar inteligentemente nuestra fe, y en condiciones de dar razón de su esperanza, con mansedumbre y temor. Cristo dijo: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”. Juan 5:39. 2TPI 307.2
Los ministros que enseñan una verdad impopular, serán acosados por hombres instados por Satanás y que, como su amo, pueden citar las Escrituras fácilmente; y, ¿estarán los siervos de Dios en condición de inferioridad frente a los siervos de Satanás en el manejo de las palabras de la inspiración? Ellos, como Cristo, deberían estar en condiciones de confrontar la Escritura con la Escritura. ¡Oh, si los que ministran con las cosas sagradas se despertaran y, como los nobles bereanos, escudriñaran cada día las Escrituras! Hermanos en el ministerio: les ruego que estudien las Escrituras con humilde oración para que tengan un corazón capaz de comprender, a fin de que puedan enseñar el camino de la vida en forma más perfecta. El consejo de ustedes, sus oraciones y su ejemplo debería ser sabor de vida para vida; en caso contrario no están en condiciones de enseñar el camino de la vida a los demás. 2TPI 308.1
El Maestro requiere de todos sus siervos que aprovechen los talentos que les encomendó. Pero cuánto más va a requerir de los que pretenden conocer el camino de la vida y que han asumido la responsabilidad de guiar a otros por él. El apóstol Pablo exhortó a Timoteo con estas palabras: “Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros”. 2 Timoteo 2:2. 2TPI 308.2
Los gloriosos resultados logrados por el ministerio de los discípulos escogidos por Cristo, fue la consecuencia de llevar en sus cuerpos la muerte del Señor Jesús. Algunos de los que dieron testimonio en favor de Cristo eran hombres sin letras e ignorantes; pero la gracia y la verdad reinaban en sus corazones, inspirando y purificando sus vidas, y controlando sus acciones. Eran representantes vivientes de la mente y el espíritu de Cristo. Eran epístolas vivientes, conocidas y leídas por todos los hombres. Fueron aborrecidos y perseguidos por todos los que recibieron la verdad que predicaban y sin embargo despreciaron la cruz de Cristo. 2TPI 308.3
Los malvados no se oponen a la forma de la piedad, ni rechazan el ministerio popular que no les pide que lleven la cruz. El corazón irregenerado no levantará objeciones serias contra una religión que no tiene nada que haga temblar al trasgresor de la ley, o que induzca al corazón y a la mente a meditar en las terribles realidades del juicio venidero. Es la manifestación del Espíritu y del poder de Dios lo que suscita oposición e induce a rebelarse al corazón no regenerado. La verdad que salva el alma no solamente debe proceder de Dios, sino que su Espíritu debe acompañar a su comunicación a los demás; en caso contrario, cae impotente delante de las influencias opositoras. ¡Oh, que la verdad surja de los labios de los siervos de Dios con tal poder que se abra camino a fuego hacia los corazones de la gente! 2TPI 308.4
Los ministros deben estar imbuidos del poder de lo alto. Cuando la verdad, en su sencillez y fortaleza, tal como es en Jesús, se la presenta en oposición al espíritu del mundo, condenando sus placeres excitantes y sus encantos corruptores, se verá entonces claramente que no hay acuerdo entre Cristo y Belial. El corazón irregenerado no puede discernir las cosas del Espíritu de Dios. Un ministro carente de consagración, que presenta la verdad sin entusiasmo alguno, mientras su propia alma permanece inconmovible frente a las verdades que comunica a los demás, solamente hará daño. Cada esfuerzo que lleva a cabo lo único que hace es bajar la norma. 2TPI 309.1
El interés egoísta debe desaparecer consumido por una profunda ansiedad por la salvación de las almas. Algunos ministros han trabajado, no porque no se atrevieran a hacer otra cosa, no porque temieran que algo les podría ocurrir, sino por el salario que iban a recibir. Dijo el ángel: “¿Quién también hay de vosotros que cierre las puertas o alumbre mi altar de balde? Yo no tengo complacencia en vosotros, dice Jehová de los ejércitos, ni de vuestra mano aceptaré ofrenda”. Malaquías 1:10. 2TPI 309.2
Es totalmente erróneo cobrar por cada mandado que se hace para Dios. La tesorería del Señor ha sido agotada por quienes sólo han sido un perjuicio para la causa. Si los ministros se entregan plenamente a la obra de Dios, y dedican todas sus energías a edificar su causa, nada les faltará. Con respecto a las cosas temporales, están en mejores condiciones que su Señor, y que los discípulos que él envió para salvar a los hombres que estaban a punto de perecer. Nuestro gran Ejemplo, que moró en el resplandor de la gloria del Padre, fue despreciado y rechazado por los hombres. El oprobio y la calumnia lo siguieron. Sus discípulos escogidos eran vivos ejemplos de la vida y la actitud de su Maestro. Se los honró con azotes y cárcel; y finalmente sellaron su ministerio con su sangre. 2TPI 309.3
Cuando los ministros están tan interesados en la obra que la llegan a amar como si formara parte de su existencia, entonces pueden decir: “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. Romanos 8:35-39. 2TPI 310.1
“Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo Señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria”. 1 Pedro 5:1-4. 2TPI 310.2
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