Obreros Evangélicos

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El mejoramiento propio

Los predicadores de edad y experiencia deben sentir que es deber suyo, como siervos de Dios, ir adelante, progresar cada día, volviéndose continuamente más eficientes en su obra, y reuniendo constantemente nuevo material que presentar a la gente. Cada esfuerzo para exponer el Evangelio debe ser un perfeccionamiento del anterior. Cada año deben desarrollar una piedad más profunda, un espíritu más tierno, una espiritualidad mayor y un conocimiento más cabal de la Biblia. Cuanto mayor sea su edad y experiencia, tanto más deben poder acercarse a los corazones de la gente, por tener más perfecto conocimiento de ellos.—Testimonies for the Church 4:270. OE 294.1

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Dios no tiene lugar para los perezosos en su causa; él quiere obreros reflexivos, bondadosos, afectuosos y fervientes. El ejercicio activo hará bien a nuestros predicadores. La indolencia es prueba de depravación. Cada facultad de la mente, cada hueso del cuerpo, cada músculo de los miembros, demuestra que Dios destinó nuestras facultades a ser ejercitadas, no a permanecer inactivas.... Los hombres que innecesariamente toman las horas del día para dormir, no tienen sentido del valor de los momentos preciosos y áureos.... OE 294.2

Las personas que no hayan adquirido hábitos de estricta laboriosidad y economía de tiempo, deben tener reglas fijas para impulsarlas a la regularidad y prontitud. Jorge Wáshington pudo hacer mucho trabajo porque se esmeraba en conservar el orden y la regularidad. Cada papel tenía su fecha y su lugar y no se perdía tiempo en buscar lo traspapelado. OE 294.3

Los hombres de Dios deben ser diligentes en el estudio, fervientes en la adquisición de conocimiento, sin perder nunca una hora. Por medio de ejercicios perseverantes pueden elevarse a casi cualquier grado de eminencia como cristianos, como hombres de poder e influencia. Pero muchos no alcanzarán nunca a descollar en el púlpito o los negocios, por causa de su falta de fijeza en su propósito, y la indolencia de los hábitos que contrajeron en su juventud. Se ve una descuidada falta de atención en cuanto emprenden. OE 295.1

Un impulso repentino de vez en cuando no es suficiente para lograr una reforma en estos indolentes amantes de la comodidad; es una obra que requiere paciente perseverancia en el bien hacer. Los hombres de negocios pueden tener verdadero éxito únicamente teniendo horas regulares para levantarse, para la oración, para las comidas y para acostarse. Si el orden y la regularidad son esenciales en el mundo de los negocios, ¡cuánto más no lo serán en la obra de Dios! OE 295.2

Muchos desperdician en la cama las alegres horas de la mañana. Una vez perdidas, estas preciosas horas se fueron para siempre; se pierden para esta vida y para la eternidad. ¡Qué despilfarro de tiempo causa en un año la pérdida de una sola hora por día! Piense en ello el dormilón, y considere cómo dará cuenta a Dios de las oportunidades perdidas. OE 295.3