Mensajes Selectos Tomo 2

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29—El empleo de remedios

Para aliviar el dolor y restaurar la salud

Empléense todos los medios.—Hacer uso de los medios curativos que Dios ha suministrado para aliviar el dolor y para ayudar a la naturaleza en su obra restauradora no es negar nuestra fe. No lo es tampoco el cooperar con Dios y ponernos en la condición más favorable para recuperar la salud. Dios nos ha facultado para que conozcamos las leyes de la vida. Este conocimiento ha sido puesto a nuestro alcance para que lo usemos. Debemos aprovechar toda facilidad para la restauración de la salud, sacando todas las ventajas posibles y trabajando en armonía con las leyes naturales.—El Ministerio de Curación, 231, 232 (1905). 2MS 328.1

Utilicemos los medios a nuestro alcance.—Su idea según la cual no habría que utilizar remedios para los enfermos, constituye un error. Dios no sana a los enfermos sin la ayuda de los medios de curación que están al alcance del hombre, o cuando los hombres rehúsan recibir el beneficio de los remedios sencillos que Dios ha provisto en el aire puro y en el agua. 2MS 328.2

Había médicos en los días de Cristo y de los apóstoles. A Lucas se lo llama el médico amado. El confiaba en el Señor para recibir habilidad en la aplicación de los remedios. 2MS 328.3

Cuando el Señor le dijo a Ezequías que prolongaría su vida durante quince años, y como señal de que cumpliría su promesa hizo que el sol retrocediera diez grados, ¿por qué no ejerció su poder restaurador directamente sobre el rey? Le indicó que aplicase una pasta de higos sobre su llaga, y ese remedio natural, que tenía la bendición de Dios, lo sanó. El Dios de la naturaleza instruye al instrumento humano para que utilice ahora los remedios naturales. 2MS 328.4

Podría seguir escribiendo indefinidamente sobre este asunto, hermano mío, pero voy a terminar refiriendo algunos pocos casos. [Luego sigue el relato de dos casos que se refieren al uso del carbón. Véase el capítulo 30.] 2MS 329.1

Todas estas cosas nos enseñan que debemos ser extremadamente cuidadosos para no aceptar ideas e impresiones radicales. Debo respetar sus ideas concernientes a la medicación a base de drogas; pero aun en esto Ud. no siempre debe dar a conocer a sus pacientes que descarta completamente las drogas, hasta que adquieran más conocimiento sobre ese tema. Con frecuencia Ud. se coloca en una posición que perjudica su influencia y no proporciona ningún bien, al expresar todas sus convicciones. De este modo Ud. se aísla del pueblo. Ud. debería modificar sus intensos prejuicios. Carta 182, 1899[A un obrero de ultramar]. 2MS 329.2

Los remedios de Dios.—Hay muchas maneras de practicar el arte de sanar; pero hay una sola que el cielo aprueba. Los remedios de Dios son los simples agentes de la naturaleza, que no recargarán ni debilitarán el organismo por la fuerza de sus propiedades. El aire puro y el agua, el aseo y la debida alimentación, la pureza en la vida y una firme confianza en Dios, son remedios por cuya falta están muriendo millares; sin embargo estos remedios están pasando de moda porque su uso hábil requiere un trabajo que la gente no aprecia. El aire puro, el ejercicio, el agua pura y un ambiente limpio y amable, están al alcance de todos con poco costo; mientras que las drogas son costosas, tanto en recursos como en el efecto que producen sobre el organismo.—Joyas de los Testimonios 2:142, 143 (1885). 2MS 329.3

El empleo de remedios sencillos.—La naturaleza requiere cierta ayuda para restituir las cosas a su condición debida, y esa ayuda puede encontrarse en los remedios más sencillos, especialmente en los remedios proporcionados por la misma naturaleza: el aire puro y el conocimiento de la forma debida de respirar; el agua pura, y el conocimiento del método correcto de aplicarla; abundancia de sol en todas las habitaciones de la casa, si tal cosa es posible, y el conocimiento acertado acerca de las ventajas que pueden obtenerse con su uso. Todos éstos son medios poderosos y eficaces, y el paciente que ha obtenido conocimiento acerca de la forma de comer y vestirse saludablemente, puede vivir con bienestar, paz y salud; y no se verá obligado a ingerir drogas, las cuales en lugar de ayudar a la naturaleza, paralizarán sus poderes. Si los enfermos y los que sufren tan sólo obraran perseverantemente en la forma que saben que deberían hacerlo en lo que atañe a vivir de acuerdo con los principios de la reforma pro salud, entonces en nueve de cada diez casos sanarían de sus padecimientos. Medical Ministry, 223, 224 [Manuscrito 22, 1887]. 2MS 330.1