Mensajes Selectos Tomo 2

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La presencia divina en la sala de operaciones*

Cristo en la sala de operaciones.—Antes de ejecutar una operación crítica, implore el cirujano la ayuda del gran Médico. Asegure al paciente que Dios puede hacerle salir bien de la prueba, y que en todo momento angustioso él es el refugio seguro para los que en él confían.—El Ministerio de Curación, 118 (1905). 2MS 325.2

El Salvador está presente en la habitación del enfermo y en la sala de operaciones; y su poder, para gloria de su nombre, lleva a cabo grandes cosas (Manuscrito 159, 1899 [Manuscrito “Los privilegios y los deberes del médico cristiano”]). 2MS 325.3

La cirugía no es una negación de la fe.—Tenemos el privilegio de utilizar todos los medios señalados por Dios de acuerdo con nuestra fe, y luego confiar en Dios cuando hemos pedido el cumplimiento de la promesa. Si hay necesidad de practicar una operación quirúrgica, y el cirujano está dispuesto a encargarse del caso, no constituye una negación de la fe el llevar a cabo la operación. Después que el paciente ha encomendado su voluntad a la voluntad de Dios, confíese y acérquese al Gran Médico, al Poderoso Sanador, y entréguese a él en perfecta confianza. El Señor honrará su fe en la forma que considere mejor para la gloria de su nombre. “Tu guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos”. Isaías 26:3, 4. (Manuscrito 67, 1899 [Manuscrito General]). 2MS 325.4

Jesús guió sus manos.—¿Quién ha estado a su lado mientras Ud. llevaba a cabo esas operaciones críticas? ¿Quién lo ha mantenido sereno y dueño de sí mismo en las crisis, y le ha proporcionado un rápido y agudo discernimiento, una clara visión, nervios firmes y hábil precisión? El Señor Jesús ha enviado a su ángel a su lado para indicarle qué debía hacer. Una mano ha descansado sobre su mano. Jesús, no Ud., ha guiado los movimientos de su instrumento. A veces Ud. ha comprendido esto y lo ha invadido una maravillosa serenidad. No se atrevía a apresurarse, y sin embargo ha trabajado rápidamente sabiendo que no había tiempo que perder. El Señor lo ha bendecido enormemente. Testimonies for the Church 8:187, 188 [Al director médico del hospital de Battle Creek; 1899]. 2MS 326.1

Cuando Ud. buscaba a Dios en sus operaciones difíciles, los ángeles estaban presentes a su lado, y las manos de ellos aparecían como las manos de Ud. realizando la tarea con una exactitud que sorprendía a quienes la presenciaban. Carta 73, 1899[Al médico a quien se alude en el párrafo anterior]. 2MS 326.2

El Vigilante Divino al lado del médico.—Cristo es el médico misionero más grande que ha existido. Nunca pierde un caso. Sabe cómo proporcionar fuerzas y dirección a los médicos que trabajan en esta institución. Está junto a ellos mientras llevan a cabo sus difíciles operaciones quirúrgicas. Sabemos que esto es así. El ha salvado vidas que se habrían perdido si el bisturí se hubiera desviado en lo que corresponde al espesor de un cabello. Los ángeles de Dios asisten constantemente a aquellos por quienes Dios ha dado su vida. 2MS 326.3

Dios proporciona habilidad y eficiencia a los médicos de esta institución, porque le están sirviendo a él. Saben que su habilidad no les pertenece sino que viene de arriba. Comprenden que junto a ellos hay un Vigilante divino que les da sabiduría y los capacita para actuar inteligentemente en su trabajo (Manuscrito 28, 1901 [Palabras dirigidas a los obreros del hospital de Santa Helena]). 2MS 327.1