La Historia de la Redención

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El fallecimiento y la resurrección de Moisés

“Subió Moisés de los campos de Moab al monte Nebo, a la cumbre del Pisga, que está en frente de Jericó; y le mostró Jehová toda la tierra de Galaad hasta Dan, todo Neftalí, y la tierra de Efraín y de Manasés, toda la tierra de Judá hasta el Mar Occidental; el Neguev y la llanura, la vega de Jericó, ciudad de las palmeras, hasta Zoar. Y le dijo Jehová: Esta es la tierra de que juré a Abrahán, a Isaac y a Jacob diciendo: A tu descendencia la daré. Te he permitido verla con tus ojos, mas no pasarás allá. Y murió allí Moisés, siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, en frente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy. Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor”. HR 176.2

Dios no quiso que nadie subiera con Moisés a la cumbre del Pisga. Allí éste se mantuvo de pie, sobre la elevada prominencia de la cumbre de ese monte, en la presencia de Dios y de los ángeles celestiales. Después de haber contemplado Canaán a su satisfacción, se reclinó a descansar como un guerrero fatigado. Lo asaltó el sueño, pero era el sueño de la muerte. Los ángeles tomaron su cuerpo y lo sepultaron en el valle. Los israelitas nunca pudieron encontrar el lugar donde fue sepultado. Ese funeral, celebrado en secreto, tenía como propósito evitar que la gente pecara contra el Señor cometiendo idolatría con su cuerpo. HR 177.1

Satanás se alegró muchísimo de haber conseguido éxito al lograr que Moisés pecara contra Dios. Por causa de esa transgresión cayó bajo el dominio de la muerte. Si hubiera seguido siendo fiel, y su vida no hubiera sido malograda por esa única transgresión, al no dar gloria a Dios cuando salió agua de la roca, podría haber entrado en la tierra prometida y haber sido trasladado al cielo sin pasar por la muerte. Miguel, o sea Cristo, y los ángeles que sepultaron a Moisés, descendieron del cielo después que permaneció en la tumba por algún tiempo y lo resucitaron para llevarlo al cielo. HR 177.2

Cuando Cristo y los ángeles se aproximaron a la tumba, Satanás y sus ángeles aparecieron junto a ella y montaron guardia en torno del cuerpo de Moisés para que no fuera retirado de allí. Al acercarse Cristo y sus ángeles, Satanás resistió ese avance, pero fue obligado a retroceder por la gloria y el poder de Cristo y sus ángeles. El adversario reclamó el cuerpo de Moisés por causa de esa única transgresión; pero Cristo mansamente recurrió a su Padre al decir: “El Señor te reprenda”. Judas 9. Cristo dijo a Satanás que sabía que Moisés se había arrepentido humildemente de ese único error, que no había más manchas en su carácter, y que su nombre permanecía en los libros del cielo sin mácula alguna. Entonces el Señor resucitó el cuerpo de Moisés que el diablo había reclamado. HR 177.3

En ocasión de la transfiguración de Cristo, Moisés y Elías, que fueron trasladados al cielo, fueron enviados para hablar con el Señor con respecto a sus sufrimientos, y para ser portadores de la gloria de Dios para su amado Hijo. Moisés fue grandemente honrado por el Altísimo. Tuvo el privilegio de hablar con el Señor cara a cara, como un hombre que habla con su amigo, y Dios le reveló su excelente gloria, como no lo hizo con nadie más. HR 178.1