La Historia de la Redención

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Instrucciones finales a Israel

Todo el pueblo se hallaba reunido delante de él, y leyó los acontecimientos de su historia pasada del libro que había escrito. También leyó las promesas que Dios les había hecho en el caso de que fueran obedientes, y las maldiciones que les sobrevendrían si eran desobedientes. HR 175.1

Moisés les dijo que por su rebelión Dios en varias oportunidades había tenido la intención de destruirlos, pero que él había intercedido por ellos tan fervorosamente que el Señor los había perdonado con generosidad. Les recordó los milagros que hizo el Altísimo ante Faraón y toda la tierra de Egipto. Les dijo: “Mas vuestros ojos han visto todas las grandes obras que Jehová ha hecho. Guardad, pues, todos los mandamientos que yo os prescribo hoy, para que seáis fortalecidos, y entréis y poseáis la tierra a la cual pasáis para tomarla”. Deuteronomio 11:7, 8. HR 175.2

Moisés advirtió especialmente a los hijos de Israel que no fueran seducidos por la idolatría. Los instó con fervor a que obedecieran los mandamientos de Dios. Si obedecían al Señor y lo amaban y servían con un amor íntegro, les daría lluvias a su tiempo, haría crecer la vegetación y aumentaría sus ganados. Gozarían de privilegios especiales e importantes, y triunfarían sobre sus enemigos. HR 175.3

Moisés instruyó a los hijos de Israel con sinceridad y en forma impresionante. Sabía que era la última vez que les iba a dirigir la palabra. Terminó escribiendo en un libro todas las leyes, los reglamentos y estatutos que Dios le había dado, y las distintas instrucciones concernientes a las ofrendas y los sacrificios. Puso el libro en manos de hombres que ejercían cargos sagrados y les solicitó que, para salvaguardarlo, lo pusieran al lado del arca, donde el cuidado de Dios se ejercía continuamente. Había que preservar ese libro de Moisés para que los jueces de Israel pudieran referirse a él en todos los casos en que fuera necesario. La gente que está sometida al error a menudo interpreta los requerimientos de Dios de manera que se ajusten a su propio caso; por eso se guardó el libro de Moisés en un lugar sumamente sagrado, para que se recurriera a él en lo futuro. HR 175.4

Moisés puso fin a sus últimas instrucciones al pueblo mediante un discurso poderoso y profético, patético y elocuente. Bajo la inspiración de Dios bendijo por separado a las tribus de Israel. En sus palabras finales se espació bastante sobre la majestad de Dios y la excelencia de Israel, que perduraría para siempre si obedecía los mandamientos de Dios y se aferraba a su fortaleza. HR 176.1