La Historia de la Redención

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De regreso al desierto

El Señor ordenó a los hebreos que regresaran al desierto en dirección del Mar Rojo. Se habían acercado a la buena tierra, pero por causa de su malvada rebelión perdieron su derecho a gozar de la protección de Dios. Si hubieran aceptado el informe de Caleb y Josué, y hubieran avanzado inmediatamente, Dios les habría dado la tierra de Canaán. Pero fueron incrédulos y manifestaron un espíritu tan insolente contra Dios que acarrearon sobre sí la sentencia de que nunca entrarían en la tierra prometida. Piadosa y misericordiosamente Dios los envió de regreso al Mar Rojo, porque los amalecitas y los cananeos, mientras ellos perdían tiempo murmurando, se informaron de las incursiones de los espías y se prepararon para hacer guerra contra los hijos de Israel. HR 166.2

“Y Jehová habló a Moisés y a Aarón, diciendo: ¿Hasta cuándo oiré esta depravada multitud que murmura contra mí, las querellas de los hijos de Israel, que de mí se quejan?” El Señor ordenó a Moisés y Aarón que dijeran al pueblo que haría lo que habían pedido. Habían dicho: “¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos!” Dios iba a cumplir la palabra de ellos. Ordenó a sus siervos que les dijeran que todos los que tuvieran veinte años o más caerían en el desierto, por causa de su rebelión y de su queja contra Dios. Sólo Caleb y Josué entrarían en la tierra de Canaán. “Pero a vuestros niños, de los cuales dijisteis que serían por presa, yo los introduciré, y ellos conocerán la tierra que vosotros despreciasteis”. HR 167.1

El Señor declaró que los hijos de los hebreos peregrinarían cuarenta años en el desierto, a partir de su salida de Egipto, a causa de la rebelión de sus padres hasta que todos éstos murieran. Tendrían que soportar y sufrir la consecuencia de su iniquidad por cuarenta años, de acuerdo con la cantidad de días que habían inspeccionado la tierra, un día por año. “Y conoceréis mi castigo”. Debían comprender plenamente que ese era el castigo por la idolatría y por sus rebeldes quejas que habían obligado al Señor a mudar sus propósitos con respecto a ellos. A Caleb y a Josué les prometió una recompensa aparte de todo el resto de la hueste de Israel, pues ésta había perdido su derecho a implorar el favor y la protección de Dios. HR 167.2