La Historia de la Redención

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Liberación en el Mar Rojo

“Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen. Y alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco”. Dios quería que Moisés comprendiera que obraría en favor de su pueblo, que la necesidad de éste sería su oportunidad. Cuando avanzaran tanto como fuera posible, debía instarlos a que prosiguieran; tenía que usar la vara que Dios le había dado para dividir las aguas. HR 126.2

“Y he aquí, yo endureceré el corazón de los egipcios para que los sigan; y yo me glorificaré en Faraón y en todo su ejército, en sus carros y en su caballería; y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando me glorifique en Faraón, en sus carros y en sus gentes de a caballo. Y el ángel de Dios que iba delante del campamento de Israel, se apartó e iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a sus espaldas, e iba entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel; y era nube y tinieblas para aquéllos, y alumbraba a Israel de noche, y en toda aquella noche nunca se acercaron los unos a los otros”. HR 127.1

Los egipcios no podían ver a los hebreos, porque una nube de espesas tinieblas se extendía ante ellos, pero era plenamente luminosa para los israelitas. Así manifestó Dios su poder para probar a su pueblo, para ver si confiaba en él después de darle tales pruebas de su cuidado y su amor, y para reprender su incredulidad y su murmuración. “Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como un muro a su derecha y a su izquierda”. Las aguas se elevaron y permanecieron a ambos lados, cual muros congelados, mientras Israel caminaba en medio del mar sobre tierra seca. HR 127.2

El ejército egipcio se vanaglorió toda la noche de que los hijos de Israel estarían nuevamente en su poder. Creían que no tenían posibilidad de escapar, porque delante de ellos se extendía el Mar Rojo, y su gran ejército los cercaba por detrás. Por la mañana, cuando llegaron al mar, he aquí que había un camino seco porque las aguas se habían dividido y parecían muros a ambos lados, y los hijos de Israel estaban a mitad de camino en medio del mar, caminando sobre tierra seca. Esperaron un instante para decidir cuál sería el mejor camino que podían seguir. Estaban chasqueados y airados porque cuando los hebreos se encontraban casi en su poder, y ellos estaban seguros de tenerlos en sus manos, un camino inesperado se había abierto para ellos en el mar. Decidieron, pues, seguirlos. HR 128.1

“Y siguiéndolos los egipcios, entraron tras ellos hasta la mitad del mar, toda la caballería de Faraón, los carros y su gente de a caballo. Aconteció en la vigilia de la mañana, que Jehová miró el campamento de los egipcios desde la columna de fuego y nube, y trastornó el campamento de los egipcios, y quitó las ruedas de sus carros y los trastornó gravemente. Entonces los egipcios dijeron: Huyamos de delante de Israel, porque Jehová pelea por ellos contra los egipcios”. HR 128.2

Estos se aventuraron a entrar en el camino que Dios había preparado para su pueblo, y los ángeles de Dios se infiltraron en medio de su ejército y sacaron las ruedas de los carros. Se sintieron muy molestos. Avanzaron lentamente y comenzaron a tener dificultades. Recordaron los castigos que el Dios de los hebreos había derramado sobre ellos en Egipto para obligarlos a dejarlos salir, y ahora imaginaron que Dios podría entregar a todos en manos de los israelitas. Comprendieron que Dios estaba peleando en favor de éstos, se sintieron sumamente atemorizados y ya se disponían a huir de ellos cuando “Jehová dijo a Moisés: extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros, y sobre su caballería. HR 128.3

“Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y cuando amanecía, el mar se volvía en toda su fuerza, y los egipcios al huir se encontraron con el mar; y Jehová derribó a los egipcios en medio del mar. Y volvieron las aguas, y cubrieron los carros y la caballería, y todo el ejército de Faraón que había entrado tras ellos en el mar; no quedó de ellos ni uno. Y los hijos de Israel fueron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas por muro a su derecha y a su izquierda. Así salvó Jehová aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. Y vio Israel aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Jehová, y creyeron a Jehová y a Moisés su siervo”. HR 129.1

Cuando los hebreos presenciaron la maravillosa obra de Dios manifestada en la destrucción de los egipcios, se unieron en un himno inspirado de sublime elocuencia y grato loor. HR 129.2