La Historia de la Redención

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Moisés

Cuando este cruel decreto estaba en plena vigencia, nació Moisés. Su madre lo ocultó tanto como pudo ya que no disponía de ningún medio de protección. Entonces preparó una barquilla con juncos, y la calafateó con asfalto y brea, para que el agua no penetrara, y la puso a la orilla del río mientras su hermana permanecía por las inmediaciones aparentando indiferencia. Ella observaba ansiosamente, sin embargo, para ver qué ocurriría con su hermanito. Los ángeles también estaban vigilando para que ningún mal sobreviniera al desamparado niño, que había sido encomendado al cuidado de Dios por una madre afectuosa mediante fervientes oraciones mezcladas con lágrimas. HR 108.4

Estos ángeles dirigieron las pisadas de la hija de Faraón hacia el río, justamente al sitio donde yacía el pequeño e inocente extranjero. A ésta le llamó la atención esa pequeña barquilla, y ordenó a una de sus damas de compañía que se la trajera. Cuando levantaron la tapa de esa barquilla construida en forma tan singular, vieron un hermoso bebé, “y he aquí que el niño lloraba”. Y “tuvo compasión de él”. Se dio cuenta de que una tierna madre hebrea había recurrido a ese medio tan especial para preservar la vida de su tan amado bebé, y decidió al instante adoptarlo como hijo. La hermana de Moisés se adelantó inmediatamente para preguntar: “¿Iré a llamarte una nodriza de las hebreas, para que te críe este niño? Y la hija de Faraón respondió: Ve”. HR 109.1

Con alegría se apresuró la hermana a buscar a su madre para comunicarle las buenas nuevas y conducirla apresuradamente a la presencia de la hija de Faraón. Esta le encargó que criara a su propio hijo, por lo que le pagaría generosamente. Con gratitud la madre se dedicó a su feliz tarea, pero ahora con seguridad. Creía que Dios había preservado la vida de su hijo. Fielmente aprovechó la preciosa oportunidad de educarlo para que fuera útil en la vida. Fue más exigente en su instrucción que con cualquiera de sus otros hijos, porque tenía confianza de que se lo había preservado para que realizara una gran tarea. Gracias a sus fieles enseñanzas introdujo en su joven mente el temor de Dios y el amor a la verdad y la justicia. HR 109.2

No limitó sus esfuerzos a esto, sino que oró fervorosamente para que Dios preservara a su hijo de toda influencia corruptora. Le enseñó a postrarse y a orar a Dios, al Dios viviente, al único que podría oírlo y ayudarle en cualquier emergencia. Trató de impresionar su mente con el carácter pecaminoso de la idolatría. Sabía que pronto se lo separaría de su presencia y se lo entregaría a su regia madre adoptiva, y que entonces lo rodearían influencias calculadas para que perdiera su fe en la existencia del Creador de los cielos y la tierra. HR 110.1

Las instrucciones que recibió de sus padres eran de tal carácter que fortificaron su mente y lo libraron de la vanagloria y la corrupción del pecado, y de caer en el orgullo en medio del esplendor y la extravagancia de la corte. Tenía una mente aguda y un corazón comprensivo que nunca olvidó las piadosas impresiones que recibió en su infancia. Su madre lo preservó tanto como pudo, pero tenía la obligación de separarse de él cuando se acercó a los doce años, y entonces se convirtió en el hijo de la hija de Faraón. HR 110.2

Satanás fue derrotado en esto. Al inducir al rey para que destruyera a los niños varones creyó desbaratar los propósitos de Dios y destruir al que el Señor suscitaría para que librara a su pueblo. Pero ese mismo decreto, mediante el cual se condenaba a muerte a los niños hebreos, fue el medio que empleó el Altísimo para ubicar a Moisés en el seno de la familia real, donde gozaría de ventajas para convertirse en un hombre erudito y eminentemente calificado para conducir a su pueblo y sacarlo de Egipto. HR 110.3

Faraón esperaba exaltar a su nieto adoptivo pues quería ubicarlo en el trono. Lo educó para que capitaneara los ejércitos de Egipto y los dirigiera en la batalla. Moisés llegó a ser sumamente favorecido en la corte de Faraón, y se lo honró porque manifestó una pericia y una sabiduría superiores en el arte de la guerra. “Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras”. Hechos 7:22. Los egipcios consideraban que Moisés era un personaje notable. HR 111.1