La Historia de la Redención

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La opresión

El nuevo rey de Egipto se dio cuenta de que los hijos de Israel eran sumamente valiosos para el reino. Muchos de ellos eran obreros capaces e inteligentes, y no estaba dispuesto a perder el fruto de sus labores. Este rey ubicó a los hijos de Israel entre los esclavos que habían vendido al reino sus rebaños, sus ganados, sus tierras, y también se habían vendido a sí mismos. “Entonces pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los molestaran con sus cargas; edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés. HR 107.2

“Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel. Y los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza, y amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo y en todo su servicio, al cual los obligaban con rigor”. HR 107.3

Forzaban a sus mujeres a trabajar en el campo como si fueran esclavas. No obstante, éstas no disminuían en número. Cuando el rey y sus funcionarios se dieron cuenta de que aumentaban constantemente, celebraron consulta para obligarlos a cumplir una cierta cantidad de labor cada día. Trataban de someterlos mediante duro trabajo, y se enfurecían porque no podían lograr que su número disminuyera ni podían tampoco destruir su espíritu independiente. HR 108.1

Y puesto que no pudieron cumplir sus propósitos, endurecieron sus corazones para avanzar un poco más. El rey ordenó que se diera muerte a los hijos varones tan pronto como nacieran. Satanás estaba detrás de todo esto. Sabía que surgiría un libertador entre los hebreos que los rescataría de la opresión. Creyó que si podía inducir al rey a destruir a los niños varones, el propósito de Dios se malograría. Pero las mujeres temían a Dios y no cumplieron la orden del rey de Egipto; por el contrario, dejaron con vida a los niños varones. HR 108.2

Esas mujeres no se atrevieron a dar muerte a los niños hebreos, y porque no obedecieron el mandamiento del rey el Señor les dio prosperidad. Cuando éste se enteró de que su orden no había sido obedecida, se enojó muchísimo. Entonces le dio a ésta un carácter más definido y más amplio. Encargó a todo su pueblo que mantuviera estricta vigilancia y dijo: “Echad al río a todo hijo que nazca y a toda hija preservad la vida”. HR 108.3