La Historia de la Redención

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Días de prosperidad

Los hijos de Israel no eran esclavos. Jamás habían vendido ni su ganado, ni sus tierras, ni se habían vendido a sí mismos para conseguir alimentos de Faraón como había ocurrido con muchísimos egipcios. Se les proporcionó una porción de tierra donde podían morar con sus rebaños y sus ganados, en atención a los servicios que José había prestado al reino. Faraón apreciaba la sabiduría que había manifestado éste en la administración de todo lo relacionado con el gobierno, especialmente los preparativos que hizo para los largos años de hambre que tuvo que soportar la tierra de Egipto. Creía que todo el reino estaba en deuda con él por la prosperidad que produjo su sabía administración, y como prueba de su gratitud le dijo: “La tierra de Egipto delante de ti está; en lo mejor de la tierra haz habitar a tu padre y a tus hermanos; habiten en la tierra de Gosén; y si entiendes que hay entre ellos hombres capaces, ponlos por mayorales del ganado mío”. HR 106.1

“Así José hizo habitar a su padre y a sus hermanos, y les dio posesión en la tierra de Egipto, en lo mejor de la tierra, en la tierra de Ramesés, como mandó Faraón. Y alimentaba José a su padre y a sus hermanos, y a toda la casa de su padre, con pan, según el número de los hijos”. HR 106.2

El rey de Egipto no cobró impuestos ni al padre de José ni a sus hermanos, y a éste se le concedió el privilegio de proporcionarles una generosa provisión de alimentos. El rey decía a sus gobernadores: “¿No estamos acaso en deuda con el Dios de José, y con él mismo, por esta generosa provisión de alimentos? ¿Acaso no se debe a su sabiduría el hecho de que gocemos de tanta abundancia? ¡Mientras otros países perecen, nosotros tenemos bastante! Su administración ha enriquecido grandemente al reino”. HR 106.3

“Y murió José, y todos sus hermanos, y toda aquella generación. Y los hijos de Israel fructificaron y se multiplicaron, y fueron aumentados y fortalecidos en extremo, y se llenó de ellos la tierra. Entretanto, se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José; y dijo a su pueblo: He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y más fuerte que nosotros. Ahora, pues, seamos sabios para con él, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo guerra, él también se una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros, y se vaya de la tierra”. HR 107.1