La Historia de la Redención

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Los años de exilio de Jacob

Rebeca se arrepintió amargamente por el mal consejo que dio a Jacob, porque gracias a eso tuvo que separarse de su hijo para siempre. Este se vio obligado a huir para salvar la vida de la ira de Esaú, y ella nunca más lo volvió a ver. Isaac vivió muchos años después de bendecir a Jacob, y se convenció, por la conducta de Esaú y Jacob, que la bendición realmente le correspondía a este último. HR 91.1

Este no se sentía feliz con sus casamientos, aunque sus esposas eran hermanas. Formalizó un contrato matrimonial con Labán teniendo en vista a su hija Raquel, a quien amaba. Después de servir siete años por ésta, Labán lo engañó y le dio en cambio a Lea. Cuando se dio cuenta de que lo habían engañado, y que Lea había desempeñado su parte en la estafa, no la pudo amar. Su tío quería conservar los fieles servicios de Jacob por un tiempo más prolongado, y por eso lo engañó dándole a Lea en lugar de Raquel. Jacob reprendió a Labán por tratar con tanta liviandad sus afectos al darle a Lea, a quien no amaba. El padre rogó a Jacob que no la repudiara, pues en ese tiempo ésto se consideraba una tremenda desgracia, no sólo para la esposa sino para toda la familia. Jacob se vio en una situación muy difícil, pero decidió finalmente conservar a Lea y casarse también con su hermana. Aquélla recibió mucho menos amor que Raquel, por supuesto. HR 91.2

Labán fue egoísta en su trato con Jacob. En lo único que pensó fue en sacar ventajas de las fieles labores de su sobrino. Este podría haberse apartado mucho antes del artero Labán, pero temía encontrarse con Esaú. Escuchó las quejas de los hijos de aquél, que decían: “Jacob ha tomado todo lo que era de nuestro padre, y de lo que era de nuestro padre ha adquirido toda esta riqueza. Miraba también Jacob el semblante de Labán, y veía que no era para con él como había sido antes”. HR 92.1

Estaba angustiado; no sabía qué camino tomar. Llevó su caso al Señor y le suplicó que lo dirigiera. El Altísimo respondió misericordiosamente su angustiada oración. “Vuélvete a la tierra de tus padres, y a tu parentela, que yo estaré contigo. HR 92.2

“Envió, pues, y llamó a Raquel y a Lea al campo donde estaban sus ovejas, y les dijo: Veo que el semblante de vuestro padre no es para conmigo como era antes; mas el Dios de mi padre ha estado conmigo. Vosotras sabéis que con todas mis fuerzas he servido a vuestro padre; y vuestro padre me ha engañado y me ha cambiado el salario diez veces; pero Dios no le ha permitido que me hiciese mal”. Jacob les contó el sueño que le había dado Dios, en el cual le dijo que abandonara a Labán y regresara a casa de sus parientes. Raquel y Lea también expresaron su insatisfacción por los procedimientos de su padre. “¿Tenemos acaso parte o heredad en la casa de nuestro padre? ¿No nos tiene ya como por extrañas, pues que nos vendió, y aun se ha comido del todo nuestro precio? Porque toda la riqueza que Dios ha quitado a nuestro padre, nuestra es y de nuestros hijos; ahora, pues, haz todo lo que Dios te ha dicho”. HR 92.3