La Historia de la Redención

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Capítulo 66—La segunda muerte

Satanás causaba la impresión de estar paralizado al contemplar la gloria y la majestad de Cristo. Quien fue una vez un querubín cubridor recordaba de dónde había caído. Era un serafín resplandeciente, “hijo de la mañana” ¡Cómo cambió! ¡Cuánto se degradó! HR 447.1

Se dio cuenta de que su rebelión voluntaria lo había inhabilitado para el cielo. Adiestró sus facultades para guerrear contra Dios; la pureza, la paz y la armonía del cielo serían para él supremas torturas. Sus acusaciones contra la misericordia y la justicia de Dios habían sido silenciadas. El vituperio que se esforzó por lanzar contra Jehová recayó plenamente sobre él. Y entonces se inclinó y reconoció que su sentencia era justa. HR 447.2

Quedó aclarada toda duda relativa a la verdad y el error en el largo conflicto. La justicia de Dios quedó plenamente vindicada. Ante todo el mundo se presentó claramente el gran sacrificio hecho por el Padre y el Hijo en favor del hombre. Llegó el momento cuando Cristo ocupó el lugar que le correspondía, y se le glorificó por encima de los principados y las potestades, y sobre todo nombre que se nombra. HR 447.3

A pesar de que Satanás se había visto obligado a reconocer la justicia de Dios y a inclinarse ante la supremacía de Cristo, su carácter no cambió. El espíritu de rebelión, como un torrente poderoso, nuevamente explotó. Lleno de frenesí se decidió a no capitular en el gran conflicto. Había llegado el momento de lanzar un último y desesperado ataque contra el Rey del cielo. Se lanzó en medio de sus súbditos y trató de inspirarlos con su propia furia e incitarlos a librar batalla inmediatamente. Pero de todos los incontables millones que indujo a rebelarse, nadie reconoció entonces su supremacía. Su poder había llegado a su fin. Los impíos estaban llenos del mismo odio a Dios que inspiró a Satanás; pero se dieron cuenta de que su caso era desesperado, que no podían prevalecer contra Jehová. Su ira se encendió contra el ángel caído y los que fueron sus instrumentos de engaño. Con furia demoníaca se volvieron contra ellos, y se produjo en ese momento una escena de conflicto universal. HR 447.4