La Historia de la Redención

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Capítulo 57—El espiritismo

La doctrina de la inmortalidad del alma ha preparado el camino para el espiritismo moderno. Si se admite a los muertos ante la presencia de Dios y de los santos ángeles, y se les da el privilegio de disponer de un conocimiento muy superior al que antes poseían, ¿por qué no podrían regresar a la tierra para iluminar e instruir a los vivientes? ¿Cómo pueden rechazar los que creen que los muertos son conscientes lo que les llega como luz divina transmitida por medio de espíritus glorificados? Este es una canal que se considera sagrado, por cuyo medio Satanás obra para cumplir sus propósitos. Los ángeles caídos que ejecutan sus órdenes aparecen como mensajeros del mundo de los espíritus. Mientras pretende poner a los vivos en comunicación con los muertos, el enemigo ejerce sobre sus mentes su mágica influencia. HR 412.1

Tiene poder incluso para hacer surgir delante de los hombres la apariencia de sus amigos fallecidos. La falsificación es perfecta: la expresión familiar, las palabras, el tono de la voz, son reproducidos con maravillosa nitidez. Muchos se consuelan con la seguridad de que sus amados están disfrutando de las venturas celestiales, y sin sospechar del peligro prestan oídos a espíritus seductores y a doctrinas de demonios. HR 412.2

Cuando se los convence de que los muertos en realidad regresan para comunicarse con ellos, Satanás hace aparecer a los que descendieron a la tumba sin estar preparados. Dicen que están felices en el cielo, e incluso que ocupan puestos elevados allí; y así se enseña por todas partes el error de que no hay diferencia entre los justos y los impíos. Los pretendidos visitantes del mundo de los espíritus algunas veces formulan advertencias o amonestaciones que resultan correctas. Entonces, cuando han logrado infundir confianza, presentan doctrinas que minan directamente la fe en las Escrituras. Al aparentar profundo interés en el bienestar de sus amigos de la tierra, insinúan los más peligrosos errores. El hecho de que dicen algunas verdades, y a veces son capaces de predecir eventos futuros, da a sus declaraciones una apariencia de veracidad; y las multitudes aceptan tan rápidamente esas falsas enseñanzas, como si fueran las más sagradas verdades de la Biblia. Se pone a un lado la ley de Dios, se desprecia el Espíritu de gracia y se desconoce la santidad de la sangre del pacto. Los espíritus niegan la divinidad de Cristo e incluso ponen al Creador a su misma altura. De este modo, bajo un nuevo disfraz, el gran rebelde prosigue su lucha contra Dios, que comenzó en el cielo, y que por casi seis mil años ha continuado en la tierra. HR 412.3

Muchos tratan de explicar las manifestaciones espiritistas atribuyéndolas enteramente a fraudes y prestidigitación por parte del médium. Aunque es cierto que numerosas veces se han presentado trucos como si fueran manifestaciones genuinas, tambien ha habido señaladas demostraciones de poder sobrenatural. Los ruidos misteriosos con los cuales comenzó el espiritismo moderno no fueron el resultado de trucos o habilidades humanos, sino obra directa de ángeles malignos, que de ese modo introdujeron uno de los engaños más eficaces para la destrucción de las almas. Muchos serán entrampados gracias a su opinión de que el espiritismo es sólo impostura humana; cuando se enfrenten con manifestaciones evidentemente sobrenaturales serán engañados e inducidos a aceptarlas como el gran poder de Dios. HR 413.1

Esas personas pasan por alto el testimonio de las Escrituras con respecto a las maravillas realizadas por Satanás y sus instrumentos. Con la ayuda del enemigo los magos de Egipto pudieron falsificar la obra de Dios. El apóstol Juan, al describir el poder milagroso que se manifestará en los últimos días, dice: “También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer”. Apocalipsis 13:13, 14. No se trata aquí de meras imposturas. Se engaña a los hombres mediante los milagros que los intrumentos de Satanás pueden realizar, y no por los que pretenden hacer. HR 414.1