La Historia de la Redención

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La tardanza

Cuando el año 1843 pasó sin que se hubiera producido el advenimiento de Jesús, los que habían esperado con fe su aparición quedaron por un tiempo con dudas y perplejidades. Pero a pesar de su chasco muchos continuaron investigando las Escrituras, examinaron nuevamente las evidencias de su fe, y estudiaron cuidadosamente las profecías para tener más luz. El testimonio de la Biblia en apoyo de su posición, parecía claro y concluyente. Ciertas señales que no se podían interpretar mal indicaban que la venida de Cristo estaba cerca. Los creyentes no podían explicar su desilusión; no obstante, se sentían seguros de que Dios los había conducido en su experiencia pasada. HR 384.3

Su fe se fortaleció muchísimo mediante la aplicación directa y poderosa de los pasajes que indicaban que habría un período de tardanza. Ya en 1842 el Espíritu de Dios había inducido a Carlos Fitch a preparar un diagrama profético, lo que fue generalmente considerado por los adventistas como el cumplimiento de la orden dada al profeta Habacuc de escribir la visión y declararla por medio de tablas. Sin embargo, nadie vio en ese entonces la tardanza que se presentaba en la misma profecía. Después de la desilusión resultó claro el significado completo de ese texto. Esto es lo que dice el profeta: “Escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella. Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará”. Habacuc 2:2, 3. HR 385.1

Los que esperaban se regocijaron porque Quien conoce el fin desde el principio había proyectado su mirada a través de las edades y, previendo su desilusión, les había dado palabras de ánimo y esperanza. Si no hubiera sido por tales porciones de la Escritura, que les mostraban que estaban en el buen camino, su fe habría fallado en esa hora de prueba. HR 385.2

En la parábola de las diez vírgenes de Mateo 25 se ilustra la experiencia de los adventistas mediante los incidentes de una boda oriental. “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo”. “Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron”. Vers. 1, 5. HR 385.3

El vasto movimiento que se produjo como resultado de la proclamación del primer mensaje correspondió a la salida de las vírgenes, mientras que el tiempo de espera, la desilusión y la demora estaban representados por la tardanza del novio. Después que pasó la fecha señalada los verdaderos creyentes seguían unidos en su creencia de que el fin de todas las cosas estaba a las puertas; pero pronto se hizo evidente que estaban perdiendo de alguna manera su celo y su devoción, y que estaban cayendo en el estado de sopor descripto en la parábola, en que cayeron las vírgenes durante la tardanza. HR 385.4

En ese tiempo comenzó a surgir el fanatismo. Algunos que profesaban creer celosamente el mensaje rechazaron la Palabra de Dios como guía infalible, y pretendiendo ser guiados por el Espíritu se entregaron al dominio de sus propios sentimientos, impresiones e imaginaciones. Hubo quienes manifestaron un celo ciego y fanático, y denunciaron a todos los que no sancionaban su proceder. Sus ideas y prácticas fanáticas no contaron con la simpatía de la mayor parte de los adventistas; pero sirvieron para acarrear oprobio a la causa de la verdad. HR 386.1

La predicación del primer mensaje en 1843 y el clamor de medianoche en 1844 tendieron directamente a reprimir el fanatismo y la disensión. Los que participaron en esos solemnes movimientos estaban en armonía; sus corazones estaban llenos de amor mutuo y de amor por Jesús, a quien esperaban ver muy pronto. La fe única, la bendita esperanza, los elevaron por encima del dominio de cualquier influencia humana, y demostraron que eran un escudo contra los ataques de Satanás. HR 386.2