La Historia de la Redención

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Se transige con el paganismo

Satanás por lo tanto trazó planes para tener más éxito contra el gobierno de Dios clavando su estandarte en el seno de la iglesia cristiana. Si los seguidores de Cristo podían ser engañados e inducidos a desagradar a Dios, su fortaleza y su firmeza fallarían, y serían una fácil presa para él. HR 338.1

El gran adversario trató entonces de obtener por medio de la astucia lo que no había logrado por medio de la fuerza. La persecución cesó, y su lugar lo ocuparon las peligrosas tentaciones de la prosperidad temporal y los honores mundanos. Se indujo a los idólatras a aceptar parte de la fe cristiana mientras rechazaban otras verdades esenciales. Profesaban aceptar a Jesús como Hijo de Dios y crecer en su muerte y su resurrección; pero no estaban convencidos de pecado y no sentían necesidad de arrepentirse ni de cambiar su corazón. Con algunas concesiones de su parte propusieron que los cristianos también las hicieran para que todos se pudieran unir sobre la plataforma de la fe en Cristo. HR 338.2

La iglesia, entonces, se encontró en un terrible peligro. Las prisiones, la tortura, el fuego y la espada eran bendiciones en comparación de esto. Algunos cristianos se mantuvieron firmes y declararon que no podían transigir. Otros razonaron que si cedían o modificaban algunas de las características de su fe, y se unían con los que habían aceptado parcialmente el cristianismo, por ese medio se podría lograr su plena conversión. Fue un período de profunda angustia para los fieles seguidores de Cristo. Bajo el manto de un pretendido cristianismo Satanás mismo se estaba insinuando en la iglesia para corromper su fe y apartar las mentes de la palabra de verdad. HR 338.3

Por fin la mayor parte de los cristianos rebajaron sus normas, y se estableció una unión entre el cristianismo y el paganismo. Aunque los adoradores de ídolos profesaron estar convertidos y unidos con la iglesia, seguían aferrados a su idolatría; sólo mudaron el objeto de su adoración a imágenes de Jesús e incluso de María y los santos. La inmunda levadura de la idolatría, introducida de este modo en la iglesia, continuó su obra funesta. Doctrinas sin fundamento, ritos supersticiosos y ceremonias idolátricas se incorporaron a su fe y su culto. A medida que los seguidores de Cristo se unían con los idólatras, la religión cristiana se corrompió y la iglesia perdió su pureza y su poder. Hubo algunos, sin embargo, que no fueron desviados por esos engaños. Conservaron su fidelidad al Autor de la verdad y sólo adoraban a Dios. HR 339.1

Siempre ha habido dos clases entre los que profesan ser seguidores de Cristo. Mientras una clase estudia la vida del Salvador y trata fervorosamente de corregir sus defectos y conformarse al Modelo, otra descarta las verdades claras y prácticas que exponen sus errores. Aún en su mejor condición la iglesia no ha estado plenamente formada por los leales, puros y sinceros. Nuestro Salvador enseñó que los que se entregan voluntariamente al pecado no deben ser recibidos en la iglesia; no obstante, él relacionó consigo mismo a hombres de carácter defectuoso y les concedió los mismos beneficios de sus enseñanzas y su ejemplo, para que tuvieran la oportunidad de ver sus errores y corregirlos. HR 339.2

Pero no hay comunión entre el Príncipe de la luz y el príncipe de las tinieblas, y no la puede haber entre sus seguidores. Cuando los cristianos consintieron en unirse con los paganos semiconvertidos, se introdujeron en una senda que los apartaría más y más de la verdad. Satanás gozaba al ver que había tenido éxito en engañar a un tan gran número de seguidores de Cristo. Entonces logró que su poder se manifestara más plenamente sobre ellos, y los inspiró a perseguir a los que permanecían fieles a Dios. Nadie podía saber mejor cómo oponerse a la verdadera fe cristiana que los que habían sido sus defensores; y esos cristianos apóstatas, unidos con compañeros semipaganos, se dedicaron a atacar los aspectos más esenciales de la doctrina de Cristo. HR 340.1

Se necesitaba una lucha desesperada por parte de los que querían ser fieles para mantenerse firmes contra los engaños y abominaciones cubiertos de ropaje sacerdotal que se introdujeron en la iglesia. No se aceptó la Biblia como norma de fe. La doctrina de la libertad religiosa fue calificada de herejía, y sus sostenedores aborrecidos y proscriptos. HR 340.2