La Historia de la Redención

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La ordenación de Pablo y Bernabé

Dios se puso en contacto con los devotos profetas y maestros de la iglesia de Antioquía. “Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado”. Estos apóstoles fueron dedicados a Dios entonces con la mayor solemnidad, con ayuno y oración, y con la imposición de manos, y fueron enviados a su campo de labor entre los gentiles. HR 317.2

Tanto Pablo como Bernabé habían estado trabajando como ministros de Cristo, y el Señor había bendecido abundantemente sus esfuerzos, pero ninguno de ellos había sido ordenado formalmente para el ministerio evangélico por medio de la oración y la imposición de manos. Fueron autorizados entonces por la iglesia no solamente para enseñar la verdad sino para bautizar y organizar iglesias, investidos, pues, de plena autoridad eclesiástica. Este fue un acontecimiento importante para la iglesia. Aunque la pared medianera que separaba a los judíos de los gentiles había sido derribada por la muerte de Cristo, permitiendo que éstos gozaran plenamente de los privilegios del Evangelio, todavía no había caído la venda que cubría los ojos de muchos de los creyentes judíos, y aún no podían distinguir con claridad la caducidad de lo que había sido abolido por el Hijo de Dios. La obra debía proseguir entonces con vigor entre los gentiles, y debía dar como resultado el fortalecimiento de la iglesia para una gran afluencia de almas. HR 317.3

Los apóstoles, al desempeñar esta tarea especial, iban a quedar expuestos a la sospecha, el prejuicio y los celos. Como consecuencia natural de su apartamiento del exclusivismo judío, su doctrina y sus opiniones podían ser tildadas de herejía, y sus credenciales de ministros del Evangelio serían puestas en tela de juicio por muchos celosos creyentes judíos. Dios previó todas las dificultades que iban a enfrentar sus siervos, y en su sabia providencia permitió que fueran investidos de autoridad incuestionable por parte de la iglesia establecida de Dios, para que su obra estuviera por encima de toda discusión. HR 318.1

La ordenación mediante la imposición de manos fue sometida a mucho abuso en épocas posteriores; se asignó una importancia infundada al acto, como si algún poder especial descendiera sobre los que recibían la ordenación de ese modo, calificándolos inmediatamente para cualquiera y toda tarea ministerial; como si residiera alguna virtud en el acto de imponer las manos. En la historia de estos dos apóstoles tenemos un simple relato de la imposición de manos y de sus consecuencias sobre su obra. Tanto Pablo como Bernabé ya habían recibido su comisión de Dios mismo; y la ceremonia de la imposición de manos no les daba ninguna nueva gracia o virtud. Únicamente aplicaba el sello de la iglesia a la obra de Dios, como una manera de reconocer su designación para un oficio ya señalado. HR 318.2