La Historia de la Redención

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Capítulo 41—En las regiones distantes

Este capítulo está basado en Hechos 13:1-4; 15:1-31.

Los Apóstoles y discípulos que abandonaron Jerusalén durante la terrible persecución que se desató allí después del martirio de Esteban, predicaron a Cristo en las ciudades circunvecinas, limitando sus labores a los judíos de origen hebreo y griego. “Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor”. Hechos 11:21. HR 315.1

Cuando los creyentes en Jerusalén escucharon las buenas nuevas, se regocijaron; y Bernabé, “un hombre bueno y lleno del Espíritu Santo y de fe”, fue enviado a Antioquía, la metrópolis de Siria, para ayudar a la iglesia en ese lugar. Trabajó allí con gran éxito. Al crecer la obra, solicitó la ayuda de Pablo y la obtuvo; y los dos discípulos trabajaron juntos en esa ciudad durante un año, enseñando a la gente y contribuyendo para que aumentara el número de miembros de la iglesia de Cristo. HR 315.2

Antioquía tenía una gran población tanto de judíos como de gentiles; era un importante lugar de reunión para los amantes de la comodidad y el placer por causa de lo saludable de su ubicación, sus hermosos paisajes, su riqueza, su cultura y el refinamiento que se concentraba allí. Su amplio comercio hacía de ella un lugar de gran importancia, donde se podía encontrar gente de todas las nacionalidades. Era por lo tanto una ciudad de lujo y vicio. La retribución de Dios finalmente descendió sobre Antioquía por causa de la maldad de sus habitantes. HR 315.3

Allí por primera vez se llamó cristianos a los discípulos. Se les dio ese nombre porque Cristo era el principal tema de su predicación, su enseñanza y su conversación. Continuamente repasaban los incidentes de su vida acaecidos durante el tiempo cuando los apóstoles recibieron la bendición de gozar de su compañía personal. Incansablemente se espaciaban en sus enseñanzas, sus milagros de curación de los enfermos, la expulsión de demonios y la resurrección de muertos. Con labios temblorosos y ojos humedecidos por las lágrimas hablaban de su agonía en el jardín, su traición, su juicio y su ejecución, la paciencia y la humildad con que soportó los insultos y la tortura que le impusieron sus enemigos, y la piedad divina con que oró por los que lo perseguían. Su resurrección, su ascensión y su obra en los cielos como Mediador del hombre caído eran temas gozosos para ellos. Bien podían los paganos llamarlos cristianos, puesto que predicaban a Cristo y dirigían sus plegarias a Dios por medio de él. HR 316.1

Pablo encontró en la populosa ciudad de Antioquía un excelente campo de labor, donde su gran erudición, su sabiduría y se celo combinados ejercieron una poderosa influencia sobre los habitantes y los visitantes de esa culta ciudad. HR 316.2

Entre tanto la obra de los apóstoles se concentraba en Jerusalén, donde judíos de todas las lenguas y de todos los países venían a adorar al templo durante las fiestas establecidas. En esas ocasiones los apóstoles predicaban a Cristo con valor inquebrantable, aunque sabían que al hacerlo sus vidas estaban en constante peligro. Muchos se convirtieron a la fe, y al diseminarse por sus hogares en diferentes partes de la tierra, dispersaron las semillas de la verdad por todas las naciones y entre todas las clases de la sociedad. HR 316.3

Pedro, Santiago y Juan confiaban en que Dios los había apartado para que predicaran a Cristo entre sus propios compatriotas en su país. Pero Pablo había recibido su comisión de Dios mientras oraba en el templo, y su vasto campo misionero apareció delante de él con notable nitidez. Con el fin de prepararlo para su amplia e importante tarea, Dios lo puso en íntima relación con él y presentó ante sus asombrados ojos una vislumbre de la belleza y la gloria del cielo. HR 317.1