La Historia de la Redención

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Encuentro con Pedro y Santiago

Bernabé, que había contribuido generosamente con su dinero para sostener la causa de Cristo y aliviar las necesidades de los pobres, se había relacionado con Pablo cuando éste se oponía a los creyentes. Se adelantó entonces y renovó su relación, y escuchó el testimonio de Pablo con respecto a su milagrosa conversión y a su experiencia de allí en adelante. Creyó plenamente que Pablo decía la verdad, lo recibió, y lo llevó de la mano a la presencia de los apóstoles. Relató entonces el incidente que acababa de escuchar, es a saber, que Jesús había aparecido personalmente ante Pablo mientras éste se encontraba en camino a Damasco. Que había hablado con él; que Pablo había recobrado la vista en respuesta a las oraciones de Ananías, y que de allí en adelante había sostenido en las sinagogas de esa ciudad que Jesús era el Hijo de Dios. HR 290.3

Los apóstoles no vacilaron más; no podían oponerse a Dios. Pedro y Santiago, que en ese momento eran los únicos apóstoles que quedaban en Jerusalén, le tendieron la diestra de la comunión al que había sido fiero perseguidor de su fe; y ahora fue tan amado y respetado como antes había sido temido y evitado. Entonces se reunieron los dos grandes personajes de la nueva fe, es a saber, Pedro, uno de los compañeros elegidos de Cristo mientras estuvo en la tierra, y Pablo, el fariseo, que después de la ascensión de Jesús lo vio cara a cara y habló con él, y también lo vio en visión y se enteró de la naturaleza de su obra en el cielo. HR 291.1

La primera entrevista fue de mucha importancia para ambos apóstoles, pero fue de corta duración, porque Pablo estaba ansioso de dedicarse a los negocios de su Maestro. Pronto la voz que había disputado tan vigorosamente con Esteban se escuchó en la misma sinagoga mientras proclamaba osadamente que Jesús era el Hijo de Dios, abogando de ese modo por la misma causa que Esteban había muerto por vindicar. Relató su propia maravillosa experiencia, y con el corazón lleno de ansiedad por sus hermanos y ex asociados, presentó las evidencias de las profecías, tal como lo había hecho Esteban, de que Jesús, el que había sido crucificado, era el Hijo de Dios. HR 291.2

Pero Pablo no había entendido bien el espíritu que animaba a sus hermanos judíos. La misma furia que se desató sobre Esteban se manifestó hacia él también. Vio que tenía que separarse de sus hermanos, y el pesar inundó su corazón. Habría dado con gusto la vida si por ese medio le hubiera sido posible traerlos al conocimiento de la verdad. Los judíos comenzaron a trazar planes para asesinarlo, y los discípulos lo instaron a salir de Jerusalén; pero él se demoró porque no quería irse, y estaba ansioso por trabajar un poco más en favor de sus hermanos judíos. Había tomado una parte tan activa en el martirio de Esteban que sentía el profundo anhelo de borrar esa mancha mediante su valiente defensa de la verdad que le había costado la vida al diácono. Le parecía cobardía huir de Jerusalén. HR 292.1