La Historia de la Redención

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Capítulo 38—Los comienzos del ministerio de Pablo

Este capítulo está basado en Hechos 9:23-31; 22:17-21.

Pablo regresó después a Damasco y predicó osadamente en el nombre de Jesús. Los judíos no podían contrarrestar la sabiduría de sus argumentos, y por lo tanto celebraron consejo para decidir silenciar su voz por la fuerza, el único argumento que le quedaba a una causa derrotada. Decidieron asesinarlo. El apóstol se enteró de sus propósitos. Las puertas de la ciudad fueron puestas bajo vigilancia, de día y de noche, para cortarle toda salida. La ansiedad de los discípulos los indujo a orar a Dios; durmieron muy poco mientras se hallaban atareados ideando modos y maneras para lograr la huida del apóstol escogido. Finalmente concibieron el plan de bajarlo de noche mediante una canasta que descolgaron desde una ventana. En esa forma humillante Pablo pudo escapar de Damasco. HR 289.1

Se dirigió entonces a Jerusalén, con el deseo de conocer a los apóstoles y especialmente a Pedro. Estaba ansioso de ponerse en contacto con el pescador de Galilea que había vivido, orado y conversado con Jesús aquí en la tierra. Con corazón anhelante deseaba conocer al principal apóstol. Al llegar a Jerusalén, Pablo contempló con un enfoque diferente la ciudad y el templo. Se dio cuenta entonces de que los juicios retributivos de Dios pendían sobre ellos. HR 289.2

El pesar y la ira de los judíos por causa de la conversión de Pablo no conocía límites. Pero él era firme como una roca, y se ilusionaba con la idea de que cuando relatara su maravillosa experiencia a sus amigos, cambiarían de fe como él lo había hecho, y creerían en Jesús. Había sido estrictamente consecuente en su oposición a Cristo y sus seguidores, pero cuando fue detenido y convencido de su pecado inmediatamente abandonó sus malos caminos y profesó la fe de Jesús. Creía plenamente entonces que cuando sus amigos y ex asociados escucharan las circunstancias de su maravillosa conversión, y vieran la transformación que se había producido en el orgulloso fariseo que perseguía y entregaba a la muerte a los que creían que Jesús era el Hijo de Dios, ellos también se convencerían de su error y se unirían a las filas de los creyentes. HR 290.1

Trató de reunirse con sus hermanos, los discípulos; pero grande fue su pesar y su desilusión cuando descubrió que no estaban dispuestos a recibirlo como uno de ellos. Recordaban sus antiguas persecuciones, y sospechaban de que estuviera fingiendo para engañarlos y destruirlos. Es verdad que habían oído hablar de su maravillosa conversión, pero como inmediatamente después él se retiró a Arabia y no habían oído nada definido de él desde entonces, no daban crédito al rumor de su gran transformación. HR 290.2