La Historia de la Redención

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La muerte de un mártir

Al llegar a este punto los sacerdotes y los gobernantes estaban fuera de sí por causa de su ira. Se parecían más a bestias feroces que a seres humanos. Se abalanzaron sobre Esteban en medio de un crujir de dientes. Pero no lo intimidaron; él esperaba esto. Su rostro estaba sereno y resplandeció con una luz angelical. Los furiosos sacerdotes y la multitud enardecida no lo asustaban. “Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios”. HR 276.3

La escena que lo rodeaba desapareció de su vista; los portales del cielo se abrieron de par en par y Esteban, al contemplar en su interior, vio la gloria de la corte de Dios y a Cristo, como si acabara de levantarse de su trono, que estaba de pie listo para sostener a su siervo que estaba a punto de sufrir el martirio por su nombre. Cuando Esteban describió en alta voz la gloriosa escena que se extendía ante él, sus perseguidores llegaron a la conclusión de que era mucho más de lo que podían soportar. Se taparon los oídos para no escuchar sus palabras, y profiriendo agudos gritos corrieron furiosamente al unísono. “Y apedrearon a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió”. HR 277.1

En medio de las agonías de una muerte tan cruel el fiel mártir, como su divino Maestro, oró por sus asesinos. Se pidió a los testigos que habían acusado a Esteban que lanzaran las primeras piedras. Estos hombres pusieron sus ropas a los pies de Saulo, que había tomado parte activa en el debate y que había consentido en la muerte del prisionero. HR 277.2

El martirio de Esteban causó una profunda impresión en todos los que fueron testigos del hecho. Significó una dura prueba para la iglesia, pero dio como resultado la conversión de Saulo. La fe, la constancia y la glorificación del mártir no pudieron desaparecer de su memoria. El sello de Dios estampado en su rostro, sus palabras, que alcanzaron a cada alma de todos los que lo escucharon, excepto de los que se endurecieron por resistir la luz, permanecieron en la memoria de los presentes y dieron testimonio de la verdad de lo que él había proclamado. HR 277.3

No se pronunció sentencia legal en el caso de Esteban, pero las autoridades romanas recibieron grandes sumas de dinero para no investigar el caso. Saulo parecía imbuido de un celo frenético en ocasión del juicio y la muerte de Esteban. Parecía enfurecido por su secreta convicción de que Esteban había sido honrado por Dios en el mismo momento cuando los hombres lo deshonraban. HR 278.1

Continuó persiguiendo a la iglesia de Dios, lanzando cacerías contra sus miembros, prendiéndolos en las casas y entregándolos a los sacerdotes y gobernantes para que los encerraran en la cárcel y les dieran muerte. El celo con que lanzó esta persecución constituyó un terror para los cristianos de Jerusalén. Las autoridades romanas no hicieron esfuerzos especiales para detener esta cruel obra y, por el contrario, en secreto ayudaron a los judíos con el fin de reconciliarse con ellos y asegurarse sus favores. HR 278.2

El erudito Saulo fue un instrumento poderoso en manos de Satanás para llevar adelante su rebelión contra el Hijo de Dios; pero Alguien más poderoso que Satanás había seleccionado a Saulo para que ocupara el lugar del mártir Esteban y trabajara y sufriera por su nombre. Saulo era muy estimado por los judíos tanto por su erudición como por su celo para perseguir a los creyentes. No fue miembro del Sanedrín hasta después de la muerte de Esteban, cuando se lo eligió para ocupar un lugar en ese cuerpo teniendo en cuenta la parte que había desempeñado en esa oportunidad. HR 278.3