Testimonios Selectos Tomo 4

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Capítulo 30—“La apariencia del mal”

Me siento instada a dirigirme a aquellos que están empeñados en dar el último mensaje de amonestación al mundo. El que aquellos por quienes trabajen vean y acepten la verdad depende mucho de los obreros individuales. La orden de Dios es: “Limpiaos los que lleváis los vasos de Jehová.” 1 Y Pablo encarga a Timoteo: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina.” 2 La obra debe principiar con el obrero; éste debe estar unido con Cristo como el sarmiento está unido a la vid. “Yo soy la vid—dijo Cristo,—vosotros los pámpanos.” 3 Esto representa la relación más íntima que sea posible. Injértase la rama sin hojas en la cepa floreciente, y viene a ser un sarmiento vivo, que saca savia y nutrición de la vid. Fibra por fibra, vena por vena, el sarmiento se aferra hasta que brota y florece y lleva fruto. La rama sin savia representa al pecador. Cuando está unida con Cristo, el alma se une al alma, lo débil y finito a lo santo e infinito, y el hombre viene a ser uno con Cristo. 4TS 185.1

“Sin mí—dice Cristo—nada podéis hacer.” 4 ¿Estamos unidos con Cristo los que aseveramos ser obreros suyos? ¿Moramos en Cristo, y somos uno con él? El mensaje que llevamos es mundial. Debe llegar a todas las naciones, lenguas y pueblos. El Señor no requerirá de ninguno de nosotros que salga con este mensaje, sin darnos gracia y poder para presentarlo a la gente de una manera que corresponda a su importancia. La gran cuestión para nosotros hoy es: ¿Estamos llevando hoy al mundo este solemne mensaje de verdad de una manera que muestre su importancia? El Señor obrará con los obreros si ellos dependen únicamente de Cristo. Nunca quiso que sus misioneros trabajasen sin su gracia, destituídos de su poder. 4TS 185.2

Cristo nos ha elegido del mundo, para que seamos un pueblo peculiar y santo. El “se dió a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad, y limpiar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.” 5 Los obreros de Dios deben ser hombres de oración, diligentes estudiantes de las Escrituras, que tengan hambre y sed de justicia, a fin de ser una luz y fuerza para otros. Nuestro Dios es un Dios celoso; y requiere que le adoremos en espíritu y en verdad, en la hermosura de la santidad. El salmista dice: “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me oyera.” 6 Como obreros, debemos prestar atención a nuestros caminos. Si el salmista no podría haber sido oído si en su corazón hubiese mirado la iniquidad, ¿cómo pueden ser oídas las oraciones de los hombres ahora, mientras conservan la iniquidad? Después de pasar el tiempo de 1844, el fanatismo penetró en las filas de los adventistas. Dios mandó mensajes de amonestación para detener este incipiente mal. Había demasiada familiaridad entre algunos hombres y mujeres. Les presenté la alta norma de la verdad que debíamos alcanzar y la pureza de comportamiento que debíamos conservar, a fin de recibir la aprobación de Dios y estar sin mancha ni arruga ni cosa semejante. Muy solemnes denunciaciones de Dios fueron dadas a hombres y mujeres cuyos pensamientos iban por canales impuros, mientras aseveraban ser especialmente favorecidos por Dios; pero el mensaje que Dios dió fué despreciado y rechazado. Se volvieron contra mí y dijeron: “¿Ha hablado Dios solamente por Vd. y no por nosotros?” No enmendaron sus caminos y el Señor los dejó seguir hasta que la contaminación señaló su vida. 4TS 185.3

No estamos fuera de peligro aun ahora. Cada alma que se dedica a dar al mundo el mensaje de amonestación, será severamente tentada a seguir en la vida una conducta que niegue su fe. Es el plan estudiado de Satanás hacer a los obreros débiles en la oración, débiles en poder e influencia, a causa de sus defectos de carácter. Nosotros, como obreros, debemos condenar unánimemente cuanto represente la menor aproximación al mal en nuestro trato mutuo, nuestra fe santa; nuestra obra consiste en vindicar la honra de la ley de Dios, y no es de carácter tal que rebaje los pensamientos y la conducta de uno a un nivel inferior. 4TS 186.1

Tenemos que estar sobre una plataforma elevada. Debemos creer y enseñar la verdad tal como es en Jesús. La santidad de corazón no conducirá nunca a acciones impuras. Cuando uno que asevera enseñar la verdad se inclina a estar mucho en compañía de mujeres jóvenes o aun casadas, cuando pone familiarmente su mano sobre ellas, o está a menudo conversando con ellas de una manera familiar, temedle. Los principios puros de la verdad no están engarzados en su alma. Los tales no están en Cristo, y Cristo no mora en ellos. Necesitan una conversión cabal, antes que Dios pueda aceptar su trabajo. La verdad de origen celestial no degrada nunca al que la recibe; ni le induce a la menor aproximación a la familiaridad indebida; por el contrario, santifica al creyente, refina su gusto, lo eleva y ennoblece, y lo pone en íntima comunión con Jesús. Le induce a considerar la orden del apóstol Pablo de abstenerse aun de la apariencia del mal, porque “no sea pues blasfemado vuestro bien.” 7 4TS 187.1

Hay un asunto al cual debemos prestar atención. Debemos guardarnos contra los pecados de esta era degenerada. Debemos mantenernos alejados de todo lo que sepa a familiaridad indebida. Dios lo condena. Es terreno prohibido, sobre el cual es inseguro asentar los pies. Cada palabra y acción debe tender a elevar, refinar y ennoblecer el carácter. Hay pecado en la irreflexión acerca de tales asuntos. El apóstol Pablo exhortaba a Timoteo a la diligencia y al esmero en su ministerio, y le instaba a meditar en las cosas puras y excelentes, para que su aprovechamiento fuese manifiesto a todos. El mismo consejo es grandemente necesario para los jóvenes de la era actual. Es esencial la consideración reflexiva. Si tan sólo los hombres quisieran pensar más, y obrar menos impulsivamente, tendrían mucho más éxito en su trabajo. Estamos manejando asuntos de importancia infinita, y no podemos entretejer en nuestra obra nuestros propios defectos de carácter. Debemos representar el carácter de Cristo. 4TS 187.2

Tenemos una gran obra que hacer para elevar a los hombres y ganarlos para Cristo, para inducirlos a elegir y procurar fervientemente participar de la naturaleza divina, habiendo escapado a la corrupción que hay en el mundo por la concupiscencia. Todo pensamiento, toda palabra y toda acción de los obreros debe ser del carácter elevado que está en armonía con la sagrada verdad que defienden. Puede ser que los hombres y las mujeres hayan de unirse necesariamente en nuestros importantes campos misioneros. En tal caso, no pueden ser demasiado circunspectos. Sean los hombres casados reservados y cuidadosos, para que no se pueda decir con verdad ningún mal de ellos. Estamos viviendo en una época cuando abunda la iniquidad, y una palabra descuidada o una acción impropia pueden perjudicar grandemente la utilidad del que manifiesta esa debilidad. Mantengan los obreros altas las barreras de la reserva; no dejen presentarse ningún caso del cual el enemigo puede aprovecharse. Si empiezan a cifrar sus afectos en otra persona, dando atención especial a favoritos, y empleando palabras aduladoras, Dios retraerá su Espíritu. 4TS 188.1

Si entran en la obra hombres casados, dejando a sus esposas en casa para cuidar a los niños, la esposa y madre está haciendo una obra tan grande e importante como la del esposo y padre. Mientras él está en el campo misionero, ella es, en el hogar, una misionera cuyos cuidados, ansiedades y cargas exceden con frecuencia a las del esposo y padre. Es importante y solemne su obra de amoldar las mentes y caracteres de sus hijos, de prepararlos para ser útiles aquí, e idóneos para la vida futura e inmortal. En el abierto campo misionero, el esposo puede recibir los honores de los hombres, mientras que la que trabaja en casa tal vez no reciba crédito terrenal por su labor. Pero si ella trabaja para los mejores intereses de su familia, tratando de amoldar su carácter según el modelo divino, el ángel registrador escribe su nombre como el de una de las mayores misioneras del mundo. Dios no ve las cosas como las ve la visión finita del hombre. ¡Cuán cuidadoso debe ser el esposo y padre en mantener su lealtad a sus votos matrimoniales! ¡Cuánta circunspección debe haber en su carácter, no sea que estimule en algunas jóvenes, o aun en mujeres casadas, pensamientos que no estén de acuerdo con la norma alta y santa: los mandamientos de Dios! Cristo muestra que estos mandamientos son amplísimos, y que llegan hasta los pensamientos, intentos y propósitos del corazón. Allí es donde muchos delinquen. Las imaginaciones de su corazón no son del carácter puro y santo que Dios requiere; y por muy alta que sea su vocación, por talentosos que sean ellos, Dios anotará la iniquidad contra ellos, y los contará como mucho más culpables y merecedores de su ira que aquellos que tienen menos talento, menos luz, menos influencia. 4TS 188.2

Quedo apenada cuando veo hombres alabados, adulados y mimados. Dios me ha revelado el hecho de que algunos de los que reciben estas atenciones son indignos de pronunciar su nombre. Sin embargo, son ensalzados hasta el cielo en la estima de algunos seres finitos, que leen tan sólo la apariencia externa. Hermanas mías, nunca miméis ni aduléis a pobres hombres falibles y sujetos a yerros, sean jóvenes o ancianos, casados o solteros. No conocéis sus debilidades, y no sabéis si estas mismas atenciones y profusas alabanzas no han de provocar su ruina. Me alarma la cortedad de visión, la falta de sabiduría que muchos manifiestan al respecto. 4TS 189.1

Los hombres que están haciendo la obra de Dios, y que tienen a Cristo morando en su corazón, no rebajarán la norma de la moralidad, sino que tratarán siempre de elevarla. No hallarán placer en la adulación de las mujeres, ni en ser mimados por ellas. Digan los hombres, tanto solteros como casados: “Guardemos distancia. Nunca daré la menor ocasión para que mi buen nombre sea vilipendiado. Mi buen nombre es capital de mucho más valor para mí que el oro o la plata. Déjenme conservarlo sin mancha. Si los hombres atacan ese nombre, no será porque les haya dado ocasión de hacerlo, sino por la misma razón por la cual hablaron mal de Cristo, a saber, porque odiaban la pureza y santidad de su carácter; porque les era una constante reprensión.” 4TS 189.2

Quisiera poder impresionar en cada obrero de la causa de Dios, la gran necesidad de orar continua y fervientemente. No pueden estar constantemente de rodillas, pero pueden elevar su corazón a Dios. Esta es la manera en que Enoc andaba con Dios. Sed cuidadosos, no sea que la suficiencia propia os embargue, y dejéis a Jesús afuera, y obréis por vuestra propia fuerza más bien que por el espíritu y fuerza del Maestro. No desperdiciéis los momentos áureos en conversaciones frívolas. Cuando volvéis de hacer obra misionera, no os alabéis a vosotros mismos, antes bien ensalzad a Jesús; alzad la cruz del Calvario. No permitáis que nadie os alabe o adule, ni se aferre a vuestra mano como si le costase dejarla. Temed tales demostraciones. Cuando mujeres jóvenes o aun casadas manifiestan una disposición a revelaros sus secretos de familia, tened cuidado. Cuando expresan un deseo de simpatía, sabed que es tiempo de ejercer gran cautela. Los que están imbuídos con el espíritu de Cristo, y que andan con Dios, no tendrán profano anhelo de simpatía. Tienen una compañía que satisface todo deseo de la mente y el corazón. Los hombres casados que aceptan la atención, la alabanza y los mimos de las mujeres, deben tener la seguridad de que el amor y la simpatía de esta clase no valen la pena de obtenerse. 4TS 190.1

Con demasiada frecuencia las mujeres son tentadoras. Con un motivo u otro, requieren la atención de los hombres, casados o solteros, y los llevan adelante hasta que transgreden la ley de Dios, hasta que su utilidad queda arruinada, y sus almas están en peligro. La historia de José ha sido presentada para beneficio de todos los que como él son tentados. Fué tan firme como una roca en los buenos principios, y respondió a la tentadora: “¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?” 8 Un poder moral como el suyo es lo que se necesita ahora. Si las mujeres quisieran tan sólo elevar sus vidas y trabajar con Cristo, su influencia sería menos peligrosa; pero con sus sentimientos actuales de despreocupación acerca de las responsabilidades del hogar, y acerca de los requerimientos que Dios les hace, su influencia es con frecuencia fuerte en la mala dirección, sus facultades son empequeñecidas, y su obra no lleva la impresión divina. No son misioneras domésticas, ni son tampoco misioneras fuera del hogar; y frecuentemente el hogar, el precioso hogar, queda desolado. 4TS 190.2

Trate de vencer cada persona que profesa a Cristo, todo lo que no sea viril, toda debilidad e insensatez. Algunos hombres nunca crecen hasta la plena estatura de hombres en Cristo Jesús. Son infantiles y sensuales. La piedad humilde corregiría todo esto. La religión pura no posee características de complacencia propia e infantil. Es honorable en el más alto grado. Por lo tanto, ninguno de los que son alistados como soldados de Cristo esté a punto de desmayar en el día de prueba. Todos deben sentir que tienen que hacer una obra ferviente para elevar a sus semejantes. Nadie tiene derecho a descansar de la guerra que tiene como fin hacer deseable la virtud, y odiado el vicio. No hay descanso para el cristiano vivo antes de llegar al mundo eterno. El obedecer a los mandamientos de Dios es hacer lo recto y sólo lo recto. Tal es la virilidad cristiana. Pero muchos necesitan aprender frecuentes lecciones de la vida de Cristo, que es el autor y consumador de nuestra fe. “Reducid pues a vuestro pensamiento a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, porque no os fatiguéis en vuestros ánimos desmayando.” 9 Hemos de manifestar crecimiento en la gracia cristiana. Manifestando mansedumbre bajo la provocación, y apartándoos de la bajeza terrenal, dais evidencia de que poseéis en vosotros un Salvador, y todo pensamiento, palabra y acción atrae los hombres a Jesús más bien que a vosotros mismos. Hay mucho trabajo que hacer, y poco tiempo en que hacerlo. Sea, pues, la obra de vuestra vida inspirar en todos el pensamiento de que tienen que trabajar para Cristo. Dondequiera que haya deberes que cumplir que otros no entienden porque no desean ver la obra de su vida, aceptadlo, y hacedlo. 4TS 191.1

La norma de la moralidad no es bastante elevada entre el pueblo de Dios. Muchos de los que profesan guardar los mandamientos, y abogar por su defensa, los están violando. Las tentaciones se presentan de tal manera que los tentados piensan ver una excusa para transgredir. Los que entran en el campo misionero deben ser hombres y mujeres que anden y hablen con Dios. Los que se destacan como ministros en el sagrado púlpito, deben ser hombres de reputación intachable; su vida debe ser sin mancha, estar sobre todo lo que sepa a impureza. No hagáis correr riesgos a vuestra reputación yendo en el camino de la tentación. Si una mujer os retiene la mano, retiradla prestamente, y salvadla del pecado. Si ella manifiesta indebido afecto, y se lamenta de que su esposo no la ama ni simpatiza con ella, no tratéis de suplir esa falta. Vuestra única conducta segura y prudente en tal caso consiste en guardar vuestra simpatía para vosotros mismos. Los tales casos son numerosos. Señalad a las almas el que lleva las cargas, el verdadero y seguro consejero. Si ella ha elegido a Cristo como compañero, él le dará su gracia para soportar la negligencia sin quejarse; mientras tanto debe tratar de hacer cuanto pueda para atraer a su esposo a sí misma, por la más estricta lealtad a él, y la fidelidad en hacer agradable y atrayente su hogar. Si todos sus esfuerzos no tienen éxito y no son apreciados, tendrá la simpatía y ayuda de su bendito Redentor. El le ayudará a llevar todas sus cargas, y la consolará de sus desilusiones. Ella manifiesta desconfianza en Jesús cuando busca objetos mundanos que suplan el lugar que Cristo está siempre dispuesto a ocupar. Con sus quejas, peca contra Dios. Haría bien si examinara su propio corazón con espíritu crítico, para ver si el pecado no está en acecho en el alma. El corazón que busca así la simpatía humana y acepta atenciones prohibidas de parte de cualquiera, no es puro ni sin falta delante de Dios. 4TS 192.1

La Biblia presenta muchas sorprendentes ilustraciones de la fuerte influencia que ejercieron mujeres mal intencionadas. Cuando Balaam fué llamado a maldecir a Israel, no le fué permitido hacerlo; porque el Señor “no ha notado iniquidad en Jacob, ni ha visto perversidad en Israel.” 10 Pero Balaam, que había ya cedido a la tentación, se volvió plenamente agente de Satanás; y resolvió lograr indirectamente lo que Dios no le había permitido hacer directamente. En seguida tendió un lazo por el cual Israel quedaría seducido por las hermosas mujeres moabitas, quienes los inducirían a transgredir la ley de Dios. Así se hallaría iniquidad en el pueblo, y la bendición de Dios no descansaría sobre los israelitas. Sus fuerzas quedarían grandemente debilitadas, y sus enemigos ya no temerían su poder, porque la presencia del Señor de los ejércitos no estaría con ellos. 4TS 193.1

Esto está destinado a ser una amonestación al pueblo de Dios que vive en los últimos días. Si busca la justicia y la verdadera santidad, si guarda todos los mandamientos de Dios, no se permitirá que Satanás y sus agentes lo venzan. Toda la oposición de sus más acérrimos enemigos, resultará impotente para destruir o desarraigar la vid plantada por Dios. Satanás entiende lo que Balaam aprendió por triste experiencia, a saber, que no hay encantamiento contra Jacob ni adivinación contra Israel, mientras que la iniquidad no es acariciada en su medio; por lo tanto, emplea siempre su poder e influencia para manchar su unidad y contaminar la pureza de su carácter. Tiende sus lazos en mil maneras para debilitar su poder en favor del bien. 4TS 193.2

Vuelvo a instaros acerca de la necesidad de cultivar la pureza en todo pensamiento, palabra y acción. Tenemos una responsabilidad individual delante de Dios, una obra individual, que nadie puede hacer por nosotros: consiste en hacer mejor el mundo por los preceptos del esfuerzo personal y el ejemplo. Aunque debemos cultivar la sociabilidad, no debe ser meramente para divertirnos, sino con un propósito. Hay almas que salvar. Acercaos a ellas por el esfuerzo personal. Abrid vuestras puertas a los jóvenes que están expuestos a la tentación. El mal los invita por todas partes. Tratad de interesarlos. Si ellos están llenos de defectos, tratad de corregir estos errores. No os mantengáis separados de ellos, sino antes acercaos a ellos. Traedlos a vuestros hogares; invitadlos a vuestro altar de la familia. Hay una obra que miles necesitan que sea hecha por ellos. De todo árbol del huerto de Satanás cuelgan frutas tentadoras y venenosas, y se pronuncia una maldición sobre todos los que las desprendan y coman. Recordemos los requerimientos de Dios para con nosotros en cuanto a hacer la senda del cielo clara, brillante y atrayente, a fin de que arranquemos almas de los destructivos ensalmos de Satanás. 4TS 194.1

Dios nos ha dado la razón, para que la usemos con propósito noble. Estamos aquí como quienes son probados para la vida futura. Es un período demasiado solemne para que algunos de nosotros sea descuidado o avance con incertidumbre. Nuestro trato con otros debe caracterizarse por la sobriedad y el ánimo celestial. Nuestra conversación debe girar sobre cosas celestiales. “Entonces los que temen a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fué escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre. Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día que yo tengo de hacer: y perdonarélos como el hombre que perdona a su hijo que le sirve.” 11 4TS 194.2

¿Qué es más digno de embargar la mente que el plan de la redención? Es un tema inagotable. El amor de Jesús, la salvación ofrecida por este amor infinito al hombre caído, la santidad de corazón, la verdad preciosa y salvadora para estos postreros días, la gracia de Cristo: éstos son temas que pueden animar el alma, y hacer sentir a los puros de corazón aquel gozo que los discípulos sintieron cuando Jesús vino y anduvo con ellos mientras viajaban a Emaús. El que ha concentrado sus afectos en Cristo apreciará esta clase de asociación santificada, y recibirá fuerza divina por un trato tal; pero el que no tiene aprecio por esta clase de conversación, y al cual le agrada más hablar de insensateces sentimentales, se ha alejado de Dios, y va quedando muerto para las aspiraciones altas y nobles. Los tales interpretan lo sensual, lo terrenal como si fuese celestial. Cuando la conversación es de carácter frívolo, y sabe a una desasosegada búsqueda de simpatía y aprecio humano, brota de un sentimentalismo amoroso enfermizo, y ni los jóvenes ni los hombres de canas están seguros. Cuando la verdad de Dios sea un principio permanente en el corazón, será como una fuente viva. Pueden hacerse tentativas para reprimirla, pero brotará en otro lugar; si está allí, no puede ser reprimida. La verdad en el corazón es un manantial de vida. Refresca a los cansados, y refrena los pensamientos y las palabras viles. 4TS 195.1

¿No están sucediendo bastantes cosas en derredor nuestro para mostrarnos los peligros que asedian nuestra senda? Por doquiera vemos náufragos de la humanidad, altares de la familia descuidados, familias quebrantadas. Hay un extraño abandono de los principios buenos, un rebajamiento de la norma de la moralidad; están aumentando rápidamente los pecados que atrajeron los juicios de Dios sobre la tierra en ocasión del diluvio y la destrucción de Sodoma por el fuego. Nos estamos acercando al fin. Dios ha soportado largo tiempo la perversidad, pero su castigo no es menos seguro. Apártense de toda iniquidad los que profesan ser la luz del mundo. Vemos manifestado contra la verdad el mismo espíritu que se vió en el día de Cristo. Por falta de argumentos bíblicos, los que anulan la ley de Dios fabricarán mentiras para manchar y ennegrecer a los obreros. Así lo hicieron con el Redentor del mundo; y así harán con quienes le sigan. Serán presentados como verdad informes que no tienen el menor fundamento. 4TS 195.2

Dios ha bendecido a sus hijos que guardan sus mandamientos, y toda la oposición y las mentiras que sean presentadas contra ellos no harán sino fortalecer a los que defienden con firmeza la fe una vez dada a los santos. Pero si los que profesan ser depositarios de la ley de Dios vienen a ser transgresores de esa ley, el Señor les retirará su cuidado protector, y muchos caerán por la perversidad y la licencia. Entonces nos veremos de veras incapacitados para subsistir delante de nuestros enemigos. Pero si los suyos permanecen separados y distintos del mundo, como una nación que hace justicia, Dios será su defensa, y no habrá armas forjadas contra ellos que prosperen. En vista de los peligros de este tiempo, y como pueblo que guarda los mandamientos de Dios, ¿no habremos de apartar de nosotros todo pecado, toda iniquidad, toda perversidad? ¿No habrán de vigilarse estrictamente a sí mismas las mujeres que profesan la verdad, a fin de no estimular la menor familiaridad injustificable? Pueden cerrar muchas puertas de tentación si observan en toda ocasión una reserva estricta y una conducta apropiada. Hallen los hombres un ejemplo en la vida de José, y manténganse firmes por los buenos principios, por intensamente tentados que se vean. Debemos ser hombres y mujeres fuertes por lo recto. Hay en derredor nuestro quienes son débiles en fuerza moral. Necesitan estar en compañía de los que son firmes, y cuyo corazón está íntimamente ligado al corazón de Cristo. Los principios de cada uno serán probados. Hay quienes se exponen a la tentación como un insensato a la corrección de la vara. Invitan al enemigo a tentarlos. Se enervan, son debilitados en poder moral, y el resultado es vergüenza y confusión. 4TS 196.1

¡Cuán despreciables son a la vista de un Dios santo los que profesan vindicar su ley, y sin embargo violan sus preceptos! Traen oprobio a la preciosa causa, y dan a los oponentes de la verdad ocasión de triunfar. Nunca debiera obliterarse la marca de distinción entre los que siguen a Jesús y los que siguen a Satanás. Hay una línea clara trazada por Dios mismo entre el mundo y la iglesia, entre los que observan los mandamientos y los que los violan. No se fusionan, son tan diferentes como el medio día de la media noche: diferentes en sus gustos, sus propósitos, su carácter. Si cultivamos el amor a Dios y el temor de Jehová, rechazaremos la menor aproximación a la impureza. 4TS 197.1

El Señor atraiga las almas a sí mismo, y les imparta individualmente un sentido de su responsabilidad de formar un carácter tal que Cristo no se avergüence de llamarlos hermanos. Elevad la norma, y entonces la bendición celestial será pronunciada sobre vosotros en aquel día en que cada uno recibirá según las acciones hechas en el cuerpo. Los que trabajan para Dios deben vivir como a su vista, y estar constantemente desarrollándose en carácter, en verdadera virtud, y piedad. Su mente y corazón deben estar tan cabalmente imbuídos del espíritu de Cristo, y tan embargados por la solemnidad del mensaje sagrado que tienen que llevar, que todo pensamiento, acción y motivo estarán muy por encima de lo terrenal y sensual. Su felicidad no consistirá en las complacencias prohibidas y egoístas, sino en Jesús y su amor. 4TS 197.2

Mi oración es: “¡Oh Señor, unge los ojos de tu pueblo, para que discierna entre el pecado y la santidad, entre la contaminación y la justicia, y salga al fin vencedor!” 4TS 198.1

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Me han sido mostrados los peligros que corren los jóvenes. Sus corazones están llenos de altas expectativas, y ven el camino descendente sembrado de placeres tentadores que parecen muy atrayentes; pero la muerte está allí. La senda estrecha que lleva a la vida puede parecerles desprovista de atractivos, una senda de espinas y cardos, pero no lo es. Es la senda que requiere el abandono de los placeres pecaminosos; es una senda estrecha, trazada para que anden en ella los redimidos del Señor. Nadie puede andar en esta senda y llevar consigo su carga de orgullo, voluntad propia, engaño, mentira, falta de honradez, pasión y concupiscencias carnales. La senda es tan angosta, que esas cosas tienen que ser dejadas atrás por los que andan en ella; pero el camino ancho es bastante amplio para que los pecadores viajen en él con todas sus propensiones pecaminosas. 4TS 198.2

Joven, si rechazas a Satanás con todas sus tentaciones, podrás andar en las pisadas de tu Redentor, y tener la paz del cielo, los goces de Cristo. No puedes ser feliz en la complacencia del pecado. Puedes lisonjearte de que eres feliz, pero no puedes conocer la verdadera felicidad. El carácter se deforma si uno se entrega al pecado. Se encuentran peligros a cada paso hacia abajo, y los que podrían ayudar a la juventud no lo ven ni se dan cuenta de ello. No se manifiesta el bondadoso y tierno interés que debería tomarse en los jóvenes. Muchos podrían ser guardados de influencias pecaminosas, si estuviesen rodeados de buenas compañías, y se les dirigiesen palabras de bondad y amor.—Testimonies for the Church 4:364. 4TS 198.3