Testimonios Selectos Tomo 4

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Capítulo 29—La educación de los obreros

Tenemos que hacer una obra que pocos comprenden. Consiste en llevar la verdad a todas las naciones. Hay un amplio campo de trabajo en los países extranjeros, como en los Estados Unidos. Dios llama a hombres que sean consagrados, puros, de gran corazón y miras amplias, humildes, para que entren en estos campos. ¡Cuán pocos tienen un sentido de esta gran obra! Debemos despertar, y trabajar desde un punto de vista más elevado de lo que lo hemos hecho hasta ahora. Los que ahora aceptan la verdad, tienen toda ventaja, especialmente en la acumulación de la luz y los conocimientos presentados en nuestras publicaciones. La experiencia pasada, rica y variada, debe ser apreciada ahora debidamente. Sabemos cuán difícilmente adelantaba la obra al principio; cuántos obstáculos se le oponían; cuán pocas comodidades estaban a la disposición de los primeros obreros de esta causa para usarlas en su adelantamiento: pero ahora todo ha cambiado, y la clara luz resplandece. Si el cristianismo primitivo pudiese entrar en el corazón de todos los que aseveran creer la verdad, les traería nueva vida y poder. Los que están en tinieblas verían entonces el contraste entre la verdad y el error, entre las enseñanzas de la Palabra de Dios y las fábulas y supersticiones. Se han cometido errores al no tratar de alcanzar a los predicadores y las clases superiores con la verdad. Se ha rehuído demasiado a la gente que no es de nuestra fe. Aunque no debemos asociarnos con ella para recibir su molde, hay por doquiera personas sinceras en favor de las cuales debiéramos trabajar sabia e inteligentemente, llenos de amor por sus almas. Debiera crearse un fondo para educar a hombres y mujeres para trabajar por estas clases superiores, tanto aquí como en otros países. Hemos hablado demasiado de rebajarnos a la mente común. Dios quiere hombres de talento y buen intelecto, que puedan pesar los argumentos, hombres que caven por la verdad como por tesoros escondidos. Estos hombres serán capaces de alcanzar, no solamente las clases comunes, sino las mejores. Los tales hombres serán siempre estudiantes de la Biblia, plenamente compenetrados del carácter sagrado de las responsabilidades que sobre ellos descansan. Darán prueba cabal de su ministerio. 4TS 178.1

Hay demasiado poco talento que trabaja en los diferentes ramos de la obra. Deben lanzarse nuevas empresas. Necesitamos capacidad para idear planes por los cuales las almas que están en las tinieblas del error puedan ser alcanzadas. Necesitamos la inteligencia de mentes variadas; pero no debemos censurarlas porque sus ideas no se ajusten precisamente a las nuestras. Debemos tener planes más amplios para la educación de obreros que han de dar el mensaje. Los que creen y aman la verdad, han obrado noblemente dando de sus recursos para sostener sus diversas empresas, pero hay gran falta de obreros capaces. No es prudente estar constantemente gastando recursos para abrir campos nuevos, mientras que se hace tan poco para preparar obreros que los ocupen. La obra de Dios no debe ser impedida por falta de agentes que la realicen. El llama a hombres cultos, que sean estudiantes de la Biblia, que amen la verdad que presentan a otros, que la introduzcan en su propia vida y carácter. Necesitamos hombres que amen a Jesús y se aferren a él, y que aprecien el sacrificio infinito hecho en favor de la humanidad caída. Necesitamos labios tocados por el fuego santo, corazones limpios de la contaminación del pecado. Aquellos cuya piedad es superficial, y que tienen gran ambición de ser considerados los primeros y mejores, no son los hombres para este tiempo. No se necesitan aquellos que piensan más en su propia voluntad que en la obra. 4TS 179.1

Nuestras iglesias no están recibiendo la preparación que las induciría a andar con toda humildad de ánimo, a desechar todo el orgullo de la ostentación externa, y a trabajar para el atavío interno. La eficiencia de la iglesia es precisamente lo que la hacen el celo, la pureza, la abnegación y el trabajo diligente de los ministros. Un espíritu misionero activo debe caracterizar a sus miembros individuales. Deben tener piedad más profunda, una fe más fuerte, y opiniones más amplias. Deben hacer una obra más cabal en el esfuerzo personal. Lo que necesitamos es una religión viva. Una sola persona que tenga amplios conceptos del deber, cuya alma esté en comunión con Dios, y que esté llena de celo por Cristo, ejercerá una poderosa influencia para el bien. No beberá en una corriente baja, turbia o corrompida, sino en las aguas puras y altas de la Fuente principal, y podrá comunicar nueva vida y poder a la iglesia. A medida que aumente la presión del exterior, Dios quiere que su iglesia sea vivificada por las verdades sagradas y solemnes que cree. El Santo Espíritu del cielo, obrando con los hijos y las hijas de Dios, superará obstáculos, y retendrá el terreno ventajoso contra el enemigo. Dios tiene grandes victorias en reserva para sus hijos que amen la verdad y guarden sus mandamientos. Los campos están ya blanqueando para la siega. Tenemos luz y rica dotación del cielo en la verdad preparada para nuestras manos; pero no se han educado y disciplinado hombres y mujeres para trabajar en los campos que están madurando rápidamente. 4TS 179.2

Dios sabe con qué fidelidad y espíritu de consagración cumple cada uno su misión. No hay lugar para los perezosos en esta gran obra—no hay lugar para los que traten de complacerse a sí mismos, o que sean incapaces de tener éxito en ninguna vocación de la vida,—ningún lugar para hombres tibios, que no sean fervientes de espíritu, dispuestos a soportar penurias, oposiciones, oprobio o la muerte por amor de Cristo. El ministerio cristiano no es lugar para los zánganos. Hay una clase de hombres que intentan predicar que son negligentes, descuidados e irreverentes. Sería mejor que cultivasen el suelo en vez de enseñar la sagrada verdad de Dios. 4TS 180.1

Pronto los jóvenes deberán llevar las cargas que han soportado los ancianos. Hemos perdido el tiempo al descuidar de traer a hombres jóvenes al frente, y darles una educación más elevada y sólida. La obra está adelantando constantemente, y debemos obedecer la orden: “¡Id adelante!” Mucho bien podría hacer la juventud que está afirmada en la verdad, que no se deja influir fácilmente ni apartar de lo recto por cuanto la rodea, sino que anda con Dios, ora mucho, y hace los más fervientes esfuerzos para recibir toda la luz que pueda. El obrero debe ser preparado para dedicar las más altas energías mentales y morales con que la naturaleza, la cultura y la gracia de Dios le hayan dotado; pero su éxito será proporcional al grado de consagración y sacrificio con que haga la obra, más bien que a sus dotes naturales y adquiridas. Son necesarios los esfuerzos más fervientes y continuos para adquirir calificaciones para la utilidad; pero a menos que Dios obre con los esfuerzos humanos, no se logrará nada. Cristo dijo: “Porque sin mí nada podéis hacer.” 1 La gracia divina es el gran elemento del poder salvador; y sin ella no valdrán nada todos los esfuerzos humanos; su cooperación es necesaria aun en el caso de los esfuerzos más arduos y fervientes para inculcar la verdad. 4TS 181.1

La causa de Dios necesita maestros que tengan altas cualidades morales, y a los cuales se pueda confiar la educación de otros: hombres que sean sanos en la fe, que tengan tacto y paciencia; que anden con Dios, y se abstengan de la misma apariencia del mal; que estén tan íntimamente relacionados con Dios que puedan ser conductos de luz—en fin, caballeros cristianos. Las buenas impresiones que harán los tales no se borrarán nunca; y la educación así impartida perdurará durante toda la eternidad. Lo que se descuida en este proceso de educación permanecerá probablemente sin hacerse. ¿Quién quiere emprender esta obra? Cuánto quisiéramos que hubiese jóvenes fuertes, arraigados y afirmados en la fe, que tuviesen tal comunión viva con Dios que pudieran, si así se lo aconsejasen nuestros hermanos dirigentes, entrar en los colegios superiores de nuestro país, donde tendrían un campo más amplio de estudio y observación. El trato con diferentes clases de mentes, el familiarizarse con los trabajos y los métodos populares de educación, y un conocimiento de la teología como se enseña en las principales instituciones del saber, serían de gran valor para tales obreros, y los prepararían para trabajar en favor de las clases educadas, y para hacer frente a los errores que prevalecen en nuestros tiempos. Tal era el método seguido por los antiguos valdenses; y, si fuesen fieles a Dios, nuestros jóvenes, como los suyos, podrían hacer una buena obra, aun mientras adquirieran su educación, sembrando la semilla de la verdad en otras mentes. 4TS 181.2

“Portaos varonilmente, y esforzaos.” 2 Preguntad a Aquel que sufrió oprobio, burlas e insultos por causa nuestra: “Señor, ¿qué quieres que haga?” Nadie está demasiado educado para llegar a ser un humilde discípulo de Cristo. Los que sienten que es un privilegio dar lo mejor de su vida y aprender de Aquel del cual lo recibieron todo, no rehuirán trabajo y sacrificio alguno para devolver a Dios en el más alto servicio, los talentos que les confió. En la gran batalla de la vida, muchos de los obreros pierden de vista la solemnidad y el carácter sagrado de su misión. La mortífera maldición del pecado continúa agostando y borrando en ellos la imagen de Dios, porque no trabajan como Cristo trabajó. 4TS 182.1

Vemos la necesidad de estimular ideas superiores de educación, y emplear más hombres preparados en el ministerio. Los que no obtienen la debida clase de educación antes de entrar en la obra de Dios, no son competentes para aceptar su cometido santo, y para llevar a cabo la obra de reforma. Sin embargo, todos pueden continuar educándose después que han entrado en la obra. Deben tener la Palabra de Dios morando en sí. Necesitamos más cultura, refinamiento y nobleza de alma en nuestros obreros. Una mejora tal daría resultados ahora y en la eternidad. 4TS 182.2

“Os escribo a vosotros, padres, porque habéis conocido a aquel que es desde el principio.” “Os he escrito a vosotros, mancebos, porque sois fuertes, y la palabra de Dios mora en vosotros, y habéis vencido al maligno.” 3 El apóstol liga aquí la experiencia de los padres con la de los jóvenes; igualmente hay un vínculo entre los discípulos de edad en esta causa y los más jóvenes, que no han tenido experiencia en los primeros sucesos de este mensaje. Los que eran jóvenes cuando el mensaje nació, tendrán que ser educados por los viejos portaestandartes. Estos maestros deben darse cuenta de que no pueden esmerarse demasiado para preparar hombres para su cometido santo, mientras los viejos portaestandartes pueden todavía sostenerlos en alto. Y, sin embargo, los que han peleado durante tanto tiempo en las batallas, pueden todavía ganar victorias. Han conocido tan cabalmente las trampas de Satanás, que no serán arrebatados fácilmente de las antiguas sendas. Recuerdan los tiempos antiguos. Conocen a Aquel que es desde el principio. Pueden ser siempre portadores de luz, fieles testigos por Dios, epístolas vivas, conocidas y leídas de todos los hombres. Por lo tanto, demos gracias a Dios porque quedan algunos, como quedaba Juan, para relatar su experiencia en el comienzo de este mensaje y la recepción de lo que ahora nos es tan caro. Pero uno tras otro están cayendo en sus puestos, y no es sino prudente que preparemos a otros para reanudar la obra donde la dejan. 4TS 183.1

Deben hacerse esfuerzos para preparar jóvenes para la obra. Deben adelantarse al frente, para llevar cargas y responsabilidades. Los que son ahora jóvenes, deben llegar a ser hombres fuertes. Deben ser capaces de hacer planes y dar consejos. La Palabra de Dios morando en ellos, los hará puros, y los llenará de fe, esperanza, valor y devoción. La obra está ahora grandemente atrasada porque hay hombres que llevan responsabilidades para las cuales no están preparados. ¿Continuará y aumentará esta gran necesidad? ¿Habrán de caer estas grandes responsabilidades de las manos de los obreros ancianos y expertos en las manos de los que son incapaces de manejarlas? ¿No estamos descuidando una obra muy importante al dejar de educar y preparar a nuestra juventud para ocupar puestos de confianza? 4TS 183.2

Edúquense obreros, pero al mismo tiempo sean mansos y humildes de corazón. Elevemos la obra al más alto nivel posible, recordando siempre que si hacemos nuestra parte, Dios no dejará de hacer la suya. 4TS 184.1

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Me fué mostrado que los que presiden nuestras instituciones deben tener siempre presente que hay un Director principal, el Dios del cielo. Debe haber estricta honradez en todas las transacciones comerciales, en todo departamento de la obra. Debe haber firmeza en cuanto a conservar el orden, pero la compasión, la misericordia y la tolerancia deben mezclarse con esa firmeza. La justicia tiene un hermano gemelo, que es el amor. Deben hallarse ambos lado a lado. La Biblia debe ser nuestra guía. No puede haber mayor engaño para un hombre que pensar que puede encontrar una guía mejor, cuando está en dificultad, que la Palabra de Dios. La palabra bienaventurada debe ser una lámpara a nuestros pies. Los preceptos bíblicos deben ser llevados a la vida diaria.—Testimonies for the Church 5:559. 4TS 184.2