Testimonios Selectos Tomo 3

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Capítulo 21—El engaño de las riquezas

Querida Hermana M: Cuando el Señor me mostró su caso, se me hizo recordar lo que pasó hace muchos años, cuando Vd. creyó en la próxima venida de Cristo. Vd. esperaba y amaba su aparición. 3TS 93.1

Su esposo era por naturaleza un hombre afectuoso y noble; pero confiaba en su propia fuerza, la cual era poca. No sentía la necesidad de hacer de Dios su fortaleza. La bebida embriagante embotaba su cerebro y finalmente paralizó su mente. Su virilidad y semejanza a Dios fué sacrificada para satisfacer su sed de bebidas embriagantes. 3TS 93.2

Vd. sufrió oposición y ultraje, pero Dios fué su fuente de fortaleza. Mientras Vd. confió en él, la sostuvo. En todas sus pruebas, no permitió que Vd. fuese abrumada. ¡Cuán a menudo la han fortalecido los ángeles celestiales cuando Vd. se hallaba abatida, presentando vívidamente a su recuerdo pasajes de las Escrituras que le expresaban el inagotable amor de Dios y le daban evidencia de que su inagotable amor no cambia! Su alma confiaba en Dios. Era su comida y su bebida hacer la voluntad de su Padre celestial. A veces, Vd. tenía una firme confianza en las promesas de Dios, y otras veces su fe volvía a ser probada hasta lo sumo. La manera de obrar de Dios le parecía misteriosa; sin embargo, la mayor parte del tiempo Vd. tenía evidencias de que él consideraba su aflicción y no quería imponerle cargas que superasen sus fuerzas. 3TS 93.3

El Maestro veía que Vd. necesitaba ser preparada para su reino celestial. No le abandonó en el horno de fuego de la aflicción para que éste la consumiese. Como el refinador y purificador de la plata, él mantuvo sus ojos en Vd., vigilando el proceso de la purificación hasta que pudo discernir su imagen reflejada en Vd. Aunque Vd. sintió a menudo las llamas de la aflicción y a veces pensó que la consumirían, el amor de Dios era tan grande en aquellas ocasiones como cuando Vd. se sentía libre en espíritu, y triunfante en Dios. El horno había de purificar y refinar, pero no consumir ni destruir. 3TS 93.4

La vi luchando con la pobreza, tratando de sostenerse a sí misma y a sus hijos. Muchas veces Vd. no sabía qué hacer, y el porvenir parecía obscuro e incierto. En su angustia, clamaba al Señor y él la consolaba y ayudaba, y en derredor suyo brillaban rayos de esperanza y luz. ¡Cuán precioso le era Dios en esas ocasiones! ¡Cuán dulce su amor consolador! Le parecía que tenía un precioso tesoro depositado en el cielo. Y al considerar la recompensa de los afligidos hijos de Dios, ¡qué consolación le era sentir que podía llamarle su Padre! 3TS 94.1

Su caso era, en realidad, peor que si hubiese sido viuda. Su corazón era angustiado por la conducta perversa de su esposo. Pero sus persecuciones, sus amenazas y violencias no la inducían a confiar en su propia sabiduría y olvidar a Dios. Lejos de ello; Vd. sentía su debilidad, y que era incapaz de llevar sus cargas, y en su debilidad consciente quedaba aliviada llevando sus pesadas cargas a Jesús, el gran Aliviador de ellas. ¡Cuánto apreciaba Vd. cada rayo de luz de su presencia! ¡Cuán fuerte se sentía a menudo en su fuerza! Cuando estallaba inesperadamente sobre Vd. una tormenta de persecución, el Señor no permitía que fuese vencida, sino que en aquellos momentos de prueba Vd. se daba cuenta de una fuerza, calma y paz que le asombraban. 3TS 94.2

Cuando caían sobre Vd. acusaciones y burlas más crueles que lanzas y saetas, la influencia del Espíritu de Dios en su corazón la inducía a hablar con calma y serenidad. El hacer esto no es natural. Era el fruto del Espíritu de Dios. Era la gracia de Dios la que fortalecía su fe en medio de todos los descorazonamientos causados por la esperanza diferida. La gracia la fortalecía para la guerra y las penurias y la hacía vencedora. La gracia le enseñó a orar, a amar y confiar, a pesar del ambiente desfavorable que la rodeaba. Al darse cuenta repetidas veces de que sus oraciones eran contestadas de una manera especial, Vd. no pensaba que ello se debía a algún mérito suyo, sino por causa de su gran necesidad. Su necesidad era la oportunidad de Dios. Su vida en aquellos días de prueba consistía en confiar en Dios. Las manifestaciones de su liberación especial cuando pasaba por los momentos más penosos, eran como el oasis en el desierto para el viajero cansado y desfalleciente. 3TS 94.3

El Señor no la dejó perecer. Con frecuencia le suscitó amigos que la ayudasen cuando Vd. menos lo esperaba. Los ángeles de Dios la atendieron, y paso a paso la condujeron por la escabrosa senda. Vd. estaba apremiada por la pobreza, pero ésta era la menor de las dificultades con las cuales tenía que luchar. 3TS 95.1

A través de todas sus pruebas, que nunca han sido reveladas completamente a otra persona, Vd. tuvo un amigo que nunca le faltó, quien dijo: “He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” Mientras estaba en la tierra, siempre le conmovía la desgracia humana. Aunque ahora ascendió a su Padre y le adoran los ángeles que prestamente obedecen sus órdenes, su corazón amante que se compadecía de los seres humanos y simpatizaba con ellos, no ha cambiado. Sigue siendo un corazón de ternura invariable. Ese mismo Jesús conoció todas sus pruebas y no la dejó sola para que luchase con las tentaciones y batallase con el mal y finalmente fuese aplastada con las cargas y las tristezas. Por medio de sus ángeles, murmuraba a su oído: “No temas, porque yo soy contigo.” “Yo soy ... el que vivo, y he sido muerto; y he aquí que vivo por siglos de siglos.” “Conozco tus penas; las he soportado. Estoy familiarizado con tus luchas; las he experimentado. Conozco tus tentaciones; les he hecho frente. He visto tus lágrimas; yo también he llorado. Tus esperanzas terrenales están marchitas; pero alza los ojos de la fe y penetra a través del velo y allí ancla tus esperanzas. Será tuya la seguridad eterna de que tienes un Amigo más fiel que un hermano.” 3TS 95.2

¡Oh, amada hermana, si tan sólo pudiese Vd. ver, como yo los he visto, los designios y las obras de Dios manifestados en todas las perplejidades y pruebas de la primera parte de su vida, cuando estaba agobiada por la mano de la pobreza, no se olvidaría nunca de Dios, sino que su amor aumentaría y su celo para promover su gloria sería incansable! 3TS 96.1

Como consecuencia de sus afliciones y pruebas peculiares, su salud se quebrantó. Los amigos de la causa de Dios eran pocos, y los más de ellos pobres; a diestra y siniestra Vd. veía tan sólo pocos motivos de esperanza. Vd. consideraba a sus hijos y su condición indigente y desamparada, y su corazón casi desmayaba. En aquel tiempo, mediante la influencia de adventistas que se habían unido con los “shakers,*” en quienes Vd. tenía confianza porque habían sido amigos suyos en tiempos de necesidad, Vd. se sintió inducida a frecuentar esta secta por un tiempo, pero los ángeles de Dios no la abandonaron. La atendieron y fueron como un muro de fuego en derredor suyo. Los ángeles santos la protegieron especialmente de las influencias seductoras que prevalecen en ese pueblo. Los “shakers” creían que Vd. uniría sus intereses con los suyos, y pensaban que si podían inducirle a llegar a ser uno de sus miembros Vd. prestaría gran ayuda a su causa, porque sería una ardiente propagandista de su sociedad. Le habrían dado una alta posición entre ellos. Algunos de los “shakers” habían recibido manifestaciones espirituales que les indicaban que Vd. estaba destinada por Dios a ser un miembro eminente de su sociedad; pero que era una persona a quien no había que instar; que la bondad ejercería una influencia poderosa donde la fuerza o la presión harían fracasar sus esperanzas. 3TS 96.2

El magnetismo se practicaba eficazmente entre ellos. Mediante ese poder, se lisonjeaban de que Vd. llegaría a ver las cosas en la misma luz en que las consideraban ellos. Vd. no se dió cuenta de todas las artes y la seducción empleadas para lograr su propósito. El Señor la preservó. Parecía haber en derredor suyo un círculo de luz procedente de los ángeles ministradores, y las tinieblas que prevalecían en derredor de Vd. no lo entenebrecieron. El Señor le abrió camino para que abandonase la comunidad seducida, y Vd. la dejó sin haber sufrido daños y con los principios de su fe tan puros como antes de que se dirigiera a sus componentes. 3TS 97.1

Su brazo enfermo le causaba gran aflicción. Vd. había buscado ayuda a diestra y siniestra. Había consentido en que una mujer probase en Vd. la habilidad de la cual se jactaba. Esa mujer era un agente especial de Satanás. Mediante sus experimentos, Vd. casi perdió la vida. El veneno introducido en su organismo era suficiente para matar a una persona de la constitución más robusta. En esta ocasión, Dios volvió a interponerse, o su vida hubiera sido sacrificada. 3TS 97.2

Todos los medios a los cuales Vd. había recurrido para recobrar la salud habían fracasado. No sólo su brazo, sino todo su organismo estaba enfermo. Sus pulmones estaban afectados, y Vd. bajaba rápidamente a la muerte. En ese tiempo Vd. sintió que sólo Dios podía librarla. Vd. podía hacer una cosa más; seguir las indicaciones que da el apóstol Santiago en el quinto capítulo de su epístola. Hizo entonces un pacto con Dios de que si le perdonaba la vida, atendería a las necesidades de sus hijos, se pondría enteramente del lado del Señor, y a él solo serviría; dedicaría su vida a su gloria; haría uso de su fuerza para promover su causa y hacer bien en la tierra; y los ángeles registraron su promesa. 3TS 97.3

Llegamos a Vd. en su gran aflicción, y nos aferramos a la promesa de Dios en su favor. No nos atrevíamos a mirar las apariencias; porque al hacerlo, habríamos hecho como Pedro cuando el Señor le invitó a ir hacia él sobre las aguas. El debiera haber mantenido los ojos alzados hacia Jesús, pero miró hacia abajo, a las aguas agitadas, y le faltó la fe. Nos aferramos con calma y firmeza de las promesas de Dios solamente, sin tener en cuenta las apariencias, y por la fe pedimos la bendición. Me fué mostrado especialmente que Dios obró de una manera maravillosa, y que Vd. fué preservada por un milagro de la misericordia, para ser un monumento vivo de su poder sanador, para testificar de sus obras prodigiosas ante los hijos de los hombres. 3TS 97.4

En aquella ocasión Vd. sintió un cambio muy radical, su cautiverio se transformó y el gozo y la alegría llenaron su corazón en lugar de la duda y la angustia. Las alabanzas de Dios estaban en su corazón y sobre sus labios. “¡Oh cuán grandes cosas ha hecho el Señor!” era el sentimiento de su alma. El Señor oyó las oraciones de sus siervos y la levantó para que continuase viviendo y soportando pruebas, para que velase y aguardase su aparición y glorificase su nombre. La pobreza y la congoja la apremiaban fuertemente. A veces, negros nubarrones la envolvían, y Vd. no podía menos de preguntarse: “¡Oh, Dios!, ¿me has desamparado?” Pero Vd. no quedó desamparada, aunque no pudiese ver salida alguna delante de sí. Dios quería que Vd. confiase en su amor y misericordia en medio de las nubes y las tinieblas como cuando brillaba el sol. A veces se abrían las nubes, y resplandecían rayos de luz para fortalecer su abatido corazón y aumentar su vacilante confianza; y Vd. volvía a fijar su temblorosa fe en las seguras promesas de su Padre celestial. Exclamaba involuntariamente: “Oh, Señor, quiero creer; quiero confiar en ti. Hasta aquí me has ayudado, y no me desampararás ahora.” 3TS 98.1

Al obtener la victoria, y al resplandecer de nuevo la luz sobre Vd., no podía hallar palabras para expresar su sincera gratitud hacia su misericordioso Padre celestial, y pensaba que nunca volvería a dudar de su amor ni a desconfiar de su cuidado. Vd. no buscaba su comodidad, no consideraba los trabajos pesados como una carga, con tal que pudiese cuidar de sus hijos y protegerlos de la iniquidad que prevalece en el mundo en este siglo. La preocupación de su corazón era verlos volverse al Señor. Vd. intercedía por ellos delante de Dios con clamores y lágrimas. Deseaba vehementemente su conversión. A veces su corazón desmayaba y temía que sus oraciones no fuesen contestadas; luego volvía a consagrar sus hijos a Dios y su corazón anhelante los colocaba de nuevo sobre el altar. 3TS 98.2

Cuando ellos ingresaron en el ejército, * sus oraciones los siguieron. Fueron preservados maravillosamente. Ellos lo atribuían a la buena suerte; pero las oraciones maternales que se elevaban de un corazón ansioso y agobiado al presentir el peligro de sus hijos y el riesgo que corrían de ser cortados en su juventud sin esperanza en Dios, tuvo mucho que ver con su conservación. ¡Cuántas oraciones se elevaron para pedir que estos hijos fuesen preservados para obedecer a Dios, para dedicar su vida a su gloria! En su ansiedad por sus hijos, Vd. rogaba a Dios que se los devolviese y Vd. trataría con más fervor de conducirlos por la senda de la santidad. Vd. pensaba que trabajaría con más fidelidad que nunca antes. 3TS 99.1

El Señor permitió que Vd. fuese educada en la escuela de la adversidad y aflicción, para que pudiese obtener una experiencia que le fuese valiosa a Vd. y a otros. En los días de su pobreza y prueba, Vd. amaba al Señor, y se deleitaba en los privilegios religiosos. La proximidad de la venida de Cristo era su consuelo. Era una esperanza viva para Vd. el pensar que pronto descansaría de sus trabajos y llegaría al fin de todas sus pruebas; entonces encontraría que no había trabajado ni sufrido demasiado, porque el apóstol Pablo declara: “Nuestra ligera aflicción, que no dura sino por un momento, obra para nosotros en alto y aun más alto grado, un peso eterno de gloria.” 3TS 99.2

El reunirse con los hijos de Dios le parecía casi como una visita al cielo. Los obstáculos no la detenían. Podía sufrir cansancio y hambre de alimentos temporales, pero no podía privarse del alimento espiritual. Vd. buscaba fervorosamente la gracia de Dios, pero no la buscaba en vano. La comunión con el pueblo de Dios era la mayor bendición que podía Vd. disfrutar. 3TS 100.1

En su vida cristiana, su alma aborrecía la vanidad, el orgullo y la ostentación extravagante. Cuando Vd. presenciaba los gastos que realizaban quienes profesaban ser cristianos, con fines de ostentación, para fomentar el orgullo, su corazón y labios decían: “¡Oh si tan sólo poseyese yo los recursos de que disponen los que no son fieles en su mayordomía, tendría por uno de los mayores privilegios ayudar a los menesterosos y contribuir al adelantamiento de la causa de Dios!” 3TS 100.2

Vd. sintió a menudo la presencia de Dios mientras trataba, en su humilde manera, de iluminar a otros con respecto a la verdad para estos postreros días. Vd. había experimentado la verdad por sí misma. Lo que había visto, oído, experimentado y testificado, Vd. sabía que no era una ficción. Vd. se deleitaba en presentar a otros, en conversaciones privadas, la manera admirable en que Dios había conducido a su pueblo. Relataba sus modos de obrar con una seguridad que infundía convicción en los corazones de aquellos que la escuchaban. Vd. hablaba como quien tiene conocimiento de las cosas que afirmaba. Cuando hablaba a otros acerca de la verdad presente, deseaba tener mayores oportunidades y una influencia más extensa, a fin de poder dar a conocer a muchos de los que están en tinieblas la luz que había alumbrado su senda. A veces, Vd. miraba su pobreza, su influencia limitada, y sus mejores esfuerzos, con frecuencia mal interpretados por los que profesaban ser amigos de la causa de la verdad, y casi se desanimaba. 3TS 100.3

A veces su agitación la hacía errar en su juicio, y aquellos que no poseían la caridad que no piensa mal, la vigilaban y sospechaban el mal y se aprovechaban de los errores que les parecía ver en Vd. Pero el amor y la tierna compasión de Jesús no le fueron retirados; ellos la sostuvieron en medio de las pruebas y persecuciones de su vida. El reino de los cielos y la justicia de Cristo eran primordiales para Vd. Su vida estaba mancillada de imperfecciones, porque el errar es humano; pero por lo que le plugo al Señor mostrarme con respecto al ambiente desalentador que la rodeaba en los días de su pobreza y prueba, sé que nadie, de haberse visto en su situación de pobreza y pruebas embarazosas, habría seguido una conducta más libre de errores. Para aquellos que han quedado libres de severas pruebas a las que otros están sujetos, es fácil mirar, poner en duda, sospechar el mal y censurar. Algunos están más listos para censurar a otros por seguir cierta conducta que para asumir la responsabilidad de decir lo que debieran hacer o señalarles un camino más correcto. 3TS 100.4

Vd. llegó a confundirse. No sabía dónde poner su confianza. En X*** y su vecindario, había tan sólo pocos observadores del sábado que ejerciesen una influencia salvadora. Algunos de los que profesaban la fe no honraban la causa de la verdad presente. No recogían con Cristo, sino que dispersaban. Podían hablar en alta voz por largo tiempo, pero su corazón no estaba en la obra. No estaban santificados por la verdad que profesaban. Estos, no teniendo raíz en sí mismos, abandonaron la fe. Si lo hubiesen hecho antes, hubiera sido mejor para la causa de la verdad. En consecuencia de estas cosas, Satanás cobró ventajas sobre Vd. y preparó su apostasía. 3TS 101.1

Mi atención fué dirigida al deseo que Vd. tenía de poseer recursos. El sentimiento de su corazón era: “¡Oh, si tan sólo tuviese medios, no los despilfarraría! Daría un ejemplo a los que son avaros y mezquinos. Les mostraría la gran bendición que se recibe al hacer bien.” Su alma aborrecía la codicia. Al ver a aquellos que poseían abundancia de riquezas cerrar su corazón al clamor de los menesterosos, Vd. decía: “Dios los visitará y los recompensará según sus obras.” Y al ver a los ricos andar en su orgullo, rodeando su corazón de egoísmo, como con ligaduras de hierro, Vd. sintió que eran más pobres que Vd. misma, aun cuando pasaba necesidades y sufrimientos. Cuando veía a estos hombres orgullosos de su bolsillo obrar con altanería, porque el dinero tiene poder, Vd. se compadecía de ellos y por nada habría sido inducida a cambiar de lugar con ellos. Sin embargo, Vd. deseaba recursos a fin de usarlos de una manera que reprendiese a los codiciosos. 3TS 101.2

Dios dijo al ángel que la había atendido a Vd. hasta entonces: “La he probado en la pobreza y la aflicción, y ella no se ha separado de mí ni se ha rebelado contra mí. Ahora la probaré con la prosperidad. Le revelaré una página del corazón humano con la cual ella no está familiarizada. Le mostraré que el dinero es el enemigo más peligroso que ella haya encontrado. Le revelaré el engaño de las riquezas; que son una trampa, aun para aquellos que se sienten seguros contra el egoísmo, contra la exaltación, la extravagancia, el orgullo y el amor de las alabanzas de los hombres.” 3TS 102.1

Me fué mostrado que delante de Vd. se abrió el camino para que mejorasen sus condiciones en la vida, y pudiese al fin obtener los recursos que pensaba usar con sabiduría y para gloria de Dios. ¡Cuán ansiosamente miraba su ángel ministrador esa nueva prueba, para ver cómo la resistiría Vd.! Al llegar los recursos a sus manos, vi cómo, gradual y casi imperceptiblemente, Vd. se separaba de Dios. Gastaba para su propia conveniencia los recursos que le habían sido confiados, rodeándose de las buenas cosas de esta vida. Vi a los ángeles mirarla con anhelante tristeza, con el rostro medio desviado, pesarosos de abandonarla. Sin embargo, su presencia no era percibida por Vd., y seguía su conducta sin acordarse de su ángel guardián. 3TS 102.2

Los negocios y cuidados de su nueva situación reclamaban su tiempo y atención, y Vd. no consideraba su deber hacia Dios. Jesús la había comprado con su sangre. Vd. no se pertenecía. Su tiempo, su fuerza y los recursos que manejaba, todo pertenecía a su Redentor. El había sido su constante Amigo, su fortaleza y sostén, cuando todos los demás amigos le habían resultado ser cañas quebradas. Vd. pagó el amor y la bondad de Dios con ingratitud y olvido. 3TS 102.3

Su única seguridad residía en la confianza implícita en Cristo, su Salvador. No había seguridad para Vd. lejos de la cruz. ¡Cuán débil pareció la fortaleza humana en este caso! ¡Oh, cuán evidente fué que no hay verdadera fuerza sino la que Dios imparte a los que confían en él! Una petición ofrecida a Dios con fe tiene más poder que las riquezas o el intelecto humano. 3TS 103.1

En su prosperidad, Vd. no llevó a cabo las resoluciones que había hecho en la adversidad. El engaño de las riquezas la separó de sus propósitos. Sus cuidados fueron aumentando. Su influencia se extendió. Al recibir los afligidos alivio de sus sufrimientos, la glorificaban, y Vd. aprendió a amar las alabanzas de los pobres labios mortales. Vd. estaba en una ciudad populosa, y pensaba que para el éxito de sus negocios como asimismo para conservar su influencia era necesario que cuanto la rodeaba estuviese de acuerdo con sus negocios. Pero llevó las cosas demasiado lejos. Se dejó guiar demasiado por las opiniones y juicios ajenos. Gastó recursos inútilmente tan sólo para satisfacer la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida. Vd. se olvidó de que estaba manejando el dinero de su Señor. Cuando gastaba recursos que no harían sino estimular la vanidad, no consideró que el ángel registrador estaba anotando cosas cuyo recuerdo la avergonzaría. El ángel dijo, señalándola a Vd.: “Te glorificaste a ti misma, pero no me magnificaste.” Hasta se gloriaba Vd. en el hecho de que podía comprar esas cosas. 3TS 103.2

Ha gastado una elevada suma en cosas inútiles, que no tienen otro fin que la ostentación y hasta estimulan una vanidad y un orgullo que le causarán remordimiento y vergüenza. Si Vd. hubiese recordado los derechos que el cielo tiene sobre Vd., y hubiese dispuesto debidamente de los recursos confiados a su cuidado, ayudando a los menesterosos y promoviendo la causa de la verdad presente, Vd. habría estado haciéndose tesoro en el cielo y habría sido rica en Dios. Considere cuántos recursos ha invertido en cosas que no han beneficiado realmente a nadie, ni han alimentado ni vestido a nadie, ni tampoco han ayudado a nadie a ver el error de sus caminos, para volverse a Cristo y vivir. 3TS 103.3

Vd. ha hecho grandes inversiones en empresas inseguras. Satanás cegó sus ojos para que Vd. no pudiese ver que estas empresas no le reportarían ganancias. La empresa de obtener la vida eterna no despertó su interés. En ella podría haber gastado recursos sin correr riesgos ni encontrar chascos, recibiendo al fin inmensos beneficios. Allí podría haber invertido dinero, en el banco del cielo que nunca quiebra. Allí podría Vd. haber puesto su tesoro, donde no hurta el ladrón ni corrompe la polilla. Esta empresa es eterna, y tanto más noble que cualquier empresa terrenal como son más elevados los cielos que la tierra. 3TS 104.1

Sus hijos no eran discípulos de Cristo. Estaban en amistad con el mundo, y su corazón natural deseaba ser como los mundanos. La concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida los dominaban, y hasta cierto punto ejercieron influencia en Vd. Trató Vd. con más fervor de agradar y satisfacer a sus hijos, que de agradar y glorificar a Dios. Olvidó los derechos de Dios sobre Vd. y las necesidades de su causa. El egoísmo la indujo a gastar dinero en adornos para su propia complacencia y la de sus hijos. Vd. no pensó que ese dinero no le pertenecía; que tan sólo le había sido prestado para probarla, para ver si huiría de los males que Vd. había notado en los demás. Dios la hizo su dispensadora, y cuando venga y exija responsabilidades a sus siervos, ¿qué cuenta dará Vd. de su mayordomía? 3TS 104.2

Su fe y simple confianza en Dios empezaron a desvanecerse tan pronto como los recursos empezaron a afluir hacia Vd. No se apartó Vd. de Dios en seguida. Su apostasía fué gradual. Renunció al culto matutino y vespertino porque no era siempre conveniente. Su nuera le causaba pruebas de un carácter peculiar y penoso, las que tuvieron mucho que ver en cuanto a disuadirla de continuar las devociones familiares. Su casa vino a ser una casa donde no se oraba. Sus negocios vinieron a ser la cosa primordial, y el Señor y su verdad fueron puestos en segundo lugar. Recuerde los días de su experiencia primera; ¿le habrían apartado esas pruebas entonces de la oración en familia? 3TS 105.1

Por este descuido de la oración de viva voz, Vd. dejó de ejercer una influencia que debió conservar. Era su deber reconocer a Dios en su familia, sin tener en cuenta las consecuencias. Debía haber presentado sus peticiones ante Dios mañana y noche. Vd. debía haber sido como un sacerdote en la casa, confesando sus pecados y los pecados de sus hijos. Si Vd. hubiese sido fiel, Dios, que había sido su guía, no la habría abandonado a su propia sabiduría. 3TS 105.2

En su casa se gastaban recursos inútilmente por pura ostentación. Vd. se había afligido hondamente al ver este pecado en otros. Mientras Vd. usaba así los recursos, estaba robando a Dios. Entonces el Señor dijo: “Yo dispersaré. Por un tiempo le permitiré andar en el camino que ha elegido ella misma; cegaré su juicio y le quitaré la sabiduría. Le mostraré que su fuerza es debilidad, y su sabiduría insensatez. La humillaré, y abriré sus ojos para que vea cuánto se ha apartado de mí. Si no quiere volverse a mí de todo corazón, y reconocerme en todos sus caminos, mi mano dispersará, y el orgullo de la madre y de los hijos será abatido y la pobreza volverá a ser su suerte. Mi nombre será ensalzado. La soberbia del hombre será abatida, y el orgullo del hombre será humillado.” 3TS 105.3

Esta visión me fué dada el 25 de diciembre de 1865, en la ciudad de Rochester, estado de Nueva York. En junio último, me fué mostrado que el Señor estaba tratando con Vd. con amor, que ahora la invitaba a volverse a él para que viviese. Me fué mostrado que durante años Vd. había sentido que estaba en un estado de apostasía. Si Vd. hubiese sido consagrada a Dios, podría haber hecho una obra buena y grande al comunicar su luz a otros. Cada uno tiene que hacer una obra para el Maestro. A cada uno de sus siervos son confiados dones especiales o talentos. “A éste dió cinco talentos, y al otro dos, y al otro uno: a cada uno conforme a su facultad.” Cada siervo tiene algún cometido del que es responsable; y los diversos cometidos son proporcionados a nuestras variadas capacidades. Al dispensar sus dones. Dios no ha obrado con parcialidad. El ha distribuído sus talentos según las conocidas facultades de sus siervos, y espera los beneficios correspondientes. 3TS 106.1

En la primera parte de su vida, el Señor le impartió talentos de influencia, pero no le dió talentos de recursos, y por lo tanto no esperaba que Vd., en su pobreza, impartiese lo que no tenía para dar. Como la viuda, Vd. dió lo que podía, aunque si hubiese considerado sus circunstancias, se habría sentido exonerada de hacer tanto como hizo. En su enfermedad. Dios no le pedía que le dedicase la energía activa de la que la enfermedad le había privado. Aunque Vd. veía su influencia y sus recursos reducidos. Dios aceptaba sus esfuerzos de hacer bien y de hacer progresar su causa según lo que poseía, y no según lo que no tenía. El Señor no desprecia la ofrenda más humilde hecha voluntariamente y con sinceridad. 3TS 106.2

Vd. posee un temperamento ardiente. El fervor en una causa buena es digno de alabanza. En sus anteriores pruebas y perplejidades. Vd. obtenía una experiencia que había de reportar ventajas a otros. Vd. era celosa en el servicio de Dios. Se deleitaba en presentar las evidencias de nuestra fe a los que no creían en la verdad presente. Vd. podía hablar con seguridad; porque estas cosas eran una realidad para Vd. La verdad era parte de su ser; los que escuchaban sus fervientes llamados no podían dudar de su sinceridad, y quedaban convencidos de que las cosas eran así. 3TS 106.3

En la providencia de Dios, su influencia se extendió; además de esto, Dios creyó propio probarla dándole talentos y recursos. Por lo tanto, le fué impuesta una doble responsabilidad. Cuando empezaron a mejorar sus condiciones en la vida, Vd. dijo: “Tan pronto como pueda conseguirme una casa, daré para la causa de Dios.” Pero cuando tuvo la casa, vió Vd. que había que hacer tantos arreglos para que todo fuese conveniente y agradable en derredor, que se olvidó del Señor y de sus derechos sobre Vd., y se sintió menos inclinada a ayudar a la causa de Dios que en los días de su pobreza y aflicción. 3TS 107.1

Vd. estaba buscando amistad con el mundo, y apartándose más y más de Dios. Se olvidó de la exhortación de Cristo: “Mirad por vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.” “Así que, el que piensa estar firme, mire no caiga.” 3TS 107.2

Hay tres consignas en la vida cristiana que deben ser observadas si deseamos evitar que Satanás nos gane la delantera; a saber: Velar, orar, trabajar. Es necesario orar y velar para progresar en la vida divina. Nunca hubo en su historia un tiempo más importante que el actual. Su única seguridad consiste en vivir una vida vigilante. Vele y ore siempre. ¡Oh, cuán grande preventivo es ello contra la tentación y contra la caída en las trampas del mundo! ¡Cuán fervientemente debiera Vd. haberse dedicado al trabajo durante los últimos años cuando su influencia era extensa! 3TS 107.3

Amada hermana, la alabanza de los hombres, y la adulación corriente en el mundo, han ejercido en Vd. una influencia mayor de lo que Vd. se ha dado cuenta. Vd. no ha aprovechado sus talentos, dándolos a los banqueros. Vd. es por naturaleza afectuosa y generosa. Ha ejercido estos rasgos de carácter hasta cierto punto, pero no tanto como Dios requiere. La mera posesión de estos dones excelentes, no es suficiente; Dios requiere que sean mantenidos en constante ejercicio, porque por su medio él bendice a los que necesitan ayuda y lleva a cabo su obra en favor de la salvación del hombre. 3TS 107.4

El Señor no confía a las almas mezquinas el cuidado de los pobres dignos ni el sostén de su causa. Los que son de miras demasiado estrechas regatearían la más pequeña pitanza a los menesterosos en su angustia. También quisieran que la causa se redujera para concordar con sus ideas limitadas. El ahorrar recursos sería para ellos la idea prominente. Su dinero les sería más valioso que las preciosas almas por las cuales Cristo murió. La vida de los tales, en cuanto se refiere a Dios y al cielo, es peor que un libro en blanco. Dios no puede confiarles su importante obra. 3TS 108.1

“Maldecid a Meroz, dijo el ángel de Jehová; maldecid severamente a sus moradores, porque no vinieron en socorro a Jehová, en socorro a Jehová contra los fuertes.” ¿Qué había hecho Meroz? Nada. Tal era su pecado. La maldición de Dios cayó sobre sus habitantes por lo que no habían hecho. El hombre que es de miras egoístas y estrechas, es responsable de su mezquindad; pero los que tienen afectos bondadosos, impulsos generosos, y amor por las almas, se encuentran bajo pesadas responsabilidades; porque si ellos dejan que estos talentos permanezcan sin empleo y que se pierdan, son clasificados con los siervos infieles. La mera posesión de estos dones no es suficiente. Los que los poseen deben darse cuenta de que aumentan sus obligaciones y responsabilidades. 3TS 108.2

El Maestro exigirá de cada uno de sus mayordomos que den cuenta de su mayordomía, que muestren lo que han ganado con los talentos que les fueron confiados. Aquellos a quienes son dadas las recompensas, no se imputarán mérito a sí mismos por sus negocios diligentes; darán toda la gloria a Dios. Llamarán lo que les fué entregado “tu talento,” no el suyo propio. Al hablar de su ganancia, tienen cuidado de declarar de dónde provino. El capital fué adelantado por el Maestro. Ellos han negociado con éxito con él; y devuelven el capital y los intereses al Dador. El recompensa sus esfuerzos como si el mérito les perteneciera, cuando lo deben todo a la gracia y misericordia del bondadoso Dador. Sus palabras de aprobación sin reserva caen en sus oídos: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu Señor.” 3TS 108.3

A Vd., hermana mía, han sido confiados talentos de influencia y talentos de dinero, y su responsabilidad es grande. Vd. debe obrar con cautela, y en el temor de Dios. Su sabiduría es debilidad, pero la sabiduría de lo alto es fuerte. El Señor quiere iluminar sus tinieblas y volver a darle una vislumbre del tesoro celestial, para que Vd. pueda tener cierto sentido del valor comparativo de ambos mundos, y luego dejarla elegir entre este mundo o la herencia eterna. Vi que tenía todavía oportunidad de volver al aprisco. Jesús la ha redimido por su propia sangre, y pide de Vd. que emplee sus talentos en su servicio. Vd. no se ha endurecido a la influencia del Espíritu Santo. Cuando la verdad de Dios es presentada, halla respuesta en su corazón. 3TS 109.1

Vi que Vd. debiera estudiar cada paso. No debe hacer nada temerariamente. Sea Dios su consejero. El ama a sus hijos, y es bueno que Vd. los ame, pero no es correcto que les dé en sus afectos el lugar que el Señor exige para sí. Ellos tienen impulsos bondadosos y propósitos generosos y poseen nobles rasgos de carácter. Si ellos quisieran tan sólo ver su necesidad de un Salvador, y postrarse al pie de la cruz, podrían ejercer una influencia para el bien. Son ahora amantes de los placeres más que de Dios. Se hallan ahora en las filas del enemigo, bajo la negra bandera de Satanás. Jesús los invita a venir a él, a abandonar las filas del enemigo y a colocarse bajo el estandarte teñido con la sangre de la cruz de Cristo. 3TS 109.2

Esto les parecerá una obra que no pueden hacer, porque requiere demasiada abnegación. No tienen conocimiento experimental del camino. Los que se han dedicado a la guerra en favor de su país, y han estado sujetos a las penurias, afanes y peligros de la vida del soldado, debieran ser los últimos en vacilar y manifestar cobardía en esta gran guerra por la vida eterna. En este caso, combatirán por una corona de vida y una herencia inmortal. Su galardón está asegurado, y cuando haya terminado la guerra, lo que habrán ganado será la vida eterna, una felicidad completa y un eterno peso de gloria. 3TS 110.1

Satanás se opondrá a todos los esfuerzos que hagan. Les presentará el mundo en su luz más atrayente, como lo presentó al Salvador del mundo cuando le tentó cuarenta días en el desierto. Cristo venció todas las tentaciones de Satanás, y así pueden vencerlas sus hijos. Ellos están sirviendo a un amo duro. El salario del pecado es la muerte. No pueden continuar en él. Encontrarán que es un negocio costoso. Al fin obtendrán tan sólo la pérdida eterna. Perderán las mansiones que Jesús ha ido a preparar para los que le aman. Perderán aquella vida que se mide con la vida de Dios. Y no sólo esto, sino que deberán sufrir la ira de un Dios ofendido, por haberle privado de sus servicios, y por haber dado todos sus esfuerzos a su peor enemigo. Sus hijos no han tenido todavía la clara luz, y la condenación sigue tan sólo al rechazo de la luz. 3TS 110.2

Si los que profesan ser cristianos fuesen todos sinceros y fervorosos en sus esfuerzos por promover la gloria de Dios, ¿qué conmoción se vería en las filas del enemigo? Satanás es ferviente y sincero en su obra. El no quiere que las almas se salven. No quiere que se quebrante el poder que ejerce sobre ellas. Satanás no realiza tan sólo un simulacro. Obra en serio. Ve a Cristo que invita a las almas a venir a él para tener vida, y es ardoroso y celoso en sus esfuerzos para impedirles que acepten la invitación. No dejará sin probar ningún medio para impedir que abandonen sus filas y se coloquen en las filas de Cristo. ¿Por qué no pueden los profesos seguidores de Jesús hacer tanto para él como sus enemigos hacen contra él? ¿Por qué no hacen todo lo que pueden? Satanás hace cuanto puede para impedir a las almas que vengan a Cristo. El era una vez un ángel honrado en el cielo, y aunque perdió su santidad, no ha perdido su poder. Lo ejerce con terribles efectos. No aguarda que su presa se acerque a él. La busca. Recorre la tierra de aquí para allá como un león rugiente, buscando a quien devorar. No siempre tiene la feroz apariencia del león, sino que cuando puede obtener mejores efectos con ello, se transforma en un ángel de luz. Puede trocar fácilmente el rugido del león por los argumentos más persuasivos, o por el murmullo más suave. Tiene legiones de ángeles que le ayudan en su obra. A menudo oculta sus trampas y engaña mediante agradables seducciones. Encanta y seduce a muchos adulando su vanidad. Mediante sus agentes, presenta los placeres de este mundo en una luz atrayente, y siembra el camino que lleva al infierno con flores tentadoras; así las almas quedan encantadas y arruinadas. Después de cada paso hacia adelante, en el camino hacia abajo, Satanás tiene alguna tentación especial para conducirlos más lejos en el mal camino. 3TS 110.3

Si sus hijos fuesen dominados por los principios religiosos, quedarían fortalecidos contra los vicios y la corrupción que los rodean en esta era de degeneración. Dios sería para ellos una torre de refugio, si pusiesen su confianza en él. “Echen mano ... de mi fortaleza, y hagan paz conmigo.” El Señor será el guía de su juventud, si tan sólo quieren creer y confiar en él. 3TS 111.1

Amada hermana mía, el Señor ha sido muy misericordioso para con Vd. y su familia. Vd. tiene para con su Padre celestial la obligación de alabar y glorificar su santo nombre en la tierra. A fin de continuar en su amor, debe trabajar constantemente para obtener la humildad de espíritu, y ese ánimo manso y sereno que es de gran valor a los ojos de Dios. Su fuerza en Dios aumentará al consagrarlo todo a él, de manera que pueda decir con confianza: “¿Quién nos apartará del amor de Cristo? tribulación? o angustia? o persecución? o hambre? o desnudez? o peligro? o cuchillo?” “Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” 3TS 111.2

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Con frecuencia los hombres pudientes consideran su riqueza y dicen: “Por mi prudencia conseguí esta riqueza.” Pero ¿quién les dió poder de hacer fortuna? Dios les concedió la capacidad que poseen, pero en vez de darle a él la gloria, se la atribuyen a sí. El los probará, y sumirá en el polvo su vanagloria; les quitará su fuerza, y esparcirá sus bienes. En vez de bendición, sentirán maldición. Un acto malo o de opresión, una desviación del camino recto, no deben tolerarse en el hombre que tiene propiedades más que en el que ninguna posea. Todas las riquezas que hayan poseído jamás los más pudientes no tienen bastante valor para cubrir el menor pecado delante de Dios; no serán aceptadas en rescate de la transgresión. Sólo el arrepentimiento, la verdadera humildad, un corazón quebrantado y un espíritu contrito, serán aceptados por Dios. Y nadie puede tener verdadera humildad ante Dios a menos que la ejemplifique delante de los demás. Nada que no sea el arrepentimiento, la confesión y el abandono del pecado es aceptable para Dios.—Testimonies for the Church 1:536, 537. 3TS 112.1