Testimonios Selectos Tomo 3

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Capítulo 22—La contaminación moral

Me ha sido mostrado que vivimos en medio de peligros de los últimos días. Por cuanto abunda la iniquidad, el amor de muchos se enfría. La palabra “muchos” se refiere a los que profesan seguir a Cristo. Están afectados por la iniquidad prevaleciente, y se apartan de Dios; pero no es necesario que así sean afectados. La causa de esta apostasía estriba en que no se mantienen apartados de la iniquidad. El hecho de que su amor hacia Dios se esté enfriando por causa de que abunda la iniquidad, demuestra que, en cierto sentido, participan de esta iniquidad, pues de otra manera ella no afectaría su amor a Dios, ni su celo y fervor en su causa. 3TS 113.1

Me ha sido presentado un horrible cuadro de la condición del mundo. La inmoralidad abunda por doquiera. La disolución es el pecado especial de esta era. Nunca alzó el vicio su deforme cabeza con tanta osadía como ahora. La gente parece aturdida, y los amantes de la virtud y de la verdadera bondad, están casi desalentados por esta osadía, fuerza y predominio del vicio. La iniquidad que abunda no se limita solamente al incrédulo y burlador. Ojalá fuese tal el caso; pero no sucede así. Muchos hombres y mujeres que profesan la religión de Cristo son culpables. Aun los que profesan estar esperando su aparición no están más preparados para ese suceso que Satanás mismo. No se están limpiando de toda contaminación. Han servido durante tanto tiempo a su concupiscencia, que es natural para sus pensamientos ser impuros y sus imaginaciones corruptas. Es tan imposible hacer espaciar sus mentes en cosas puras y santas como lo sería desviar el curso del Niágara y hacer que sus aguas remontasen los saltos. 3TS 113.2

Jóvenes y niños de ambos sexos participan en la contaminación moral, y practican el asqueroso vicio solitario destructor de cuerpo y alma. Muchos de los que profesan ser cristianos están tan atontados por la misma práctica que sus sensibilidades morales no pueden ser despertadas para comprender que es pecado, y que si continúan en ello sus resultados seguros serán la completa destrucción del cuerpo y de la mente. ¡El hombre, el ser más noble de la tierra, formado a la imagen de Dios, se transforma en una bestia! Se vuelve grosero y corrompido. Cada cristiano tendrá que aprender a refrenar sus pasiones y ser dominado por los buenos principios. A menos que lo haga, es indigno del nombre de cristiano. 3TS 113.3

Algunos que ostensiblemente profesan ser cristianos, no comprenden el pecado del abuso propio y sus seguros resultados. Un hábito inveterado ha cegado su entendimiento. No se dan cuenta del carácter excesivamente pecaminoso de este pecado degradante que enerva el organismo y destruye su fuerza nerviosa y cerebral. Los principios morales son excesivamente débiles cuando están en conflicto con un hábito inveterado. Los mensajes solemnes del cielo no pueden impresionar con fuerza el corazón que no está fortificado contra la práctica de este vicio degradante. Los nervios sensibles del cerebro han perdido su tono sano por la excitación mórbida destinada a satisfacer un deseo antinatural de complacencia sensual. Los nervios del cerebro que comunican con el organismo entero son el único medio por el cual el cielo puede comunicarse con el hombre, y afectan su vida más íntima. Cualquier cosa que perturbe la circulación de las corrientes eléctricas en el sistema nervioso, disminuye la fuerza de las potencias vitales, y el resultado es un amortiguamiento de las sensibilidades de la mente. En consideración de estos hechos, cuán importante es que los ministros y la gente que profesan piedad, se conserven sin mancha de este vicio que degrada el alma. 3TS 114.1

Mi alma ha estado postrada por la angustia al serme revelada la condición débil de los que profesan ser el pueblo de Dios. Abunda la iniquidad, y el amor de muchos se enfría. Son tan sólo pocos los cristianos profesos que consideran este asunto en la debida luz y que ejercen el dominio debido sobre sí mismos cuando la opinión pública y las costumbres no los condenan. ¡Cuán pocos refrenan sus pasiones porque se sienten bajo la obligación moral de hacerlo, y porque el temor de Dios está ante sus ojos! Las facultades superiores del hombre están esclavizadas por el apetito y las pasiones corruptas. 3TS 114.2

Algunos reconocerán el mal de las prácticas pecaminosas, y, sin embargo, se disculparán diciendo que no pueden vencer sus pasiones. Esta es una admisión terrible de parte de una persona que lleva el nombre de Cristo. “Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo.” ¿Por qué existe esta debilidad? Es porque las propensiones animales han sido fortalecidas por el ejercicio, hasta que han obtenido la ascendencia sobre las facultades superiores. A hombres y mujeres les faltan principios. Están muriendo espiritualmente porque han mimado durante tanto tiempo sus apetitos naturales que su poder de dominio propio parece haber desaparecido. Las pasiones inferiores de su naturaleza han tomado las riendas, y la que debiera ser la facultad dominante ha llegado a ser la sierva de la pasión corrupta. El alma está mantenida en la servidumbre más abyecta. La sensualidad ha apagado el deseo de santidad, ha agostado la prosperidad espiritual. 3TS 115.1

Mi alma se aflige por los jóvenes que están formando su carácter en esta era de degeneración. Tiemblo también por sus padres, porque me ha sido mostrado que en general no entienden sus obligaciones, en cuanto a educar a sus hijos en el camino que deben andar. Consultan las costumbres y las modas; y los niños no tardan en aprender a ser llevados por éstas y quedan corrompidos, mientras sus indulgentes padres están ellos mismos aturdidos y dormidos en cuanto a su peligro. Pero muy pocos de los jóvenes están libres de hábitos corrompidos. En extenso grado se les exime de ejercicio físico por temor a que trabajen demasiado. Los padres llevan ellos mismos las cargas que sus hijos debieran llevar. Es malo trabajar con exceso, pero los resultados de la indolencia son más temibles. La ociosidad conduce a la práctica de hábitos corrompidos. La laboriosidad no cansa ni agota en una quinta parte de lo que resulta del hábito pernicioso del abuso propio. Si el trabajo sencillo y bien regulado agota a vuestros hijos, tened la seguridad, padres, de que hay, además del trabajo, algo que está enervando su organismo y les produce una sensación de cansancio continuo. Dad a vuestros hijos trabajo físico para que pongan en ejercicio los nervios y los músculos. El cansancio que acompaña un trabajo tal, disminuirá su inclinación a participar en hábitos viciosos. La ociosidad es una maldición. Produce hábitos licenciosos. 3TS 115.2

La satisfacción de las pasiones más bajas inducirá a muchos a cerrar los ojos a la luz, porque temen ver pecados que no están dispuestos a abandonar. Todos pueden ver si lo desean. Si prefieren las tinieblas a la luz, su criminalidad no disminuirá por ello. ¿Por qué no leen los hombres y mujeres y se instruyen en estas cosas que tan decididamente afectan su fuerza física, intelectual y moral? Dios os ha dado un tabernáculo que cuidar y conservar en la mejor condición para su servicio y gloria. Vuestros cuerpos no os pertenecen. “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque comprados sois por precio: glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno violare el templo de Dios, Dios destruirá al tal: porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.” 3TS 116.1