Testimonios Selectos Tomo 2

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Capítulo 4—Consecuencias de la rebelión

En el centro del huerto, cerca del árbol de vida, se alzaba el árbol del conocimiento del bien y del mal, destinado especialmente por Dios a ser prenda de la obediencia, fe y amor de Adán y Eva hacia él. Dios les dijo a nuestros primeros padres, refiriéndose a este árbol: “No comeréis de él.” Les dijo que podían comer libremente de todos los árboles del huerto, menos de uno, porque si de él comieran, seguramente morirían. 2TS 24.1

Cuando Adán y Eva fueron colocados en el hermoso huerto, tenían todo cuanto pudiesen apetecer para su felicidad. Pero Dios, en sus omniscientes designios, quiso probar su lealtad antes de concederles eterna seguridad. Habían de disfrutar de su favor, y él conversaría con ellos, y ellos con él. Sin embargo, no puso el mal fuera de su alcance. Dios le dió a Satanás permiso para tentarlos. Si triunfaban de la prueba, quedarían en perpetuo favor con Dios y los ángeles celestes. 2TS 24.2

Satanás contemplaba con asombro su nueva situación. Se había desvanecido su felicidad. Miraba a los ángeles que un tiempo fueron felices con él y que con él habían sido expulsados del cielo. Antes de su caída, ni una sombra de descontento había alterado su perfecta felicidad. Ahora todo estaba cambiado. Los semblantes que habían reflejado la imagen de su Hacedor, reflejaban ahora melancolía y desesperación. Entre ellos había lucha, discordia y acerbas recriminaciones. Antes de su rebelión, no se había conocido nada de esto en el cielo. Ahora contemplaba Satanás las terribles consecuencias de su rebelión. Se estremecía y temía arrostrar el porvenir, y prever el fin de aquellas cosas. 2TS 24.3

Temblaba al pasar revista a su obra. Meditaba a solas en el pasado, el presente y sus futuros planes. Su formidable cuerpo era sacudido como por una tempestad. Pasó por allí un ángel del cielo. Satanás lo llamó y le dijo que deseaba tener una conferencia con Cristo. Le fué concedida, y él manifestó al Hijo de Dios cuán arrepentido estaba de su rebelión y que deseaba recobrar el favor de Dios, volver a ocupar el sitio que Dios le había designado previamente y some terse a su sabia autoridad. Cristo lloró sobre la desgracia de Satanás, pero respondióle que, por designio de Dios, jamás podría volver a entrar en el cielo. El cielo no debía ser puesto en nuevo riesgo, y quedaría manchado si le volviese a recibir; porque había sido él origen del pecado y de la rebelión cuyas semillas seguía conservando. No había tenido razones para seguir tal conducta y no sólo se había él perdido irremisiblemente sino también a la hueste de ángeles que hubieran continuado siendo felices en el cielo si él permaneciera firme en la obediencia. La ley de Dios podía condenarle, pero no perdonarle. 2TS 24.4

No se arrepentía Satanás de su desobediencia porque reconociese la bondad de Dios, de la cual había abusado. No era posible que su amor a Dios hubiese aumentado desde su caída hasta el punto de moverle a una cariñosa sumisión y leal obediencia a la ley que había menospreciado. La causa de su pesar era el estado miserable en que se hallaba, el sentimiento de culpa que le dominaba y el desengaño de no ver realizadas sus esperanzas. El ser caudillo fuera del cielo resultaba muy diferente de ser honrado como tal allí mismo. Le era muy penoso sobrellevar la pérdida de todos los privilegios celestes. Quería llegar a gozarlos nuevamente. 2TS 25.1

El radical cambio de situación no había acrecentado su amor a Dios ni a su sabia y justa ley. Cuando Satanás se convenció plenamente de la imposibilidad de recobrar el favor de Dios, manifestó su malicia con creciente odio y furiosa vehemencia. 2TS 25.2

Sabía Dios que tan resuelta rebelión no iba a permanecer inactiva. Satanás inventaría medios de molestar a los ángeles celestes y manifestar desprecio hacia su autoridad. Como no le era posible volver a entrar por las puertas del cielo, se colocaría en el umbral para tentar a los ángeles y buscarles querella cuando entrasen y saliesen. Procuraría destruir la felicidad de Adán y Eva. Se esforzaría por excitarlos a la rebelión, sabiendo que esto causaría pena en el cielo. 2TS 26.1

Los secuaces de Satanás fueron a su encuentro, y él les declaró con aire arrogante sus planes para apartar de Dios al noble Adán y a su compañera Eva. Si de un modo u otro lograba inducirlos a la desobediencia, seguramente tomaría Dios alguna providencia para perdonarlos; y entonces, tanto él como los ángeles caídos tendrían justa oportunidad de compartir con ellos la misericordia de Dios. Si este plan fracasaba, se aliarían con Adán y Eva, porque una vez que hubiesen transgredido la ley de Dios, quedarían como ellos sujetos a la ira divina. Su transgresión los colocaría también en estado de rebelión, y así les sería posible coligarse con Adán y Eva, apoderarse del Edén y establecer allí su morada. Y si podían llegar al árbol de vida sito en el centro del huerto, sin duda que su fortaleza se equipararía a la de los santos ángeles, de modo que ni el mismo Dios pudiera expulsarlos de allí. 2TS 26.2

Satanás tuvo consejo con sus ángeles malos. No todos se prestaron unánimemente a empeñarse en aquella arriesgada y terrible obra. El les dijo que no quería confiar su realización a ninguno de ellos, pues creía ser el único que tuviese suficiente sabiduría para llevar a cabo tan importante empresa. Quería dejarles que considerasen el asunto mientras él se retiraba a madurar sus planes. Procuró convencerlos de que aquella era su única y última esperanza. Si fracasaban en el intento, se desvanecería toda perspectiva de recobrar el gobierno del cielo o de cualquiera parte de la creación de Dios. 2TS 26.3

Satanás se retiró para madurar a solas los planes que seguramente determinarían la caída de Adán y Eva. Temía que se le desbaratasen los proyectos, porque si el inducir a Adán y Eva a la desobediencia del mandamiento de Dios y transgresión de su ley no había de reportarle provecho alguno, aun empeoraría su situación y sería más grave su culpa. 2TS 27.1

Le repugnaba la idea de sumir a la inocente y dichosa pareja en la miseria y el remordimiento que le atenaceaban. Estaba indeciso. Unas veces firme y resuelto; otras dudoso y vacilante. Sus ángeles fueron a encontrarle para darle cuenta de la decisión que habían tomado. Se adherirían a los planes de Satanás, compartiendo con él la responsabilidad y ateniéndose a las consecuencias. 2TS 27.2

Satanás desechó sus sentimientos de flaqueza y desesperación, y como caudillo de ellos revistióse de valor para afrontar la cuestión y hacer todo cuanto pudiese con el fin de desafiar la autoridad de Dios y de su Hijo. Les dió cuenta de todos sus planes. Si se acercara audazmente a Adán y Eva y se quejara del Hijo de Dios, no le escucharían ni por un momento, sino que se pondrían en guardia contra semejante ataque. Si procurara intimidarlos con su poderío, por haber sido hasta recientemente un ángel de tan elevada categoría, tampoco podría conseguir nada. Así resolvió emplear la astucia y el engaño para lograr lo que no le fuera posible por la fuerza. 2TS 27.3

Dios congregó la hueste angélica para tomar medidas con el fin de evitar el mal que amenazaba. Se decidió en los consejos del cielo enviar al Edén ángeles que advirtiesen a Adán del peligro en que estaba por parte del enemigo. Dos ángeles fueron a visitar a nuestros primeros padres. La santa pareja los recibió con gozosa inocencia, manifestándoles cuán agradecidos estaban a su Creador por haberlos rodeado de tanta abundancia. Podían disfrutar de todo lo apetecible y hermoso y todo estaba sabiamente adecuado a sus necesidades; pero lo que estimaban en más que cualquier otro beneficio era la compañía del Hijo de Dios y de los santos ángeles, porque a cada visita tenían mucho que referirles respecto a lo que descubrían y echaban de ver en las bellezas de la naturaleza en su hermosa morada del Edén, así como tenían que hacer muchas preguntas respecto a varias cosas que no podían comprender plenamente. 2TS 27.4

Los ángeles les dieron con gran placer y amor las explicaciones deseadas, y también les relataron la triste historia de la rebelión y caída de Satanás. Después les informaron explícitamente de que el árbol del conocimiento estaba plantado en medio del Edén para servir de prenda de su obediencia y amor a Dios; que los ángeles mantenían su alto y dichoso estado bajo condición de obediencia; que ellos estaban en análoga situación; que podían obedecer la ley de Dios y ser indeciblemente felices, o desobedecerla y perder su elevada posición, quedando sumidos en irremediable desesperación. 2TS 28.1

Les dijeron a Adán y Eva que Dios no quería forzarlos a obedecer; que no los había privado de la potestad de contrariar sus designios, porque eran agentes morales, libres para obedecer o desobedecer. Sólo había puesto Dios una prohibición que le pareció conveniente, y si quebrantaban la voluntad de Dios, seguramente morirían. También les dijeron que el más excelso ángel, inmediatamente inferior a Cristo en categoría, no quiso obedecer la ley establecida por Dios para el gobierno de los seres celestiales; que su rebelión había provocado en el cielo una guerra cuyas consecuencias fueron la expulsión del rebelde con todos los ángeles unidos a él para discutir la autoridad del gran Jehová, y que aquel ángel caído era a la sazón un enemigo de todo cuanto se relacionase con el interés de Dios y de su amado Hijo. 2TS 28.2

Les dijeron que Satanás se proponía perjudicarlos, y que les era necesario precaverse, porque podían ponerse en contacto con el caído enemigo, aunque no podría dañarles mientras prestasen obediencia al mandamiento de Dios, pues, si necesario fuera, todos los ángeles del cielo acudirían en auxilio de ellos para que el enemigo no los dañase en modo alguno. Pero que si desobedecían el mandamiento de Dios, entonces tendría Satanás poder para molestarlos, perturbarlos y ponerlos en perplejidad. Si permanecían firmes contra las primeras insinuaciones de Satanás, estarían tan seguros como los ángeles del cielo. Pero si cedían al tentador, no les perdonaría quien no perdonó a los excelsos ángeles, sino que habrían de sufrir la pena de su transgresión, porque la ley de Dios era tan sagrada como Dios mismo, y requería absoluta obediencia de todos en cielo y tierra. 2TS 29.1

Los ángeles previnieron a Eva de que no se apartase de su esposo durante las labores, porque podía ponerse en contacto con aquel caído enemigo. Si se separaban uno de otro, correrían mayor peligro que si permanecían juntos. Les encargaron los ángeles que siguieran estrictamente las instrucciones dadas por Dios respecto al árbol del conocimiento; porque en la perfecta obediencia estarían a salvo, y el caído enemigo no podría engañarlos. Dios no permitiría que Satanás acosara a la santa pareja con continuas tentaciones. Sólo podría tener acceso a ellos en el árbol del conocimiento del bien y del mal. 2TS 29.2

Adán y Eva prometieron a los ángeles que nunca transgredirían el expreso mandato de Dios, porque su mayor placer era hacer su voluntad. Los ángeles unieron sus voces a las de Adán y Eva en santas estrofas de armoniosa música, y al resonar sus cánticos fuera del bienhadado Edén, Satanás oyó el son de las estrofas de gozosa adoración al Padre y al Hijo. Y al oirlas, creció su envidia, odio y malignidad, manifestando a sus secuaces cuán ansioso estaba de incitar a Adán y Eva a la desobediencia para que sobre ellos se descargara la ira de Dios y se convirtieran sus cánticos de alabanza en odiosas maldiciones contra su Hacedor. 2TS 30.1