Servicio Cristiano

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El llamado a despertar

La obra está terminando rápidamente, y por todas partes la maldad aumenta. Tenemos solamente un corto tiempo para trabajar. Despertémonos del sueño espiritual, y consagremos todo lo que tenemos y somos al Señor. Su Espíritu permanecerá con los verdaderos misioneros, dotándolos de poder para el servicio.—The Southern Watchman, 9 de abril de 1903. SC 102.4

Despertad, hermanos y hermanas, despertad. No continuéis durmiendo. “¿Por qué estáis todo el día ociosos?” Jesús os llama diciendo: “Ve hoy a trabajar en mi viña.” Todo el que haya recibido el Espíritu Santo lo manifestará; pues empleará todas sus facultades en el servicio más activo. Todos los que reciben en verdad a Cristo por la fe, trabajarán. Sienten una gran preocupación por las almas. Dios llama ahora a todo el que tenga un conocimiento de la verdad, a todo el que sea depositario de la sagrada verdad, a levantarse e impartir la luz del cielo a los demás.—The Review and Herald, 6 de diciembre de 1893. SC 102.5

Despertaos, hermanos; por causa de vuestra propia alma, despertaos. Sin la gracia de Cristo no podéis hacer nada. Trabajad mientras podáis.—The Southern Watchman, 17 de julio de 1906. SC 102.6

Si nuestros ojos fuesen abiertos y pudiéramos discernir la obra que efectúan los ángeles caídos con aquellos que se sienten tranquilos y seguros, no nos sentiríamos tan seguros. Los malos ángeles nos siguen en todo momento.—Joyas de los Testimonios 1:101. SC 102.7

Dios invita a todos, tanto predicadores como laicos, a que se despierten. Todo el cielo está conmovido. Las escenas de la historia terrenal están llegando rápidamente al fin. Vivimos en medio de los peligros de los postreros días. Mayores peligros nos esperan, y sin embargo, no estamos despiertos. La falta de actividad y fervor en la causa de Dios es espantosa. Este estupor mortal proviene de Satanás.—Joyas de los Testimonios 1:88, 89. SC 103.1

¿Qué diré para despertar al pueblo remanente de Dios? Me fué mostrado que nos esperan escenas espantosas; Satanás y sus ángeles oponen todas sus potestades al pueblo de Dios. Saben que si los hijos de Dios duermen un poco más, los tienen seguros, porque su destrucción es cierta.—Joyas de los Testimonios 1:91. SC 103.2

En estas horas finales del tiempo de gracia concedido a los hijos de los hombres, cuando falta tan poco para que la suerte de cada alma sea decidida para siempre, el Señor del cielo y de la tierra espera que su iglesia se levante a obrar como nunca antes. Los que han sido libertados en Cristo por un conocimiento de la verdad preciosa, son considerados por el Señor Jesús como sus escogidos, favorecidos por sobre todos los demás en la tierra; y él espera de ellos que manifiesten las alabanzas de Aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. Las bendiciones tan liberalmente concedidas deben ser comunicadas a otros. La buena nueva de la salvación debe ir a toda nación, tribu, lengua y pueblo.—La Historia de Profetas y Reyes, 528, 529. SC 103.3

Ni uno entre cien de nosotros está haciendo algo más que estar ocupado en actividades mundanales y comunes. No estamos ni siquiera medio despiertos ante el valor de las almas por las cuales Cristo murió.—Testimonies for the Church 8:148. SC 103.4

Si los discípulos de Cristo comprendiesen su deber, habría mil heraldos del Evangelio a los gentiles donde hoy hay uno. Y todos los que no pudieran dedicarse personalmente a la obra, la sostendrían con sus recursos, simpatías y oraciones. Y habría de seguro más ardiente trabajo por las almas en los países cristianos.—El Camino a Cristo, 85. SC 103.5

Millares disfrutan de una gran luz y de preciosas oportunidades, pero no hacen nada con su influencia o su dinero para iluminar a los demás. Ni aun asumen la responsabilidad de conservar sus propias almas en el amor de Dios, para no llegar a ser una carga para la iglesia. Tales personas serían una carga y un embarazo en el cielo. Por causa de Cristo, por causa de la verdad, por causa de ellos mismos, los tales deben levantarse y hacer un trabajo diligente para la eternidad.—The Review and Herald, 1 de marzo de 1837. SC 104.1

La iglesia de Cristo puede compararse adecuadamente a un ejército. La vida de cada soldado es una vida de trabajo, de durezas y de peligro. Por todas partes hay adversarios vigilantes, dirigidos por el príncipe de la potestad de las tinieblas, que nunca duerme y nunca abandona su puesto. Siempre que un cristiano se halle desprevenido, este poderoso adversario realiza un ataque repentino y violento. A menos que los miembros de la iglesia estén activos y vigilantes, serán vencidos por sus movimientos. SC 104.2

¿Qué acontecería si la mitad de los soldados que componen un ejército se hallaran holgando o estuvieran dormidos en el momento en que se les ordenara estar listos? El resultado sería derrota, cautiverio o muerte. Si alguien escapara de las manos del enemigo, ¿se lo consideraría con derecho al premio? No; rápidamente recibiría la sentencia de muerte. Y si la iglesia de Cristo se hallara en una actitud de descuido e incredulidad, estarían implicadas consecuencias mucho más importantes. Un ejército de soldados cristianos que duermen—¿qué cosa podría ser más terrible?—¿Qué progreso podría hacerse contra el mundo, que está bajo el control del príncipe de las tinieblas? Los que permanecen a la retaguardia en forma indiferente en los días de la batalla, como si no tuvieran interés y no sintieran responsabilidad alguna en la pelea, harían mejor en cambiar su conducta o en abandonar las filas de inmediato.—Testimonies for the Church 5:394. SC 104.3