Servicio Cristiano

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Recompensa segura

El que ha señalado a “cada uno su obra”, conforme a su capacidad, jamás dejará sin recompensa al que haya cumplido fielmente su deber. Toda acción de lealtad y fe será coronada con muestras especiales del favor y la aprobación de Dios. A todo obrero se hace la promesa: “Irá andando y llorando el que lleva la preciosa simiente; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.”—Testimonies for the Church 5:395. SC 329.2

Por corto que sea nuestro servicio o humilde nuestro trabajo, si con una fe sencilla seguimos a Cristo, no seremos chasqueados en cuanto a la recompensa. Aquello que aun los mayores o los más sabios hombres no pueden ganar, el más débil y el más humilde puede recibir. Los áureos portales del cielo no se abrirán ante el que se exalta a sí mismo. No darán paso a los de espíritu soberbio. Pero los eternos portales se abrirán de par en par ante el toque tembloroso de un niñito. Bendita será la recompensa de gracia concedida a los que trabajaron por Dios con simplicidad de fe y amor.—Lecciones Prácticas del Gran Maestro, 372. SC 329.3

Las sienes de los que hacen esta obra llevarán la corona del sacrificio. Pero recibirán su galardón.—Testimonies for the Church 6:348. SC 330.1

Para todo obrero de Dios este pensamiento debiera ser motivo de estímulo y animación. En esta vida nuestra obra para Dios parece a menudo casi estéril. Nuestros esfuerzos en hacer bien pueden ser fervientes y perseverantes. No obstante, puede que no se nos permita presenciar sus resultados. Para nosotros, el esfuerzo puede parecer perdido. Pero el Salvador nos asegura que nuestra obra queda anotada en los cielos, y que la recompensa no puede fallar.—Testimonies for the Church 6:305. SC 330.2

Todo acto, toda obra de justicia, misericordia y benevolencia, produce música en el cielo. El Padre mira desde su trono y cuenta a los que las ejecutan como sus más preciados tesoros. “Y ellos me serán un tesoro especial, dice Jehová de los ejércitos, en aquel día que yo preparo.” Toda acción de misericordia hecha a los necesitados o a los que sufren se considera como hecha a Jesús. Todo el que socorre al pobre, simpatiza con los que están angustiados u oprimidos, o acoge al huérfano, se coloca en una relación más íntima con Jesús.—The Review and Herald, 16 de agosto de 1881. SC 330.3

Cristo considera todo acto de misericordia, benevolencia y atenta consideración por el desgraciado, el cojo, el ciego, el enfermo, la viuda y el huérfano, como hecho a él mismo; estas obras permanecen registradas en el cielo y serán recompensadas.—Testimonies for the Church 3:512, 513. SC 330.4