Servicio Cristiano

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Cooperación de los agentes celestiales

Necesitamos comprender más plenamente la misión de los ángeles. Sería bueno recordar que cada verdadero hijo de Dios cuenta con la cooperación de los seres celestiales. Ejércitos invisibles de luz y poder acompañan a los mansos y humildes que creen y aceptan las promesas de Dios; hay a la diestra de Dios querubes y serafines, y ángeles poderosos en fortaleza; “son todos espíritus administradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de salud”.—Los Hechos de los Apóstoles, 125. SC 319.3

Recordad que el Señor Jesús es el artífice Maestro. El riega la semilla sembrada. El pone en vuestras mentes las palabras que han de alcanzar los corazones.—Testimonies for the Church 9:41. SC 319.4

Consagraos totalmente a la obra de Dios. El es vuestra fuerza, él estará a vuestra diestra, ayudándoos a realizar sus misericordiosos designios.—Testimonies for the Church 9:41. SC 319.5

Los seres celestiales obrarán con el agente humano que busque con fe decidida aquella perfección de carácter que alcanzará la perfección en la acción. A todos los que están ocupados en esta obra Cristo dice: Yo estoy a tu diestra para ayudarte.—Lecciones Prácticas del Gran Maestro, 303. SC 320.1

Cuando la voluntad del hombre coopera con la voluntad de Dios, llega a ser omnipotente. Cualquier cosa que debe hacerse por orden suya, puede llevarse a cabo con su fuerza. Todos sus mandatos son habilitaciones.—Lecciones Prácticas del Gran Maestro, 303. SC 320.2

En esa obra junto a las almas que perecen, tendréis la compañía de los ángeles. Miríadas y miríadas de ángeles están listos para colaborar con los miembros de nuestras iglesias para comunicar la luz que Dios impartió generosamente para preparar a un pueblo para la venida de Jesús.—Joyas de los Testimonios 3:347. SC 320.3

Todos los ángeles del cielo están dispuestos a cooperar en esta obra. Todos los recursos del cielo están a disposición de los que tratan de salvar a los perdidos. Los ángeles os ayudarán a llegar hasta los más descuidados y endurecidos. Y cuando uno se vuelve a Dios, se alegra todo el cielo; los serafines y los querubines tañen sus arpas de oro, y cantan alabanzas a Dios y al Cordero por su misericordia y bondad amante hacia los hijos de los hombres.—Lecciones Prácticas del Gran Maestro, 181. SC 320.4

El que llamó a los pescadores de Galilea está llamando todavía a los hombres a su servicio. Y está tan dispuesto a manifestar su poder por medio de nosotros como por los primeros discípulos. Por imperfectos y pecaminosos que seamos, el Señor nos ofrece asociarnos consigo, para que seamos aprendices de Cristo. Nos invita a ponernos bajo la instrucción divina para que, unidos con Cristo, podamos realizar las obras de Dios.—El Deseado de Todas las Gentes, 254. SC 320.5

Todo el cielo está en actividad, y los ángeles de Dios esperan para cooperar con todos los que deseen hacer planes gracias a los cuales las almas por quienes Cristo murió puedan oir las buenas nuevas de salvación. Los ángeles que ministran a los que serán herederos de salvación, están diciendo a todo santo fiel: “Aquí hay una obra que puedes hacer.” “Id, y ... hablad al pueblo todas las palabras de esta vida.” Hechos 5:20. Si los tales obedecieran este mandato, el Señor prepararía el camino delante de ellos, proporcionándoles los medios con los cuales salir.—Testimonies for the Church 6:433, 434. SC 321.1

En un tiempo como éste, cada hijo de Dios debe dedicarse activamente a ayudar a otros. Mientras los que comprenden la verdad bíblica procuren descubrir a los hombres y mujeres que anhelan luz, los ángeles de Dios los acompañarán. Y donde vayan los ángeles, nadie necesita temer avanzar. Como resultado de los esfuerzos fieles de obreros consagrados, muchos serán desviados de la idolatría al culto del Dios viviente. Muchos cesarán de tributar homenaje a las instituciones humanas, y se pondrán intrépidamente de parte de Dios y de su ley.—La Historia de Profetas y Reyes, 126. SC 321.2

Los principados y las potestades de los cielos están contemplando la guerra que, en circunstancias aparentemente desalentadoras, están riñendo los siervos de Dios. Se verifican nuevas conquistas, se ganan nuevos honores a medida que los cristianos, congregándose en derredor del estandarte de su Redentor, salen a pelear la buena batalla de la fe. Todos los ángeles celestiales están al servicio de los humildes y creyentes hijos de Dios; y cuando el ejército de obreros canta aquí en la tierra sus himnos de alabanza, el coro celestial se une a él para tributar loor a Dios y a su Hijo.—Los Hechos de los Apóstoles, 124, 125. SC 321.3

No es el poder que emana del hombre el que da éxito a la obra, sino que el poder de los seres celestiales que cooperan con los agentes humanos lleva la obra a la perfección. Un Pablo puede plantar y un Apolo regar, pero es Dios el que da el crecimiento. El hombre no puede hacer la parte de Dios ni la obra. Como agente humano, puede cooperar con los seres celestiales, y con sencillez y humildad hacer lo mejor que pueda, comprendiendo que Dios es el gran artífice Maestro. Aunque los obreros mueran, la obra no cesará, sino que será llevada a su terminación.—The Review and Herald, 14 de noviembre de 1893. SC 322.1

El creyente tiene siempre en el Señor a un poderoso auxiliador. Tal vez no sepamos cómo nos ayuda; pero esto sabemos: Nunca falta su ayuda para aquellos que ponen su confianza en él. Si los cristianos pudieran saber cuántas veces el Señor ordenó su camino, para que los propósitos del enemigo acerca de ellos no se cumplieran, no seguirían tropezando y quejándose. Su fe se estabilizaría en Dios, y ninguna prueba podría moverlos. Lo reconocerían como su sabiduría y eficiencia, y él haría que se cumpliese lo que él desea obrar por su medio.—La Historia de Profetas y Reyes, 422. SC 322.2

Todos los que se ocupan en el ministerio constituyen la mano ayudadora de Dios. Son colaboradores con los ángeles, o más bien, son los agentes humanos por medio de los cuales los ángeles llevan a cabo su misión. Los ángeles hablan por medio de sus voces y trabajan por medio de sus manos. Y los obreros humanos, al cooperar con los agentes celestiales, reciben el beneficio de su educación y experiencia.—La Educación, 263. SC 322.3

Cristo exige de todo hombre y mujer que se ponga la armadura de su justicia y comience a trabajar. “Yo estoy a tu mano derecha para ayudarte”, declara. Contad todas vuestras pruebas y perplejidades a Dios. El jamás traicionará vuestra confianza. No hay nada más precioso para Cristo que su comprada posesión: su iglesia, los obreros que salen a esparcir las semillas de verdad. ... Pensad en Jesús. El está en su lugar santo, no solitario, sino rodeado por cientos de miles de ángeles celestiales que esperan sus órdenes. Y los envía a trabajar por los santos más débiles que ponen en él su confianza. Para los encumbrados y los humildes, los ricos y los pobres, se ha provisto la misma ayuda.—The Southern Watchman, 7 de noviembre de 1905. SC 322.4