Nuestra Elevada Vocacion

302/366

Cuidado con la confianza propia, 28 de octubre

Dícele Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? mi alma pondré por ti. Respondióle Jesús: ¿Tu alma pondrás por mí? De cierto, de cierto te digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces. Juan 13:37, 38. NEV 309.1

Justamente antes de la caída de Pedro, Jesús le había dicho: “He aquí, Satanás os ha pedido para zarandaros como a trigo”. Lucas 22:31. ¡Cuán verdadera era la amistad del Salvador hacia Pedro! ¡Cuán compasiva era su advertencia! Pero él se sintió ofendido por la advertencia. Con suficiencia propia Pedro declaró confiadamente que nunca haría aquello contra lo cual Cristo lo había advertido. Le dijo: “Señor, pronto estoy a ir contigo aun a cárcel y a muerte”. Su confianza propia le acarreó su ruina. Tentó a Satanás para que lo tentara, y cayó bajo las artes del astuto enemigo. Cuando Cristo lo necesitaba más, se puso al lado del enemigo y negó abiertamente a su Señor. ... NEV 309.2

Muchos se encuentran hoy día adonde se encontraba Pedro cuando lleno de confianza propia declaró que no negaría a su Señor. Y debido a su suficiencia propia, caen como fácil presa de los artificios de Satanás. Aquellos que comprenden su debilidad confían en un poder más elevado que el yo, y mientras contemplan a Dios, Satanás no tiene poder contra ellos. Pero aquellos que confían en el yo son fácilmente derrotados. Recordemos que si no prestamos atención a las precauciones que Dios nos da, hay una caída ante nosotros. Cristo no salvará de las heridas a aquel que se coloca por su voluntad en el terreno del enemigo. Deja que el autosuficiente, que actúa como si supiera más que su Señor, siga en su supuesta fortaleza. Luego viene el sufrimiento y una vida inválida, o tal vez la derrota y la muerte. NEV 309.3

En la batalla, el enemigo se aprovecha de los puntos más débiles en la defensa de aquellos a quienes ataca. Aquí es donde hace sus asaltos más fieros. El cristiano no debiera tener ningún punto débil en su defensa. Debiera estar protegido por el sostén que las Escrituras dan a aquel que hace la voluntad de Dios. El alma tentada ganará la victoria si sigue el ejemplo de Aquel que hizo frente al tentador con estas palabras: “Escrito está”. Puede estar seguro bajo la protección de un “Así dice Jehová”.—Manuscrito 115, 1902, pp. 2-4. NEV 309.4