Nuestra Elevada Vocacion

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Energía en la carrera cristiana, 29 de octubre

¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, mas uno lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Y todo aquel que lucha, de todo se abstiene: y ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, mas nosotros, incorruptible. 1 Corintios 9:24, 25. NEV 310.1

A fin de rendir a Dios un servicio perfecto debemos tener una clara percepción de su voluntad. Esto requiere de nosotros que utilicemos únicamente alimento sano, preparado de una manera sencilla, para que los finos nervios del cerebro no sean perjudicados, haciendo imposible que discernamos el valor de la expiación, y el valor inapreciable de la sangre purificadora de Cristo. ... NEV 310.2

Si los hombres se someten a la temperancia en todas las cosas sólo por obtener un objeto no más elevado que una corona perecedera, cuánto más temperantes debieran ser aquellos que profesan buscar no sólo una corona inmarcesible de gloria inmortal, sino una vida que debe durar tanto como el trono de Jehová. ... Los atractivos presentados a aquellos que corren en la carrera cristiana, ¿no debieran inducirlos a practicar la abnegación y la temperancia en todas las cosas? ... NEV 310.3

Con fervor e intensidad de deseo por hacer la voluntad de Dios, deberíamos exceder el celo de aquellos que se ocupan en cualquier otra empresa, en un grado tanto mayor cuanto más elevado es el valor del objeto que tratamos de alcanzar. El tesoro que procuramos asegurarnos es imperecedero, inmortal, y glorioso sobre todas las cosas; aquello que los mundanos persiguen no dura sino un día. ... NEV 310.4

Nuestro gran anhelo no debiera consistir en tener éxito en este mundo, sino la carga de nuestras almas debería ser: ¿Cómo puedo asegurar el mundo mejor? ¿Qué debo hacer para ser salvo? ... La posición a que todos deben llegar debe ser valorar la salvación más que las ganancias terrenas, considerar todo como pérdida para que puedan ganar a Cristo. La consagración debe ser completa. Dios no admitirá ninguna reserva, ningún sacrificio dividido, ningún ídolo. Todo debe morir al yo y al mundo. Entonces cada uno de nosotros renueve su consagración diariamente a Dios. La vida eterna vale un esfuerzo de toda la vida, perseverante e incansable.—The Review and Herald, 18 de marzo de 1880, pp. 178. NEV 310.5