Mensajes Selectos Tomo 1

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Venid como un pecador arrepentido

¿Pero esperaremos hasta que sintamos que estamos limpiados? No. Cristo ha prometido que “si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:9. Sois probados por Dios mediante la Palabra de Dios. No habéis de esperar emociones maravillosas antes de creer que Dios os ha oído. Los sentimientos no han de ser vuestra norma, pues las emociones son tan mutables como las nubes. Debéis tener algo sólido como fundamento de vuestra fe. La Palabra del Señor es una Palabra de infinito poder, en ella podéis confiar, y él ha dicho: “Pedid, y recibiréis”. Mirad al Calvario. ¿No ha dicho Cristo que es vuestro abogado? ¿No ha dicho que si pedís cualquier cosa en su nombre, la recibiréis? No habéis de depender de vuestra propia bondad o de vuestras buenas obras. Habéis de venir dependiendo del Sol de justicia, creyendo que Cristo ha quitado vuestros pecados y os ha imputado su justicia. 1MS 385.2

Habéis de venir a Dios como un pecador arrepentido, mediante el nombre de Jesús, el divino Abogado, a un Padre misericordioso y perdonador, creyendo que cumplirá lo que ha prometido. Todos los que deseen la bendición de Dios, llamen al trono de la misericordia y esperen con firme seguridad diciendo: “Tú, oh Señor, has dicho: ‘Todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá’”. El Señor anhela que los que buscan a Dios crean en Aquel que puede hacer todas las cosas. 1MS 386.1

El Señor ha procurado mostrarnos cuán dispuesto está Dios para oír y contestar nuestro pedido, usando un hecho muy familiar y común. Dijo: “¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le piden?” Mateo 7:9-11. Cristo nos hizo una exhortación acerca de la buena voluntad de Dios para ayudar, usando como argumento el amor natural de los padres hacia sus retoños. ¿Qué padre se apartaría de su hijo que le pide pan? ¿Deshonraría alguien a Dios imaginándose que no responderá al llamado de sus hijos? ¿Nos imaginaríamos que un padre es capaz de burlarse de su hijo y de atormentarlo despertando su expectativa tan sólo para chasquearlo? ¿Prometería un padre dar alimento bueno y nutritivo a su hijo, para darle luego una piedra? Si pues vosotros, siendo humanos y malos, dais buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en el cielo dará buenas cosas a los que se las piden? El Señor asegura que dará el Espíritu Santo a los que se lo piden. 1MS 386.2

Cristo mezcla su propia justicia con la confesión del pecador arrepentido y creyente para que la oración del hombre caído pueda ascender como incienso fragante delante del Padre y sea impartida la gracia de Dios al alma creyente. Jesús dice al alma arrepentida y trémula: “¿O forzará alguien mi fortaleza? Haga conmigo paz; sí, haga paz conmigo”. Isaías 27:5. “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”. Isaías 1:18. ¿Le permitiréis estar a cuenta con vosotros? ¿Le entregaréis el cuidado de vuestra alma como a un fiel Creador? Venid, pues, y vivamos a la luz de su rostro, y oremos como David: “Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve”. Salmos 51:7. Aplicad por fe la sangre de Cristo a vuestro corazón, pues sólo eso puede haceros más blancos que la nieve. Pero decís: “Esta entrega de todos mis ídolos quebrantará mi corazón”. Este renunciamiento a todo por causa de Dios está representado por vuestra caída sobre la Roca y por vuestro quebrantamiento. Renunciad pues a todo por él, porque a menos que seáis quebrantados, no tenéis valor. 1MS 387.1

Cuando os apartéis de las cisternas rotas que no pueden retener agua, y en el nombre de Jesús vuestro Abogado vayáis directamente a Dios para pedirle las cosas que necesitáis, será revelada la justicia de Cristo como vuestra justicia, la virtud de Cristo como vuestra virtud. Entonces comprenderéis que la justificación vendrá solamente por la fe en Cristo, pues en Jesús está revelada la perfección del carácter de Dios; en su vida está manifestada la realización de los principios de santidad. Mediante la sangre expiatoria de Cristo, el pecador es liberado del yugo y de la condenación; mediante la perfección del inmaculado Sustituto y Garantía, puede participar en la carrera de la humilde obediencia a todos los mandamientos de Dios. Sin Cristo, está bajo la condenación de la ley; siempre será pecador; pero mediante la fe en Cristo es hecho justo delante de Dios. 1MS 387.2