Mensajes Selectos Tomo 1

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Una exhortación a la entrega

Hemos de entregar nuestro corazón a Dios para que pueda renovarnos y santificarnos, y prepararnos para los atrios celestiales. No hemos de esperar que llegue algún tiempo especial, sino que hoy hemos de entregarnos a él, rehusando ser siervos del pecado. ¿Os imagináis que podéis desprenderos del pecado poco a poco? ¡Oh, desprendeos de esa cosa maldita inmediatamente! Aborreced las cosas que aborrece Cristo, amad las cosas que ama Cristo. Por su muerte y sufrimiento, ¿acaso no ha provisto lo necesario para vuestra limpieza del pecado? Cuando comenzamos a comprender que somos pecadores, y caemos sobre la Roca para ser quebrantados, nos rodean los brazos eternos y somos colocados cerca del corazón de Jesús. Entonces seremos cautivados por su belleza y quedaremos disgustados con nuestra propia justicia. Necesitamos acercarnos a los pies de la cruz. Mientras más nos humillemos allí, más excelso nos parecerá el amor de Dios. La gracia y la justicia de Cristo no serán de utilidad para el que se siente sano, para el que piensa que es razonablemente bueno, que está contento con su propia condición. No hay lugar para Cristo en el corazón de aquel que no comprende su necesidad de luz y ayuda divinas. 1MS 384.1

Jesús dice: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. Mateo 5:3. Hay plenitud de gracia en Dios, y podemos tener el espíritu y poder divinos en gran medida. No os alimentéis con las cáscaras de la justicia propia, sino id al Señor. El tiene el mejor manto para poneros y sus brazos están abiertos para recibiros. Cristo dirá: “Quitadle esas vestiduras viles, y vestidlo con ropas de gala”. 1MS 385.1