La Voz: Su Educación y Uso Correcto

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Capítulo 39—La sencillez y la claridad

Pocas, pero fervientes palabras—El verdadero maestro llevará consigo la mente de sus oyentes. Sus palabras serán pocas, pero fervientes. Como vendrán del corazón, estarán llenas de simpatía e inflamadas de amor por las preciosas almas.—Consejos sobre la Obra de la Escuela Sabática, 187. VEUC 234.1

El peligro de las palabras complicadas—La instrucción que se da en la escuela, debiera ser tan fácil de comprender como la que daba Cristo. El uso de palabras complicadas confunde la mente, y eclipsa la belleza del pensamiento presentado. Se necesitan maestros que se acerquen a sus alumnos y que den instrucción clara, definida, ilustrando las cosas espirituales con las cosas de la naturaleza, y con los acontecimientos familiares de la vida diaria.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 248. VEUC 234.2

El uso de la red del evangelio—El Señor desea que aprendáis a emplear la red del evangelio. Muchos necesitan aprender este arte. A fin de tener éxito en vuestro trabajo, las mallas de vuestras red—es decir, la aplicación de las Escrituras—deben ser cerradas, y discernirse fácilmente el significado. Sacad luego la red con la máxima eficiencia posible. Id directamente al grano. Haced que vuestras ilustraciones sean evidentes de por sí. Por grande que sea el conocimiento de un hombre, no sirve para nada, a menos que pueda comunicarlo a otros. Dejad que lo patético de vuestra voz, un profundo sentimiento, haga su impresión en los corazones. Instad a vuestros alumnos a entregarse a Dios... VEUC 235.1

Haced claras vuestras explicaciones; porque sé que son muchos los que poco entienden de las cosas que se les dicen. Dejad que el Espíritu Santo amolde vuestro lenguaje, recordando que hay muchos de edad madura, que son tan sólo niñitos sin comprensión.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 240, 241. VEUC 235.2

Profunda dedicación y mucho estudio—Para saber cómo abrir las Escrituras a otros de una forma aceptable, se necesita una profunda dedicación y mucho estudio. Esto es necesario con el fin de hablar en forma hilvanada, clara y convincente, destacando todos los puntos importantes en forma tan clara, que todo se comprenda perfectamente.—Carta 185, 1899. VEUC 235.3

Una secuencia lógica de ideas—Algunas mentes, se parecen más a una tienda de antigüedades que a cualquier otra cosa. Han recogido y almacenado trozos sueltos de información, pero no saben cómo presentarlos en forma clara y bien hilvanada. Lo que da valor a estas ideas es la relación que tienen unas con otras. Cada idea y declaración debieran estar unidas tan estrechamente, como los eslabones de una cadena. Cuando un ministro arroja un montón de conceptos ante la gente, para que ésta los recoja y los ponga en orden, sus esfuerzos se han perdido, porque hay pocos que harán tal cosa.—El Evangelismo, 471. VEUC 236.1

Algunos puntos esenciales a la vez—La verdad es, en sus características y obra, tan diferente de los errores populares que se predican desde el púlpito, que cuando se presenta a la gente, casi pierden la respiración y los sentidos. Es un alimento fuerte y debiera tratarse con sensatez; entonces, los que escuchen, si usted se detiene cuando debe, estarán ansiosos de escuchar más. VEUC 236.2

Dios ha hecho a sus mensajeros los depositarios de su verdad, equilibrada e importante, y cuyos resultados son eternos. La luz debe brillar entre la oscuridad moral para revelar el pecado y el error. La verdad debiera ser presentada punto tras punto. Debe hablarse en forma inteligible y con una pronunciación clara, destacando pocas cosas esenciales; entonces será como un clavo fijado en un lugar seguro, por el Maestro de obra. VEUC 236.3

El predicador, debería tratar de estar imbuido de comprensión y simpatía hacia la gente. No ponga la barandilla tan alta que la gente no pueda seguirlo. Por lo general, esto no será conveniente para enseñar la verdad.—Carta 7, 1885. VEUC 237.1

Cosas nuevas y viejas de la tesorería de Dios—Los ministros necesitan usar una forma más clara y sencilla, para presentar la verdad como es en Jesús... VEUC 237.2

Los que descuidan esta parte de la obra, necesitan convertirse ellos mismos, antes de aventurarse a dar un discurso. Aquellos cuyo corazón está lleno del amor de Jesús, con las preciosas verdades de su Palabra, podrán sacar de la tesorería de Dios cosas nuevas y viejas. No encontrarán tiempo para relatar anécdotas; no se esforzarán por llegar a ser oradores que se remonten tan alto que no puedan llevar a la gente consigo, sino que en lenguaje sencillo, con fervor conmovedor, presentarán la verdad tal como es en Jesús.—Mensajes Selectos 1:184. VEUC 237.3

La futilidad de los discursos intelectuales ante la ignorancia de las masas—Los predicadores deben presentar la verdad de una manera clara y sencilla. Hay entre sus oyentes, muchos que necesitan una clara explicación de los pasos requeridos en la conversión. La ignorancia de las masas en lo referente a este punto, es mayor de lo que se supone. Entre los universitarios, oradores elocuentes, estadistas capaces, hombres de altos cargos de confianza, hay muchos que dedicaron sus facultades a otros asuntos, y descuidaron las cosas de mayor importancia. Cuando los tales forman parte de una congregación, el predicador pone a menudo a contribución todas sus facultades, para predicar un discurso intelectual, y deja de revelar a Cristo. No demuestra que el pecado es la transgresión de la ley. No presenta claramente el plan de salvación. Podría haber conmovido el corazón de sus oyentes mostrándoles a Cristo muriendo, para poner la redención a su alcance.—Obreros Evangélicos, 179. VEUC 237.4

La importancia de obedecer los mandamientos de Dios—Tan claramente ha de ser presentada la verdad, que ningún transgresor que la oiga tenga excusa, para dejar de discernir la importancia de la obediencia a los mandamientos de Dios.—Obreros Evangélicos, 154. VEUC 238.1

Sermones claros y bien definidos—Si usted tiene la gracia estimulante de Cristo para impartir energía a sus movimientos, pondrá fervor en sus sermones. Su tema será claro y estará bien definido en su mente. Sus observaciones no deben ser largas, ni tampoco debe hablar con vacilación, como si usted mismo no creyera lo que dice. Debe vencer cualquier vacilación por pequeña que sea, y los movimientos lentos e indecisos, y aprender a ser un hombre preciso. VEUC 238.2

Los temas que muchos de nuestros pastores presentan ante el público son argumentos medianamente conectados, sin la claridad y la fortaleza que debieran tener.—The Review and Herald, 6 de abril de 1886. VEUC 238.3

Sin adornos artificiales—Dios pide que los ministros del Evangelio, no traten de engrandecerse introduciendo adornos artificiales en sus discursos, que no busquen la alabanza y los aplausos humanos, y que no ambicionen una vana manifestación de intelectualidad y elocuencia... Cuanto más claramente comprendan a Cristo los ministros y aprehendan su espíritu, con tanto mayor poder predicarán la verdad sencilla de la que Cristo es el centro.—El Evangelismo, 136. VEUC 239.1

Se ora poco y se estudia demasiado—[Los ministros] perjudican la obra, perjudican el efecto de la verdad que ellos defenderían, cuando sobrecargan tanto un discurso y presentan tantas cosas a la vez que la mente de los oyentes no siempre puede apreciar, ni seguir. Tendrían más éxito en sus labores si trataran de fijar uno o dos puntos en la mente de los oyentes, que sean puntos de vital importancia, instándolos e insistiendo en el peligro de rechazar la luz acerca de esos puntos. Que los oyentes comprendan claramente la fuerza de cada punto, exhortándolos entonces a tomar una decisión. VEUC 239.2

Se me mostró que el tiempo que se dedica a tanta lectura y estudio, es a veces, peor que desperdiciado. Una gran parte del tiempo empleado en los libros y el estudio debiera emplearse en la oración, pidiéndole a Dios sabiduría celestial, para tener fuerza y poder para que la verdad, que ellos entienden bien, brille ante la gente en su claridad y belleza armoniosa. Se dedica muy poco tiempo a la oración secreta y a la meditación en las cosas sagradas. El anhelo de los siervos de Dios debiera ser recibir la santa unción, y estar revestidos con la salvación, para que lo que predican pueda alcanzar los corazones. El tiempo es tan corto y son tan pocos los ministros de estos últimos días, que debieran poner toda sus energía en la obra, y mantenerse en estrecha relación con Dios y los santos ángeles, para que su predicación sea poderosa—un poder apremiante, que atraiga a toda alma honesta que ama la verdad hasta que la acepte.—Manuscrito 7, 1863. VEUC 239.3

Las enseñanzas del Adalid de los pastores—El domingo a las 11 a.m., el hermano Wilson, de Nueva Zelandia, presentó un provechoso discurso, hermoso en su sencillez, y sin pizca de vulgaridad. Mientras más sencillo y simple sea un discurso, más representará la enseñanza de los subpastores, la enseñanza del Adalid de los pastores.—Carta 82, 1895. VEUC 240.1

El peligro de elevarse muy alto—El predicador debe esforzarse, por llevar la comprensión y las simpatías de la gente consigo. No os remontéis demasiado arriba, a donde no puedan seguiros, sino dad la verdad punto tras punto, lenta y distintamente, presentando unos pocos puntos esenciales, y entonces esa verdad será como un clavo fijado en un lugar seguro, por el Maestro de ensamblaje. Si os detenéis cuando debéis hacerlo, no dándoles a la vez más de lo que pueden comprender y aprovechar, estarán ansiosos de oir más, y así el interés será sostenido.—El Evangelismo, 133. VEUC 240.2

Cuestiones vitales fácilmente comprendidas—Nuestros ministros debieran procurar presentar la verdad, de la manera más favorable. Hasta donde sea posible, hablen todos las mismas cosas. Sean los discursos sencillos y traten de cuestiones vitales que se puedan entender fácilmente.—Mensajes Selectos 1:197. VEUC 241.1

Facilidades adecuadas para alcanzar a la gente—Ministros, en sus discursos no se eleven tan alto que la gente no pueda entender lo que ustedes dicen. Se me ha indicado que nos elevamos demasiado en nuestra representación de la verdad bíblica. Perdemos mucho porque no empleamos la sencillez de la verdadera santidad. Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para capacitarnos para alcanzar las almas a nuestro alrededor, pero las reformas que se hicieron en los días de Cristo, como resultado de la presentación del evangelio son raras hoy. Necesitamos el poder convertidor de Dios en nuestros corazones para enseñarnos sencillez en palabras y en obras.—Manuscrito 85, 1909. VEUC 241.2

Palabra de Dios, no de hombre—Prediquen la verdad con sencilla mansedumbre, recordando que no son vuestras palabras, sino la Palabra de Dios la que se abre camino al corazón.—The Review and Herald, 13 de junio de 1912. VEUC 241.3

El alimento a su tiempo, con sencillez y sinceridad—Presentad la verdad tal como se encuentra en Jesús, con toda mansedumbre y humildad, es decir con sencillez y sinceridad, dando el alimento a su debido tiempo, y a cada persona su porción de comida.—El Evangelismo, 317. VEUC 241.4

La sencillez de los hijos de Dios—Los hombres y las mujeres vagan en medio de las tinieblas del error. Desean saber qué es verdad. Decídselo, no con lenguaje presuntuoso, sino con la sencillez de los hijos de Dios.—El Colportor Evangélico, 102. VEUC 242.1