La Voz: Su Educación y Uso Correcto

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Capítulo 35—La claridad y la pureza en la pronunciación

La idoneidad para la elocución—Por oración ferviente y esfuerzo diligente, debemos alcanzar idoneidad para hablar. Esta idoneidad incluye pronunciar cada sílaba claramente, poniendo la fuerza y el énfasis donde pertenecen. Hablad lentamente. Muchos hablan velozmente, apresurándose de una palabra a otra, con tal rapidez que se pierde el efecto de lo que se dice. Poned el espíritu y la vida de Cristo en lo que decís.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 241. VEUC 200.1

La educación de la voz para hablar y cantar—El que ha derramado sobre nosotros todos los dones, que nos capacitan para ser obreros juntamente con Dios, espera que sus siervos eduquen sus voces, para que puedan hablar y cantar de una manera, que todos puedan entender.—Testimonies for the Church 9:144. VEUC 200.2

El portavoz de Dios—El hombre que acepta la posición de ser portavoz de Dios, debiera considerar que es muy esencial que presente la verdad con toda la gracia y la inteligencia que pueda, para que la verdad no pierda nada al ser presentada ante la gente. Quienes consideran que es poca cosa hablar con mala pronunciación, están deshonrando a Dios.—El Evangelismo, 482. VEUC 201.1

Cómo vencer la falta de claridad—Al leer o recitar, la pronunciación debe ser clara. Un tono nasal o una actitud desgarbada, debe corregirse en seguida. Toda falta de claridad debe señalarse como deficiencia. Muchos se han permitido adquirir la costumbre de hablar de una manera indistinta, como si su lengua fuera demasiado grande para su boca. Este hábito ha trabado grandemente su utilidad. VEUC 201.2

Los que tienen esos defectos de pronunciación podrían vencerlos, si se sometieran a las críticas y a la corrección. Deben practicar con perseverancia el hablar en tono bajo y distinto, ejercitando los músculos abdominales en la respiración profunda, y haciendo de la garganta, el conducto de comunicación. Muchos hablan rápidamente, y en un tono alto que no es natural. Esta práctica perjudicará la garganta y los pulmones. Como resultado del continuo maltrato, los órganos débiles e inflamados enfermarán, y ello puede resultar en consunción.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 227. VEUC 201.3

El tono suave y persuasivo—Sed puros en vuestro lenguaje. Cultivad un tono de voz que sea suave y persuasivo, no duro, ni autoritario. Dad a los niños lecciones en el cultivo de la voz. Educad sus modos de hablar, hasta que no broten espontáneamente de sus labios, palabras groseras o rudas cuando se les presenta alguna prueba.—El hogar adventista, 395 (1894). VEUC 202.1

El control del volumen de la voz—Ellos [los pastores] debieran hablar con reverencia. Algunos destruyen la impresión solemne que podrían hacer sobre la gente, gritando y vociferando la verdad. Cuando la verdad se presenta de esta manera, pierde mucho de su dulzura, su fuerza y solemnidad. Pero si el tono de la voz es correcto, solemne, y si está modulado hasta conmover si fuera necesario, producirá mucha mejor impresión. VEUC 202.2

Este era el tono en que Jesús enseñaba a sus discípulos. El los impresionaba con solemnidad; les hablaba en forma conmovedora. Pero, ¿qué logra esta gritería? No presenta a la gente puntos de vista más exaltados de la verdad, y no los impresiona más profundamente. Sólo causa una sensación desagradable a los oyentes, y agota los órganos vocales del orador. Los tonos de la voz, tienen mucho que ver en el acto de impresionar los corazones de los oyentes.—Testimonies for the Church 2:615. VEUC 202.3

Los discursos apocados—Nos hemos apenado al asistir a congresos de asociaciones, a reuniones de sociedades de publicaciones, y a diversas asambleas, donde se leían informes en voz casi inaudible, o en forma vacilante o en tono ahogado. La mitad del interés que se pueda sentir en una reunión tal, queda destruido cuando los que participan en ella, hacen su parte en forma indiferente y sin vida. Deben aprender a hablar de tal manera, que puedan edificar a los que escuchan. Prepárese todo aquel que está relacionado con la obra misionera, para hablar en forma clara y atrayente, enunciando perfectamente sus palabras.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 233. VEUC 202.4

La educación de la voz debe empezar en el hogar—La instrucción sobre la cultura de la voz debe darse en el hogar. Los padres deben enseñar a sus hijos a hablar tan claramente, que los oyentes puedan entender cada palabra. Deben enseñarles a leer la Biblia con una pronunciación clara y distinta, de manera que honre a Dios. Los que se arrodillan en el culto familiar, no deben ponerse las manos en el rostro, e inclinarse en el asiento cuando se dirigen a Dios. Deben levantar sus rostros y con santa reverencia, hablar a su Padre celestial, pronunciando las palabras en tonos audibles. VEUC 203.1

Padres, traten ustedes mismos de hablar de tal manera, que sea una bendición para sus hijos. Las mujeres necesitan educarse a este respecto. Hasta las madres ocupadas pueden, si quieren, cultivar el talento del habla, y pueden enseñar a sus hijos a leer y hablar correctamente. Pueden hacerlo mientras se ocupan de sus labores. Nunca es demasiado tarde para mejorar. Dios pide a los padres que lleven al círculo del hogar toda la perfección posible.—Testimonies for the Church 6:381, 382. VEUC 203.2

Voces musicales—Los que abren los oráculos de Dios al pueblo, debieran mejorar su manera de comunicar la verdad, para que ésta sea presentada al mundo de una manera aceptable. Pongan el énfasis debido, sobre las palabras que debieran hacer impresión. Hablad despaciosamente. Haced que su voz suene tan musical, como sea posible. VEUC 204.1

Dios quiere que sus obreros procuren la perfección, a fin de que puedan ser vasos para su honor. Deben ser controlados por el Espíritu Santo; y cuando hablen, deben demostrar una energía proporcionada a la importancia del tema que estén presentando. Deben demostrar que el poder del cual hablan, ha realizado un cambio en sus vidas. Cuando estén verdaderamente unidos con Cristo, darán la invitación celestial con un fervor que impresionará los corazones. A medida que manifiestan celo en la proclamación del mensaje del evangelio, se producirá en los oyentes un fervor correspondiente, y se harán impresiones duraderas para el bien.—The Review and Herald, 14 de enero de 1902. VEUC 204.2

La verdad como maná del cielo—La verdad debiera exponerse con claridad, lentamente, con fuerza, para que impresione al oyente. Cuando se presenta algún aspecto de la verdad, es esencial que se la entienda para que se reciba todo su precioso alimento: el pan de vida, el maná del cielo.—Testimonios para los Ministros, 257. VEUC 204.3

La destrucción de los órganos del cuerpo—Muchos que podrían ser útiles, están desgastando sus fuerzas vitales y destruyendo sus pulmones y órganos vocales, por su manera de hablar. Algunos ministros han adquirido el hábito de decir en forma estrepitosa lo que tienen que decir, como si tuvieran una lección que repetir, y tuvieran que hacerlo en la forma más rápida posible. Esta no es la mejor manera de hablar. El ministro puede educarse a sí mismo, si ejerce el debido cuidado para hablar en forma clara e impresionante, no amontonando las palabras unas sobre otras, sin darse tiempo a respirar. Debe hablar en forma moderada, para que la gente pueda fijar las ideas en la mente, mientras él sigue adelante. Cuando el tema se presenta en forma precipitada, los oyentes no pueden captar en su mente todos los puntos, y no tienen tiempo de recibir la impresión, que es tan importante que reciban; ni tampoco hay tiempo para que la verdad los afecte, como sucedería de otra manera.—Testimonies for the Church 2:615, 616. VEUC 205.1

El peligro del discurso excitante—Cuando algunos intentan hablar con calma, sin excitación ni gestos exagerados, se avergüenzan y sienten falta de libertad, porque se están refrenando de seguir sus hábitos antiguos. Pero dejen que el viento se lleve estos sentimientos, que son pura excitación. Esa libertad de sentimientos, que resultaría en una especie de suicidio, no es santificada.—The Review and Herald, 5 de febrero de 1880. VEUC 205.2

El habla apasionada no es evidencia del poder de Dios—La voz debiera cultivarse para mejorar su capacidad musical, para que resulte agradable al oído e impresione el corazón... VEUC 205.3

El Señor requiere que el instrumento humano no actúe a fuerza de impulsos cuando habla, sino que se mueva calmadamente, que hable con lentitud, y que deje que el Espíritu Santo dé eficacia a la verdad. Nunca penséis que estáis dando evidencia de que el gran poder de Dios ha descendido sobre vosotros, por el hecho de que habláis apasionadamente, por impulsos, o porque permitís que vuestros sentimientos os induzcan a elevar el tono de vuestra voz hasta alturas anormales... VEUC 206.1

Vuestra influencia debe ser abarcante, y vuestras facultades de comunicación deben estar bajo el control de la razón. Cuando forzáis los órganos del habla se pierden las modulaciones de la voz. Hay que vencer decididamente la tendencia a hablar con rapidez. Dios requiere de los instrumentos humanos, todo el servicio que éstos puedan dar.—El Evangelismo, 484. VEUC 206.2

La expresión adecuada en la lectura oral—El arte de leer correctamente y con el énfasis debido, es del más alto valor. No importa cuánto conocimiento se pueda haber adquirido en otros ramos, si se ha descuidado el cultivo de la voz, y de la forma de expresión para hablar y leer distintamente, y en forma inteligible, todo ese conocimiento tendrá poquísima utilidad, porque sin el cultivo de la voz, no es posible comunicar pronta y claramente, lo que se ha aprendido. VEUC 206.3

El aprender a comunicar en forma convincente e impresionante lo que uno sabe, es de especial valor para los que desean llegar a ser obreros en la causa de Dios. Cuanto más expresión se pueda poner en las palabras de verdad, tanto más eficaces serán esas palabras para los que escuchan. Una debida presentación de las verdades del Señor, es digna de nuestros esfuerzos más intensos. Realicen esfuerzos decididos para aprender a hablar correcta y enérgicamente los alumnos que se preparan para el servicio del Maestro, para que cuando conversen con otros acerca de la verdad, o cuando se dediquen al ministerio público, puedan presentar apropiadamente las verdades de origen celestial.—El Evangelismo, 483. VEUC 207.1

La nitidez en cada palabra—Enuncie cada palabra en forma completa, cada oración en forma clara y distinta, hasta la última palabra. Muchas personas bajan el tono de la voz, cuando se acercan al final de la oración, hablando en forma tan ininteligible que queda destruida la fuerza del pensamiento. Las palabras que son dignas de hablarse, deben hablarse con voz clara y distinta, con énfasis y expresión.—Testimonies for the Church 6:383. VEUC 207.2

Las voces de los ángeles se unen con las voces humanas—Edúquense las voces de los que siguen a Cristo de tal manera que, en vez de apretujar las palabras unas sobre otras en forma indistinta, su elocución sea clara, enérgica y edificante. No dejéis caer la voz después de cada palabra, sino mantenedla, a fin de que cada frase sea llena y completa. ¿No valdrá la pena disciplinaros, y aumentar así el interés por el servicio de Dios y edificar a sus hijos? La voz de agradecimiento, alabanza y regocijo se oye en el cielo. Las voces de los ángeles en los cielos se unen con las voces de los hijos de Dios en la tierra, mientras dan honra, gloria y alabanza a Dios y al Cordero, por la gran salvación provista.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 232, 233. VEUC 207.3

Los ademanes inconvenientes y el lenguaje tosco—El que trabaja para Dios debe hacer esfuerzos fervientes para llegar a ser representante de Cristo, descartando todos los ademanes inconvenientes, y el lenguaje tosco. Debe esforzarse para usar un lenguaje correcto. Hay una clase numerosa que manifiesta descuido en su manera de hablar, cuando por atención cuidadosa y esmerada, podrían llegar a ser representantes de la verdad. Cada día tienen que progresar. No debieran cercenar su utilidad e influencia, albergando defectos en sus modales, tono, o lenguaje. Las expresiones comunes y triviales, deben reemplazarse por palabras correctas y puras. Por constante vigilancia y disciplina ferviente, los jóvenes cristianos pueden guardar su lengua del mal y sus labios de pronunciar engaño. VEUC 208.1

Debemos ser cuidadosos en no pronunciar incorrectamente nuestras palabras. Hay entre nosotros, hombres que en teoría saben evitar el uso de lenguaje incorrecto, pero que en la práctica cometen frecuentes errores.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 226. VEUC 208.2

La ayuda del Espíritu en la nitidez del habla—El maestro de la verdad, debe tomar en cuenta cómo presenta la verdad. Debe hablar cada palabra clara y distintamente, con esa intensa convicción que lleva convicción a los corazones. Si habla en forma apresurada, pierde la impresión que debe hacerse. El talento del habla necesita ser cultivado, para que la verdad sea hablada sin excitación, lenta y distintamente, de manera que no se pierda, ni una sílaba. El hablar con rapidez puede y debe ser corregido. VEUC 209.1

Si las palabras de verdad son de suficiente importancia para ser habladas delante de un auditorio, son de suficiente importancia para ser habladas claramente. La dirección del Espíritu, nunca conduce a la falta de nitidez al hablar. El Espíritu toma las cosas de Dios y las presenta por intermedio del instrumento humano a su pueblo. Que las palabras salgan de nuestros labios en la forma más perfecta posible.—The Southern Work, 27 de octubre de 1903. VEUC 209.2

Nuestras palabras son un canal para comunicar la verdad—Debemos recibir la educación esencial en la línea de la conversación, para que podamos hablar las palabras correctas y hablarlas en un tono adecuado, para que nuestras palabras sean una fuerza para el bien. La verdad no es verdad para nosotros, a menos que sea llevada a las cámaras profundas del alma. Cuando se hace esto, nuestras palabras son un canal, mediante el cual la verdad se comunica a otros. Sembrad la semilla en todas las aguas, no sabiendo qué prosperará, si esto, o aquello. Pero edúquese constantemente, en cómo usar apropiadamente la facultad del habla. Cuando hable a otros, eleve su corazón a Dios, orando para que él prepare los corazones para recibir la semilla celestial. No hay hombres ni mujeres que puedan ser colaboradores con Dios para propagar la semilla de la verdad, sin hacer esfuerzos fervientes y concienzudos, en cuanto al cultivo de la voz y de la palabra.—Manuscrito 74, 1897. VEUC 209.3