La Voz: Su Educación y Uso Correcto

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Capítulo 33—La sencillez en el lenguaje

Secretos del éxito en la proclamación del evangelio—El éxito en la proclamación del mensaje evangélico, no depende de sabios discursos, testimonios elocuentes o profundos argumentos. Depende de la sencillez del mensaje, y de su adaptación a las almas que tienen hambre del pan de vida. “¿Qué haré para ser salvo?” Este es el anhelo del alma.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 183 (PP), 159 (ACES). VEUC 181.1

La pureza y la sencillez—Nuestra obra debe consistir en aprovechar cada oportunidad, de presentar la verdad en su pureza y sencillez, siempre que exista el deseo o el interés de escuchar las razones de nuestra fe.—Testimonies for the Church 3:214. VEUC 181.2

El trabajo en las ciudades—El Señor habla a su pueblo en este tiempo, diciendo: Procuren entrar en las ciudades, y proclamar la verdad con sencillez y fe. El Espíritu Santo obrará a través de sus esfuerzos, para impresionar los corazones. No introduzcan doctrinas extrañas en su mensaje, sino hablen las sencillas palabras del evangelio de Cristo, que jóvenes y adultos puedan entender. Tanto el culto como el inculto deben comprender las verdades del mensaje del tercer ángel, que debe enseñarse con sencillez. Si quieren abordar a las personas de manera aceptable para ellas, humillen su corazón ante Dios, y aprendan sus métodos.—Medical Ministry, 299. VEUC 182.1

Abriendo los corazones cerrados—Las palabras veraces y sinceras de un hijo o una hija de Dios, dichas con sencillez natural, abrirán la puerta de corazones, que habían estado durante mucho tiempo cerrados.—Testimonios Selectos 4:298. VEUC 182.2

Las palabras sencillas pueden abrir corazones cerrados—Los más intelectuales, aquellos que son considerados y alabados como los hombres y mujeres más talentosos del mundo, quedan con frecuencia refrigerados, por las sencillas palabras que fluyen del corazón del que ama a Dios, y que puede hablar de ese amor con tanta naturalidad, como los mundanos hablan de las cosas que su mente contempla, y de las cuales se alimentan. Con frecuencia, las palabras bien preparadas y estudiadas tienen poca influencia. Pero las palabras veraces y sinceras de un hijo o una hija de Dios, dichas con sencillez natural, abrirán la puerta de corazones, que habían estado durante mucho tiempo cerrados.—Testimonios Selectos 4:298. VEUC 182.3

Demasiadas pruebas—En esta época, cuando salen a la superficie fábulas placenteras que atraen la mente, es mejor presentar la verdad en un estilo fácil, sustentándola con algunas pruebas irrefutables, que investigar y producir un conjunto de evidencias abrumadoras; porque entonces, el punto que se quiere presentar, no resulta tan preciso en la mente, como las objeciones y evidencias que fueron traídas ante ella. Para muchos, las declaraciones positivas van más allá que los largos argumentos. Ellos dan muchas cosas por sentado. Las pruebas no aclaran el caso en las mentes de los tales.—Testimonies for the Church 3:36. VEUC 183.1

Hitos sencillos—El mundo necesita ahora nuestra labor. De todas partes llegan llamados, como el llamado macedónico: “Pasa a Macedonia y ayúdanos”. Los argumentos sencillos, al punto, firmes como hitos, generalmente harán más a favor de convencer las mentes, que un gran conjunto de argumentos que cubren mucho terreno, pero que sólo las mentes investigadoras tendrán interés en seguir.—Testimonies for the Church 3:39. VEUC 183.2

Es mejor hacer pocas observaciones convincentes—Unas pocas observaciones fuertes sobre algún punto de doctrina, la fijarán en la mente con mucha más firmeza, que si se presentara gran cantidad de elementos de los cuales nada se destaca en forma clara y distinta, en la mente de los ignorantes de nuestra fe. Deben mezclarse con las profecías, lecciones prácticas de las enseñanzas de Cristo.—El Evangelismo, 129. VEUC 183.3

Sembrar semillas de verdad a mucha profundidad—Algunos han cultivado la costumbre de concentrarse demasiado. La facultad de fijar la mente en un tema, con exclusión de todos los demás, es buena en un grado limitado, pero los que ponen toda la fuerza de la mente en un ramo de pensamiento, son con frecuencia deficientes en otros puntos. En la conversación se vuelven tediosos, y cansan a quien los escucha. Sus escritos carecen de estilo libre y suelto. Cuando hablan en público, el asunto que los ocupa absorbe por entero su atención, y siguen profundizando más y más el tema. Parecen ver conocimiento y luz a medida que se interesan y absorben, pero son pocos los que pueden seguirlos. Hay peligro de que los tales planten la semilla de verdad a tal profundidad, que el tierno brote no pueda salir nunca a la superficie. Aun las verdades más esenciales y manifiestas, las que de por sí son claras y llanas, pueden estar de tal modo encubiertas, por las palabras que parezcan oscuras y confusas.—Obreros Evangélicos, 178. VEUC 184.1

Las palabras de Cristo eran fácilmente comprensibles—En vista de todo lo que está ante el creyente, su devoción debe ser “siempre abundante”. El debe trabajar por las almas con toda su inteligencia y su poder. No debe esforzarse por la elocuencia y los honores, sino por una vida sencilla y un lenguaje sencillo. Cristo no necesitaba explicar ninguna de las palabras que pronunciaba. Todas eran sencillas y comprendidas, por la persona más simple.—The Review and Herald, 7 de enero de 1909. VEUC 184.2

Las mentes varían de acuerdo a temperamento, educación y hábitos de pensamiento—Las mentes humanas varían. Las mentes que difieren en educación y pensamiento, reciben impresiones diferentes de las mismas palabras, y es difícil que, por medio del lenguaje, una persona le dé a otra, de diferente temperamento, educación y hábitos de pensamiento, exactamente las mismas ideas, en cuanto a lo que es claro y nítido en su propia mente. Sin embargo, para los hombres honrados y de mentalidad recta, puede ser tan simple y claro como para transmitir su significado para todos los fines prácticos.—Mensajes Selectos 1:21. VEUC 185.1

La mayor elocuencia—Debéis ser el instrumento por medio del cual Dios habla al alma. Se os recordarán cosas preciosas, y con el corazón rebosante del amor de Jesús, hablaréis palabras de vital interés e importancia. Vuestra sencillez, y vuestra sinceridad constituirán vuestra mayor elocuencia, y en los libros del cielo se registrarán vuestras palabras como oportunas, semejantes a una corriente de influencia celestial.—Hijos e Hijas de Dios, 276. VEUC 185.2

Que cada palabra sea esencial, que instruya y alumbre—En el congreso celebrado en 1898 en Queensland, recibí instrucciones para los obreros bíblicos. En las visiones de la noche, parecía que los pastores y obreros estaban en una reunión donde se estaban dando lecciones de la Biblia. Dijimos: “Hoy tenemos entre nosotros al Gran Maestro” y escuchábamos con interés sus palabras. El dijo: “Hay una gran obra que hacer delante de ustedes en este lugar. Necesitaréis presentar la verdad en toda su sencillez. Conducid a la gente a las aguas de la vida. Habladles las cosas de más importancia para su vida actual y su bien eterno. Que el estudio de las Escrituras no sea de clase inferior o de tipo casual. En todo lo que digáis, sepan que tenéis algo, que bien vale el tiempo que empleáis en decirlo, y el que emplean los oyentes en escuchar. Hablad de las cosas esenciales, las que instruyan, dando luz con cada palabra. VEUC 186.1

“Aprended a encontrar a la gente donde esté. No presentéis temas que despierten controversia. Que su enseñanza, no sea de la clase que deje la mente perpleja. No hagáis que la gente se preocupe por cosas que ustedes pueden entender, pero que ellos no ven, a menos que sean de vital consecuencia para la salvación de sus almas. No presentéis las Escrituras de manera que exalten el yo y estimulen la vanagloria en aquel que abra la Palabra. La obra para este tiempo, consiste en instruir a los estudiantes y obreros a tratar los temas de manera sencilla, seria y solemne”.—Testimonies for the Church 6:58, 59. VEUC 186.2

Una enfermedad espiritual—Toda la “sangre fría”, que es tan común, los gestos teatrales, toda liviandad y frivolidad, todo el uso de chanzas y bromas, deben ser considerados por el que lleva el yugo de Cristo como, “cosas que no convienen”, como una ofensa a Dios y una negación de Cristo. VEUC 187.1

Esto incapacita la mente para pensar con seriedad, y para llevar a cabo una labor sólida. Hace a los hombres ineficaces, superficiales y enfermos en sentido espiritual.—El Evangelismo, 467. VEUC 187.2