La Voz: Su Educación y Uso Correcto

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Capítulo 6—El papel de los maestros

Un mensaje de importancia eterna—Todo cristiano, está llamado a dar a conocer a otros las inescrutables riquezas de Cristo; por lo tanto, debiera procurar la perfección en el habla. Debiera presentar la Palabra de Dios de un modo, que la recomendara a sus oyentes. Dios no desea que sus intermediarios sean incultos. No es su voluntad que el hombre rebaje o degrade la corriente celestial que fluye por medio de él, al mundo. VEUC 42.1

Debiéramos mirar a Jesús, el modelo perfecto; debiéramos orar, por la ayuda del Espíritu Santo, y con su fuerza, tratar de educar todo órgano para realizar una obra perfecta. VEUC 42.2

Esto es especialmente cierto, con respecto a aquellos que son llamados al ministerio público. Todo ministro y todo maestro debe recordar, que está dando a la gente un mensaje, que encierra intereses eternos. La verdad que prediquen, los juzgará en el gran día del ajuste final de cuentas. Y en el caso de algunas almas, el modo en que se presente el mensaje, determinará su recepción, o su rechazo. Entonces, háblese la palabra de manera que despierte el entendimiento e impresione el corazón. Lenta, distinta y solemnemente debiera hablarse la palabra, y con todo el fervor que su importancia requiere.—Palabras de Vida del Gran Maestro, 271 (PP), 235 (ACES). VEUC 42.3

La obediencia a la Palabra de Dios—En cada línea de instrucción, los maestros debieran impartir luz de la Palabra de Dios, y demostrar la importancia de obedecer un “así dice el Señor”. La educación debiera ser tal, que los estudiantes hagan de los principios correctos, el guía de cada acción. Esta es la educación que permanecerá por las edades eternas.—Fundamentals of Christian Education, 516. VEUC 43.1

La pureza de la vida es un ejemplo efectivo—El maestro que tiene su alma apoyada en Cristo, hablará y actuará como un cristiano. No se sentirá satisfecho, hasta que la verdad limpie su vida, de todo lo que no sea esencial. No quedará satisfecho, a menos que su mente sea amoldada día tras día, por la santa influencia del Espíritu de Dios. Entonces Cristo hablará al corazón y su voz será escuchada y obedecida al decir: “Este es el camino; andad por él”.—Fundamentals of Christian Education, 526. VEUC 43.2

Palabras de ánimo—Manifestad simpatía y ternura al tratar con vuestros alumnos. Revelad el amor de Dios. Sean las palabras que habláis, bondadosas y estimulantes. Entonces, a medida que trabajéis por ellos, ¡qué transformación se realizará en el carácter, de los que han sido debidamente educados en el hogar! El Señor puede hacer, aun de los maestros jóvenes, si quieren consagrarse a él, medios de revelar su gracia.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 143, 144. VEUC 43.3

Con fuerza y entusiasmo—El maestro debería tener constantemente por meta, la sencillez y la eficiencia. Debería enseñar principalmente con ilustraciones, y aun al tratar con alumnos mayores, debería tener cuidado de que todas sus explicaciones sean claras y sencillas. Muchos alumnos de más edad son niños en entendimiento. VEUC 44.1

El entusiasmo es un elemento importante en la realización de la obra educativa. En cuanto a esto, la observación hecha una vez por un celebrado actor, contiene una útil sugerencia. El arzobispo de Carterbury le había preguntado, por qué los actores al representar una comedia, impresionaban tan notablemente al auditorio al referirse a cosas imaginarias, mientras que los ministros del Evangelio, impresionaban tan poco al suyo, hablándoles de cosas reales. “Con todo el respeto debido a vuestra eminencia—contestó el actor—, permitidme deciros que la razón es sencilla: Es el poder del entusiasmo. Nosotros hablamos en el escenario de cosas imaginarias, como si fueran reales, y vosotros en el púlpito, habláis de cosas reales, como si fuesen cosas imaginarias”.—La Educación, 233. VEUC 44.2

Pocas palabras, no discursos largos—Los que enseñan a los niños, deben evitar observaciones tediosas. Las observaciones cortas y al punto tendrán una feliz influencia. Si es mucho lo que hay que decir, es mejor hacer declaraciones cortas, con cierta frecuencia. Unas pocas palabras interesantes, de vez en cuando serán de más beneficio que decirlas todas a la vez. Los discursos largos, recargan las pequeñas mentes de los niños. Hablar demasiado, los conducirá a detestar hasta las instrucciones espirituales, así como comer de algo en exceso recarga el estómago, y reduce el apetito hasta hacer detestar la comida. Las mentes de las personas se pueden sobrecargar con demasiada perorata. La obra para la iglesia, pero especialmente en favor de la juventud, debiera ser línea sobre línea, precepto tras precepto, un poquito aquí y otro poquito allí. Proporcione tiempo a las mentes, para digerir las verdades con las cuales las alimenta. Los niños debieran ser atraídos al cielo, no con precipitación, sino con suavidad.—Testimonies for the Church 2:420. VEUC 45.1

Cada palabra debe pronunciarse claramente—El maestro de la verdad debe prestar atención, a la manera en que la presenta. Debe pronunciar cada palabra clara y distintamente, con el firme convencimiento de llevar convicción a los corazones. Si las palabras se amontonan unas sobre otras, se pierde la impresión que debiera hacerse. El talento del habla necesita ser cultivado, para que la verdad sea hablada sin excitación, sino despaciosa y claramente, para que no se pierda ninguna sílaba.—The Southern Work, 27 de noviembre 1903. VEUC 45.2

El uso correcto del lenguaje—Una de las cualidades más esenciales del maestro, es la capacidad de hablar y leer con claridad y fuerza. El que sabe usar su idioma con fluidez y corrección, puede ejercer una influencia mucho mayor, que el que no puede expresar sus pensamientos con facilidad y claridad.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 207. VEUC 46.1

Una articulación inteligente—El maestro debería cultivar sus facultades y el don del habla, de manera que pudiera hablar distintamente, articulando en forma inteligible.—Consejos sobre la Obra de la Escuela Sabática, 107. VEUC 46.2

Sencillez de las palabras de Cristo—Los fariseos se burlaban de Cristo; criticaban la sencillez de su lenguaje, el cual era tan simple, que los niños, los adultos y la gente común lo escuchaban gozosos y quedaban encantados con sus palabras. Los saduceos también lo ridiculizaban, porque sus discursos eran tan diferentes de los que proferían los gobernantes y escribas. Esos maestros judíos hablaban en tono monótono, y las más sencillas y preciosas escrituras, resultaban faltas de interés e ininteligibles, enterradas debajo de una multitud de tradiciones y sabiduría popular, que después de que los rabinos hablaban, la gente sabía menos del significado de las Escrituras, que antes de escucharlos. Había muchas almas hambrientas del Pan de Vida, y Jesús las alimentó con la verdad pura y sencilla. En sus enseñanzas, él sacaba ilustraciones de las cosas de la naturaleza, y de las transacciones comunes de la vida, con las cuales ellos estaban familiarizados. De esta manera la verdad llegaba a ser para ellos una realidad viviente; las escenas de la naturaleza, y los asuntos de la vida diaria le repetirían a ellos las preciosas enseñanzas del Salvador. Cristo quiere que sus siervos, imiten su forma de enseñar.—Fundamentals of Christian Education, 242, 243. VEUC 46.3

Bondad en el reproche—Ponga el maestro paz, amor y alegría en su trabajo. No se permita manifestar ira u ofuscación. Dios lo mira con intenso interés, para ver si está recibiendo el molde del divino Maestro. El niño que pierde el dominio propio, es mucho más disculpable que el maestro, que se permite manifestar ira e impaciencia. Cuando se ha de hacer un reproche severo, puede, sin embargo, hacerse con bondad. Evite el maestro el hacer al niño terco, hablándole con dureza. Haga que a toda corrección, sigan las gotas del aceite de bondad. No debe nunca olvidar que está tratando con Cristo, en la persona de uno de sus pequeñuelos. VEUC 47.1

Sea norma establecida que, en toda disciplina escolar, han de reinar la fidelidad y el amor. Cuando el maestro corrige a un alumno, de una manera que no le hace sentir que desea humillarlo, en su corazón brota el amor hacia el maestro.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 202, 203. VEUC 47.2