La Voz: Su Educación y Uso Correcto

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Capítulo 59—El camino de la salvación

El tema de cada sermón y cada himno debe ser la ciencia de la salvación—La ciencia de la salvación, debe ser el tema de cada sermón, el tema de cada himno. Debe acompañar cada súplica. Que nada que se incluya en la predicación sustituya a Cristo, la Palabra, y el poder de Dios. Que su nombre, el único nombre dado bajo el cielo por el cual podemos ser salvos, sea exaltado en cada discurso, y que de sábado en sábado, la trompeta del centinela dé un sonido certero. Cristo es la ciencia y la elocuencia del evangelio, y sus ministros deben predicar la Palabra de vida, presentar esperanza a los penitentes, paz a los atribulados y desanimados, y gracia, integridad y fuerza a los creyentes.—Manuscrito 107, 1898. VEUC 374.1

El Cordero de Dios—Nunca debiera predicarse un sermón, ni darse un estudio bíblico de cualquier clase, sin señalar a los oyentes al “Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.—Testimonies for the Church 6:54. VEUC 375.1

La sencillez de la salvación—En toda congregación hay almas insatisfechas. Cada sábado desean escuchar una explicación definida acerca de cómo pueden ser salvados, y de cómo pueden llegar a ser cristianos. La cosa importante que ellos deben saber es: ¿Cómo puede un pecador presentarse delante de Dios? Exponed ante ellos con sencillez el camino de la salvación, con tanta sencillez, como hablaríais a una criatura. Destacad a Jesús como la única esperanza del pecador.—El Evangelismo, 257. VEUC 375.2

La aplicación de la verdad al corazón—Es particularmente cierto que los temas nuevos e impresionantes, no se deben presentar a la gente en discursos muy largos. Aplíquese en todo discurso la verdad al corazón, para que todo el que oiga, entienda; y para que los hombres, las mujeres y los jóvenes revivan ante Dios.—Testimonios para los Ministros, 258. VEUC 375.3

La necesidad de un cambio de corazón—A veces hay hombres y mujeres que se deciden en favor de la verdad, por causa del peso de las pruebas presentadas, sin estar convertidos. El predicador no habrá hecho su obra, antes de haber hecho comprender a sus oyentes, la necesidad de un cambio de corazón.—Obreros Evangélicos, 167. VEUC 375.4

Cristo es nuestro refugio—El ministro que ha aprendido de Cristo tendrá siempre la conciencia de que es un mensajero de Dios, comisionado por él para realizar una obra, tanto para el tiempo, como para la eternidad. No debe constituir en absoluto una parte de su objetivo llamar la atención a sí mismo, a sus conocimientos, a su habilidad, sino que la totalidad de su blanco, debe ser guiar a los pecadores al arrepentimiento, señalándoles, por precepto y por ejemplo, al Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. El yo debe estar escondido en Cristo. Tales hombres, hablarán como quienes son conscientes de poseer poder y autoridad procedentes de Dios, como sus portavoces. Sus discursos tendrán una seriedad y un fervor de persuasión que inducirá a los pecadores a ver su condición perdida y a refugiarse en Cristo.—El Evangelismo, 103. VEUC 376.1

Los pasos para la conversión—Los predicadores deben presentar la verdad, de una manera clara y sencilla. Hay entre sus oyentes, muchos que necesitan una clara explicación de los pasos requeridos en la conversión. La ignorancia de las masas en lo referente a este punto, es mayor de lo que se supone. Entre los universitarios, oradores elocuentes, estadistas capaces, hombres de altos cargos de confianza, hay muchos que dedicaron sus facultades a otros asuntos, y descuidaron las cosas de mayor importancia. Cuando los tales forman parte de una congregación, el predicador pone a menudo a contribución todas sus facultades para predicar un discurso intelectual, y deja de revelar a Cristo. No demuestra que el pecado es la transgresión de la ley. No presenta claramente el plan de salvación. Podría haber conmovido el corazón de sus oyentes, mostrándoles a Cristo muriendo para poner la redención a su alcance.—Obreros Evangélicos, 179. VEUC 376.2

La remisión de los pecados por medio de Cristo—Deben hacerse aplicaciones directas. Y siempre el orador debe recordar, que él es únicamente el instrumento. Es el Espíritu Santo el que impresiona el corazón, tanto del de alta esfera, como del de baja esfera, del más digno, como del más irremediablemente abandonado. La Palabra debe hablarse con toda sencillez. Hay que dirigirse a los hombres, como pecadores en peligro de perder sus almas. Hay que pasar por alto todas las distinciones, porque todos necesitan la misma verdad. Todos necesitan a un Salvador crucificado y resucitado, que murió para que todos pudiéramos ser salvos. VEUC 377.1

Presente la Palabra de Dios, como el medio de alcanzar una fe santificada y un carácter puro. Ofrezca una salvación completa y gratuita, no como proviniendo de usted mismo, sino de Cristo. Muestre a sus oyentes la necesidad de regresar a la lealtad mediante el arrepentimiento y la fe; porque todos estamos en el mismo nivel; todos estamos condenados igualmente por la gran norma moral de justicia. Proclame la remisión de los pecados mediante Cristo, el único que llevó los pecados, el único que puede perdonar los pecados. Proclame la remisión de los pecados, mediante el arrepentimiento hacia Dios y la fe en Cristo, y Dios ratificará su testimonio. Usted puede con toda garantía proclamar los medios por los cuales se puede obtener un carácter santo—como lo obtuvo Enoc, mediante Cristo Jesús. VEUC 377.2

Todos los mensajeros de Dios pueden proclamar perdón y remisión de pecados, mediante el nombre de Cristo, que murió para redimir al pecador. El Señor derrama todo su favor sobre los que le buscan con todo el corazón, y están dispuestos a seguirlo haciendo su voluntad, entronizando a Cristo en el corazón, sembrando sus atributos profundamente en la vida práctica. Estos tienen un motivo que los constriñe, un amor supremo por Cristo nuestro Salvador, que hasta pone los pensamientos en cautividad a él.—Manuscrito 138, 1897. VEUC 378.1

Verdades que convencen y convierten—En todas las congregaciones hay almas sobre las cuales se está moviendo el Espíritu del Señor, y ellas necesitan ayuda, para que puedan entender lo que deben hacer para ser salvas. Muchas veces, usted les ha presentado grandes escenas que ellos no pueden comprender. Los que son imaginativos pueden captar esos pensamientos elevados, pero para la mayoría, esos discursos son como griego [para ellos]. Insista en las verdades que convencen y convierten a las almas. Dios está obrando en la carpa, no importa si los presentes son muchos o pocos. VEUC 378.2

Usted debe elevar una plegaria con toda sinceridad, para que Dios lo guíe a impartir el alimento que cada uno necesita en el momento debido, y para que lo ayude a no irse por encima de la sencillez del evangelio, para insistir en temas favoritos que no iluminarán ninguna conciencia entenebrecida, ni convencerán a los hombres de pecado, de justicia, y del juicio que vendrá. Mediante líneas de conducta diferentes, presente a sus oyentes lo que deben saber para ser salvos; condúzcalos por el sendero de la verdad y la santidad. Como el rebaño a los pastos, llévelos donde puedan beber el agua de la salvación.—Carta 29, 1895. VEUC 378.3

Una consagración sin reservas—Hace algún tiempo escribí lo siguiente en mi diario: “Parecía que estábamos congregados en una reunión. Allí estaba presente Uno investido de autoridad, que dijo: “Decid a los ministros y evangelistas, que lleven adelante la obra con verdadera espiritualidad. Que hagan la aplicación que se hace en la Palabra de Dios, para que el resultado no sea sencillamente una conmoción de los sentimientos, por compasión—un resultado que desaparecerá en la nada, cuando la impresión desaparezca”. Estoy comisionada para decir que todo aquel que vea su necesidad, puede recibir ayuda. Que cada paso que se dé, sea un paso de avance hacia la genuina conversión, hacia la consagración sin reserva del corazón, la mente, el alma, y las fuerzas al servicio del Señor. Que todo lo que se haga tienda a la verdadera reforma del pensamiento, de las palabras, de la obra, de la edificación del carácter. Que podamos separar lo falso de lo verdadero. No permitan que el enemigo los conduzca a entretejer diseños falsos en el modelo. Mantenga el amor de Cristo en lugar prominente, delante de los niños y los jóvenes. Repítales a menudo las sencillas lecciones de Jesús.—Carta 111, 1904. VEUC 379.1

La obediencia a los padres y a Dios—Enseñad a los jóvenes que el pecado de cualquier clase está definido en las Escrituras como, “transgresión de la ley”. 1 Juan 3:4. Enseñadles en lenguaje sencillo que deben obedecer a sus padres, y dar su corazón a Dios.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 161. VEUC 380.1

Malaria espiritual—Las tendencias y pasiones indisciplinadas y degradantes, no pueden reinar en el corazón controlado por el Espíritu de Dios. Hay muchos que nunca han sometido su voluntad y su forma de ser, completamente y sin reserva a Jesucristo. VEUC 380.2

Al ministrar la Palabra, se necesitan muchas más lecciones sobre la verdadera conversión, que argumentos sobre las doctrinas; porque es mucho más fácil y más natural, que el corazón que no está bajo el control del Espíritu de Cristo, se decida por temas doctrinales en lugar de prácticos. Se presentan muchos discursos sin Cristo, que no son más aceptables para Dios, que la ofrenda de Caín. No están en armonía con Dios. VEUC 380.3

Mi hermano, el Señor lo llama a abandonar la obra, a dejar los muros de Sión, o a ser un hombre convertido. Cuando su corazón sea santificado mediante la verdad, no habrá en él manchas morales. Ahora, necesitará una resistencia moral extrema de su parte, ante sugerencias no santificadas, porque su alma está contaminada con malaria espiritual. Usted ha respirado una atmósfera satánica. Usted no ha sido hombre a la vista de Dios. Cuando su mente debió haber estado desarrollándose, sus ideas elevándose, y sus planes y labores ampliándose, su eficiencia como obrero ha estado decreciendo cada vez más, porque Dios no está bendiciendo sus esfuerzos.—Carta 5, 1886. VEUC 380.4