La Voz: Su Educación y Uso Correcto

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Capítulo 58—La pronta venida de Cristo

La predicación del evangelio—Dios no espera que sus obreros se dediquen a asuntos triviales, sino que prediquen el evangelio. Se darán cuenta de que los sermones cortos son más efectivos. En todos los lugares donde comienza la obra, la norma es elevarse más alto cada vez. Debe proclamarse la verdad de la pronta venida de Cristo. VEUC 371.1

Y debe enseñarse a todos los obreros a hablar en forma clara y expresiva, ya sea que hablen desde el púlpito, o den estudios bíblicos.—Carta 200, 1903. VEUC 371.2

Es una seria advertencia—El mensaje de la segunda venida de Cristo, debe estar acompañado de un poder viviente. No debemos descansar, hasta que veamos a muchas almas convertidas a la bendita esperanza del regreso del Señor. En los días de los apóstoles, el mensaje que ellos llevaban produjo un verdadero resultado, convirtiendo a las personas, de la adoración de ídolos, al servicio del Dios vivo. La labor que se debe realizar hoy, es igualmente tan real, y la verdad sigue siendo la misma verdad; sólo que debemos dar el mensaje con tanto mayor fervor, a medida que se acerca la venida del Señor. El mensaje para este tiempo es positivo, sencillo, y de la mayor importancia. Debemos actuar como hombres y mujeres que verdaderamente lo creemos así. Esperar, velar, trabajar, orar, y advertir al mundo—ésta es nuestra obra.—The Review and Herald, 13 de noviembre de 1913. VEUC 371.3

Una verdad cristiana práctica—Las verdades de la profecía están unidas, y al estudiarlas, forman un hermoso conjunto de verdades prácticas. Todos los discursos que damos han de revelar claramente que estamos esperando, trabajando, y orando por la venida del Hijo de Dios. Su venida es nuestra esperanza. Esta esperanza ha de estar vinculada con todas nuestras palabras y obras, con todas nuestras asociaciones y relaciones.—El Evangelismo, 164. VEUC 372.1

La segunda venida de Cristo es un tema constante—La segunda venida del Hijo del Hombre ha de ser el tema maravilloso que se mantenga ante la gente. He aquí un tema, que no debe descartarse de nuestros discursos. Las realidades eternas deben mantenerse ante la mente, y las atracciones del mundo aparecerán como son, completamente inútiles, como vanidades. ¿Qué hemos de hacer con las vanidades del mundo, sus alabanzas, sus riquezas, sus honores, o sus placeres?—El Evangelismo, 164. VEUC 372.2