La Voz: Su Educación y Uso Correcto

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Capítulo 48—Las representaciones orales y teatrales

Las oraciones elocuentes son como metal que resuena—La vida renovada por la gracia divina y escondida con Cristo en Dios, es elocuente en su sencillez. Las oraciones elevadas y los discursos hechos por hombres aparentemente cultos, son como metal que resuena y címbalo que retiñe en la estimación de Dios, en comparación con las palabras que vienen directamente de un corazón refinado por la fe en Cristo como Salvador personal. Los que son elocuentes a la vista de Dios, están listos a transitar por senderos humildes. No son apreciados por los que están constantemente luchando por la supremacía, los que no tienen sentido de lo que significa andar en humilde sujeción a la voluntad y los caminos de Dios; pero Dios declara: “Miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra”. Isaías 66:2.—Manuscrito 176, 1899. VEUC 310.1

Pastores, no actores—A menos que los hombres sean conducidos a valorar la verdad como una posesión elegida, a recibirla como algo que santificará el alma, no se ha logrado ningún bien duradero. El que usa palabras elocuentes, simplemente hace que la gente olvide la verdad, que está mezclada con su oratoria. Cuando la excitación desaparece, se encuentra que la Palabra de Dios no se ha fijado en la mente; ni se ha obtenido la más simple comprensión. La gente puede salir de la iglesia, y puede hablar admirada de las facultades oratorias del hombre que les ha predicado, pero pueden no haber sido convencidas de la verdad, ni llevadas más cerca del punto de decisión. Ellas hablan del sermón, de la misma manera que hablarían de una representación teatral, y del ministro, de la misma manera que si fuera un actor de teatro. Puede que vuelvan de nuevo a escuchar la misma clase de discurso, y puede que de nuevo salgan, sin ser impresionadas, ni alimentadas. VEUC 311.1

No se debe estimular a las personas a que premien el despliegue de oratoria. Esta clase de sermones tiene el mismo efecto en la mente, que la lectura de un relato excitante. Tiene un efecto estimulante, pero no transforma el carácter. La influencia de esta clase de predicación ha quedado clara en los resultados obtenidos. La gente es atraída al hombre, y piensa que nadie es semejante a él; pero se me ha mostrado que lo mismo que pasó en _____, sucede en otros lugares, que no se pone una base firme para la organización de una iglesia. Cuando esa clase de pastor deja a los que aparentemente han abrazado la verdad, se ha hecho manifiesto que la gente no ha sido unida a Cristo, sino a un hombre. Cristo les resultó extraño, y no lo conocieron. La gente se apartó de su compañía, para no andar más con él. VEUC 311.2

Los mensajeros de Dios deben predicar el último mensaje solemne, que atestigua la misericordia de Dios hacia un mundo caído. Si el ministro se exhibe a sí mismo, se interpone entre el mensaje y el pueblo. Si se educa para presentar la verdad de cierta manera, puede hacer que su obra no haga efecto, y la deja para que se deshaga. Esto es así, porque el Espíritu Santo no obra con sus esfuerzos. La gente es estimulada a mirar y exaltar al hombre, y Jesús no es el que se ve, sino [más bien] el hombre que ocupa el lugar del Salvador crucificado y resucitado. El ministro puede predicar un sermón tan elevado que llegue a las nubes y las estrellas, muy por encima de la gente, pero que no deje una impresión duradera en los corazones de sus oyentes. A menos que la convicción sea afirmada en el corazón, tanto el tiempo como los recursos, se gastan sin efecto. ¿De qué vale que la gente piense mucho en el pastor, cuando no les interesa la verdad salvadora y atestiguadora? VEUC 312.1

El Espíritu Santo debe obrar en el hombre; el hombre no debe tratar de realizar la obra del Espíritu Santo. El Espíritu Santo no es un siervo, sino un poder controlador. El Espíritu Santo hace que la verdad brille en cada mente, y hable mediante cada sermón, donde el pastor se rinda a su obra. El Espíritu Santo camina junto al alma, y se comunica con el agente humano. El es el que proporciona la atmósfera que rodea al alma, y habla al impenitente mediante palabras de advertencia.—Carta 29, 1895. VEUC 312.2

Hombres de oración, hombres de poder—Lo que se necesita, no son predicadores elocuentes, sino obreros humildes y fervientes, hombres que tengan una confianza infantil en un poder superior. Los hombres de oración, los que buscan al Señor con corazón contrito y humillado, son los hombres de poder.—Carta 146, 1903. VEUC 313.1

La oratoria puede ser una trampa—Es la verdad venerada en el alma, lo que hace que un hombre sea de Dios. La oratoria, si bien es cierto que puede complacer a cierta clase, resultará en una trampa para el que la practique, y una trampa para la iglesia... VEUC 313.2

No debemos estar ansiosos por conseguir un ministro que agrade a la gente por medio de la oratoria, y dé sermones ingeniosos con el fin de ganar adulación y aplausos, sino buscar hombres que colaboren con Dios, hombres de estudio que demuestren estar aprobados por Dios.—Manuscrito 1a, 1890. VEUC 313.3

Elocuencia extravagante—El ministro puede elevarse hacia el cielo por medio de descripciones poéticas, y presentaciones caprichosas que agradan a los sentidos y estimulan la imaginación, pero que están alejadas de la vida diaria y de las necesidades cotidianas, y que no llevan directamente al corazón las verdades que son de un interés tan vital. Las necesidades inmediatas y las pruebas del momento, necesitan pronta ayuda y poder: la fe que obra por amor y purifica el alma, y no palabras que no ejerzan una verdadera influencia sobre la vida diaria, en el cristianismo práctico. VEUC 313.4

El ministro puede pensar, que con su elocuencia imaginativa ha hecho mucho por alimentar la grey de Dios; los oyentes pueden suponer que nunca antes habían escuchado temas tan hermosos, que hasta entonces no habían escuchado la verdad revestida con un lenguaje tan magnífico, y como Dios les ha sido presentado en su grandeza, se sienten envueltos por la emoción. Pero seguid de la causa al efecto, todo este éxtasis de los sentimientos causado por esas exposiciones imaginativas. Puede ser que haya verdades, pero con demasiada frecuencia, no constituyen el alimento que los fortificará para las diarias batallas de la vida.—El Evangelismo, 136, 137. VEUC 314.1

Algunas pocas reglas—Me fue mostrado, que nuestros pastores se estaban perjudicando por descuidar el uso de sus órganos vocales. Se les llamó la atención a este asunto importante, y el Espíritu de Dios ha dado palabras de precaución e instrucciones. Su deber ha sido aprender la mejor manera de usar estos órganos. La voz, este don celestial, es una facultad poderosa para el bien, y si no se la pervierte, glorificará a Dios. Lo más esencial era estudiar y seguir a conciencia, unas pocas y sencillas reglas. Pero en lugar de autoeducarse, como debieran haber hecho por el ejercicio de un poquito de sentido común, lo que hicieron fue emplear un profesor de elocución. VEUC 314.2

Como resultado, muchos que estaban sintiendo que Dios tenía una obra para ellos, en enseñar la verdad a otros, se han infatuado y se han vuelto locos con la elocución. Todo lo que algunos necesitaban era que alguien les presentara esta tentación. Su interés fue atraido por la novedad, y tanto jóvenes como algunos pastores, se dejaron llevar por esta excitación. Dejaron sus campos de labor—todo en la viña del Señor fue descuidado—y dedicaron su dinero y su precioso tiempo a asistir a escuelas de elocución. Cuando salieron de esta práctica, la devoción y la religión se separaron de ellos, y la carga de las almas fue puesta a un lado, como se quita un traje. Han aceptado las sugerencias de Satanás, y él los ha dejado donde eligieron estar. VEUC 315.1

Algunos se hicieron maestros de elocución, sin tener discreción, ni habilidad, y se hicieron desagradables al público, porque no usaron adecuadamente el conocimiento que habían adquirido. Su actuación carecía de dignidad, o de buen sentido; y esta proeza de su parte ha cerrado la puerta, hasta donde conocemos, a cualquier influencia que pudieran tener en el futuro, como hombres que llevan el mensaje de la verdad al mundo. Esto fue planeado por Satanás. Era correcto hacer mejoras en la elocución; pero dedicar tiempo y dinero a ese único aspecto, y absorber la mente en él, fue llevado al extremo, demostrando gran debilidad. VEUC 315.2

Jóvenes que se consideran observadores del sábado añaden la palabra “profesor” a sus nombres, y abusan de algo que ellos no entienden. Muchos pervierten así la luz que Dios ha considerado apropiado darles. Son personas que no tienen bien equilibrada la mente. La elocución se ha convertido en un escarnio. Ha atrapado a hombres, los ha hecho participar en una obra que ellos no pueden hacer inteligentemente, y los ha privado de hacer una obra que, si hubieran sido humildes y modestos al tratar de cumplirla en el temor de Dios, hubiera tenido un glorioso éxito. Estos jóvenes podrían haber sido útiles en el campo misionero como colportores, o como aspirantes a la obra ministerial, haciendo una obra para el tiempo y la eternidad. Pero han estado alienados con el pensamiento de convertirse en maestros de elocución, y Satanás está de acuerdo y se burla, de que los ha capturado en la red que les ha puesto.—Testimonies for the Church 4:604, 606. VEUC 316.1

Hasta los tartamudos pueden ser elocuentes—Las más preciosas gemas de verdad, son muchas veces, revestidas de palabras rebuscadas que les quitan el poder, mientras el poder del Espíritu de Dios está ausente. Cristo presentaba la verdad en su sencillez y alcanzaba, no sólo a los más encumbrados, sino también, a los hombres más humildes de la tierra. El pastor que es embajador de Dios y representante de Cristo en esta tierra, que se humilla para que Dios pueda ser exaltado, tendrá la verdadera cualidad de la elocuencia. La verdadera piedad, una estrecha conexión con Dios, y una experiencia viva diaria en el conocimiento de Cristo, hará elocuente inclusive a los tartamudos.—Testimonies for the Church 4:314. VEUC 316.2

Uso de fuego común—Algunos predicadores cometen el error de suponer, que el éxito depende de atraer una gran congregación por la ostentación externa, y de dar luego el mensaje de verdad de una manera teatral. Pero esto es emplear fuego común, en vez del fuego sagrado encendido por Dios mismo. El Señor no queda glorificado por esta manera de trabajar. No es por avisos alarmantes y costosa ostentación, como ha de llevarse a cabo su obra, sino usando métodos semejantes a los de Cristo.—Obreros Evangélicos, 397. VEUC 317.1