La Voz: Su Educación y Uso Correcto
Capítulo 45—La celeridad y el tono
Cómo corregir la celeridad en el hablar—Hablar con celeridad, puede y debe ser corregido. El maestro debe aprender diariamente en la escuela de Cristo, para que pueda hablar de tal manera, que haga la mejor y más duradera impresión en sus oyentes. Como señalado guardián de la verdad, debe guardar los tesoros sagrados, con toda conciencia. No está ahí para reunir solamente un número limitado de verdades superficiales, sino para comprar el terreno, y poder poseer el tesoro que contiene. Debe mejorar sus métodos de trabajo, y hacer el mejor uso de los órganos de la voz. Si las palabras de verdad, son suficientemente importantes para ser habladas delante de un auditorio, son de suficiente importancia, como para ser habladas claramente. La dirección del Espíritu nunca conduce a discursos confusos. El Espíritu toma las cosas de Dios, y las presenta mediante el instrumento humano al pueblo. Dejemos entonces que salgan de nuestros labios, de la manera más perfecta posible.—The Southern Work, 27 de octubre de 1903. VEUC 283.1
Errores de volumen y velocidad—El Señor intenta que cada ministro alcance perfección en su obra, venciendo todo aquello que tenga que ver con la voz, la actitud y la manera de hablar, y que pueda disminuir su influencia. Este es su deber. “Sed, pues, perfectos”, dice Cristo, “como vuestro Padre celestial es perfecto”. Mateo 5:48. VEUC 284.1
Para nosotros, es natural esperar más del ministerio de un hombre, que tenga una manera de hablar, y un tono de voz atractivo, que de aquel cuyos maneras no agradan. Dos hombres pueden tratar la misma porción de la Escritura y presentar un testimonio completo del evangelio; uno de ellos, puede ser un obrero de más éxito, porque ha sido cuidadoso en vencer sus defectos de pronunciación, porque ha aprendido a controlar su voz, no permitiendo que suba hasta un tono agudo; el otro, puede tener un conocimiento de la Palabra, y aun así, dejar en sus oyentes la impresión de que no es agradable. Aparece excitado, y todo el que lo escucha quisiera que se calmara y hablara con fervor, pero con calma y sin excitación. VEUC 284.2
Cuando el orador habla en un tono alto, disminuye considerablemente su utilidad. Hay otros, que hablan tan bajo, que apenas se los puede oír. Otro obrero habla con rapidez, amontonando las palabras, unas sobre otras. La mitad de lo que dice se pierde, porque el oyente no puede captar las preciosas palabras que salen de sus labios. Estos son defectos que se deben vencer. VEUC 284.3
Debe adquirirse el hábito de hablar despacio, aunque con fervor y solemnidad, con toda la seguridad que la Palabra de Dios puede dar. Entonces el oyente recibe el beneficio de cada oración. Se pronuncia claramente cada palabra, y hace su impresión en la mente. Hablar rápido y subir el tono de la voz, es una imperfección que todos deben vencer, si han de hacer la impresión más favorable, cuando presenten el mensaje de Dios al mundo. Que la Palabra de Dios llegue a ser un sabor de vida para vida. VEUC 285.1
Si los siervos de Dios consideraran este asunto en forma racional, si se pusieran bajo el control de la razón sólida y el buen juicio, verían que no es necesario seguir perpetuando estos errores. Verían que dichos defectos, se pueden vencer, y que sus esfuerzos en el púlpito serán mucho más ventajosos para los oyentes, y bastante menos agotadores para ellos mismos. Cada ministro debe tener en mente, que está dando al mundo el mensaje que ha recibido de Dios, y que este asunto implica intereses eternos.—Manuscrito 4, 1897. VEUC 285.2
La verdad a mitad de su valor—Hable la verdad con amor y piedad, para aquellos que convierten la verdad en fábulas. Tenga en mente el hecho, de que el Señor Jesús está presente en sus asambleas. El hará que usted manifieste dignidad, calma y compostura de espíritu. Cuando usted habla con precipitación, su discurso pierde la mitad del poder.—Carta 8, 1894. VEUC 285.3
Instrucción dada por Dios a Ellen G. White acerca de la voz—Tengo palabras de precaución que darle, las cuales voy a repetir en la sesión de la noche. Yo estaba diciendo esto: “Tengo un mensaje para usted, del Señor. Cultive sus órganos vocales. Este es su privilegio y deber. La voz es un tesoro muy precioso. Muchas veces usted habla demasiado aprisa. Sus palabras se agolpan unas sobre otras, y su pronunciación carece de la nitidez que debiera tener”. VEUC 286.1
Siendo que tiene que hablar ante grandes congregaciones, es su deber dar a sus cuerdas vocales todo el descanso posible. Cuando hable, haga inspiraciones profundas. Use los músculos del abdomen, poniendo así sobre ellos, la carga que ahora está colocando en la garganta y los pulmones. VEUC 286.2
El Señor no quiere que usted perjudique sus órganos vocales, por un esfuerzo prolongado y continuo. Sus palabras serán mucho más potentes, si usted da a sus pulmones más aire, y habla menos palabras. Cuando hable, dedique tiempo a hacer inspiraciones profundas. Ponga en acción los músculos del abdomen. Párese derecho, respire profundo, y hable sus palabras con toda la fuerza que quiera. VEUC 286.3
Yo tuve que aprender esta lección, cuando se me afectaron tanto la garganta y los pulmones, que no podía respirar sin sufrimiento. Ningún ser humano me dijo lo que debía hacer para mejorar, pero el gran Médico misionero, a quien amo y obedezco, me dijo lo que debía hacer. Las instrucciones que me dio se las estoy dando a usted. Fui impresionada con la importancia del cultivo de la voz, y desde entonces, he tratado de destacar esto ante los demás... Nuestros ministros deben hablar despacio, tomando inspiraciones de aire, y su voz tendrá una melodía que ahora sólo tienen unos pocos, porque no es fácil cambiar hábitos erróneos, por correctos. VEUC 286.4
Dios quiere que sus obreros traten sus órganos vocales con especial cuidado, como un don precioso dado por él. No debemos abusar de estos órganos por exceso de trabajo. Ejerzamos mucho cuidado en su uso. Entonces, los discursos serán más impresionantes, y los que hablen serán capacitados, para realizar más trabajo por el Maestro. Hay hombres que han ido a la tumba, porque no se esforzaron en estar en armonía con las leyes de la naturaleza, en el uso de los órganos vocales. VEUC 287.1
El Señor quiere, que sus mensajeros cuiden sagradamente su salud y su fuerza. No deben sacrificar por un mal uso, los órganos que Dios les ha dado. No debemos esforzar ningún órgano, haciéndole llevar una carga de abuso que produzca enfermedad, y acorte la utilidad del obrero. VEUC 287.2
El Señor mejorará su manera de hablar, si pone la carga donde pertenece, o sea, sobre los músculos del pecho y el abdomen. La garganta es solamente el canal por donde fluyen las palabras. Hable despacio, y respire profundo. Esto le permitirá emitir las palabras con claridad y volumen, y la garganta y los pulmones serán fortalecidos, para resistir las tendencias destructivas, en lugar de ser dañados. VEUC 287.3
Es su privilegio tomar lecciones sobre la educación de la voz, si es posible. La educación de la voz es un estudio que debe encontrar lugar, en todas las instituciones donde se enseñe a la juventud. Este estudio es especialmente esencial, para los que se están preparando para trabajar como maestros o ministros. En cada estudio, debe ocupar un lugar prominente, la importancia de hablar despacio y claramente, colocando la carga sobre los músculos del abdomen. Esta línea de trabajo debe constituir una especialidad en cada escuela y colegio. Debe enseñarse a los estudiantes a pararse en forma recta, respirar profundamente y dar el énfasis apropiado a las palabras y las oraciones importantes. VEUC 288.1
Medite en estas sugerencias. Présteles la atención debida, porque la preservación de su vida lo demanda. El agente humano, debe hacer todo lo posible para conservar su salud y su fuerza. El ministro del evangelio, debe prestar a los órganos del habla un cuidado especial, dando a la garganta todas las ventajas posibles, para que no se irrite. Debe dedicar tiempo a descansar. Entonces, sus órganos vocales no serán esforzados, hasta el punto de enfermarse sin remedio. VEUC 288.2
Le recomiendo que ejercite discreción. Usted habla con mucha prisa, y su garganta y pulmones se cansan y se irritan. El pastor D era un hombre de gran habilidad. Yo hice todo lo que pude por persuadirlo a que cuidara su salud, pero él no siguió mi consejo. El decía que no podía sentirse libre para hablar, si tenía que observar las reglas, que él sabía que eran esenciales para la salud de su órganos. La fuerza del hábito era tan fuerte en él, que no pudo cambiar. Cuando estaba agonizando, nos mandó a buscar a mi esposo y a mí, para que fuéramos a orar por él. Cuando estábamos con él, dijo: “Hermana White, si yo hubiera seguido los consejos que usted me dio, no estaría ahora muriéndome”.—Carta 367, 1904. VEUC 288.3
El ruido y la prisa no son evidencia de la presencia del Señor—Algunos ministros han caído en el error, de que no pueden tener libertad de hablar, a menos que hablen alto y a prisa. Los tales deben comprender que el hablar alto y apresuradamente, no es evidencia de la presencia del poder de Dios. No es el poder de la voz lo que hace una impresión duradera. Los ministros deben ser estudiantes de la Biblia, y surtirse con razones de su fe y esperanza, y entonces, con un completo control de la voz y los sentimientos, deben presentarlos, de tal manera, que la gente pueda con calma pesarlos y decidirse a base de las evidencias presentadas. Y cuando los ministros sientan la fuerza de los argumentos, que ellos presentan en forma de verdad solemne, y que se puede comprobar, tendrán celo y fervor de acuerdo al conocimiento.—Testimonies for the Church 1:645. VEUC 289.1
La falsa inspiración—Al parecer, algunos piensan que deben correr todo el tiempo, porque si no lo hacen perderán la inspiración, y la gente también perderá la inspiración. Si eso es inspiración, que la pierdan, y cuanto antes mejor.—El Evangelismo, 486. VEUC 290.1
La distracción por extravagancias de orden físico—Hay también ministros fanáticos, quienes, al intentar predicar a Cristo, causan conmoción, gritan, dan saltos y golpean el púlpito, como si estos ejercicios físicos fueran de algún provecho. Esas extravagancias no prestan fuerza a las verdades pronunciadas, sino por el contrario, desagradan a hombres y mujeres de juicio claro y de conceptos elevados. Es el deber de los hombres que se dedican al ministerio, dejar la conducta áspera y ruidosa, por lo menos fuera del púlpito.—El Evangelismo, 464. VEUC 290.2
Los tonos plañideros no son prueba de humildad—Hay otra clase que se dirige a la gente en tonos plañideros. Sus corazones no han sido suavizados por el Espíritu de Dios, y creen que deben impresionar, por una apariencia de humildad. Esa conducta no exalta al ministerio evangélico, sino que lo rebaja y lo degrada. Los ministros deben presentar la verdad en todo el calor de su gloria. Deben hablar de tal manera, que representen correctamente a Cristo, y conserven la dignidad convirtiéndose en sus ministros.—Testimonies for the Church 2:617. VEUC 290.3
Las oraciones inaudibles alegran a Satanás—En los cultos de oración, se necesita pronunciar en forma clara y nítida, especialmente en los testimonios, para que todos puedan escuchar lo que se expresa, y ser beneficiados. En las reuniones en que el pueblo de Dios relata sus experiencias, se eliminan dificultades, y el pueblo recibe ayuda. Pero demasiado a menudo los testimonios se presentan en forma incompleta y confusa, y no se puede captar la idea correcta de lo que se ha dicho. Así, se pierden muchas bendiciones. VEUC 290.4
Los que oran y los que predican, deben pronunciar las palabras adecuadamente y hablar en tonos claros, nítidos y serenos. La oración, debidamente ofrecida, es un poder para el bien. Es uno de los medios que usa el Señor, para comunicar a la gente los preciosos tesoros de la verdad. Pero la oración, no es lo que debe ser, por las voces defectuosas de los que las pronuncian. Satanás se regocija, cuando las oraciones ofrecidas a Dios son casi inaudibles. Que el pueblo de Dios aprenda a hablar y a orar de tal manera, que represente correctamente las grandes verdades que posee. Preséntense los testimonios y las oraciones en forma clara y nítida. De esta manera, Dios será glorificado.—Testimonies for the Church 6:382. VEUC 291.1
La claridad en la lectura pública—Es esencial, que se enseñe a los estudiantes a leer en tono claro y distinto. Nos hemos apenado al asistir a congresos de asociaciones, a reuniones de sociedades de publicaciones, y a diversas asambleas, donde se leían informes en voz casi inaudible, o en forma vacilante, o en tono ahogado. La mitad del interés que se pueda sentir en una reunión tal queda destruido, cuando los que participan en ella hacen su parte en forma indiferente y sin vida. Deben aprender a hablar de tal manera, que puedan edificar a los que escuchan. Prepárese todo aquel que está relacionado con la obra misionera, para hablar en forma clara y atrayente, enunciando perfectamente sus palabras.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 233. VEUC 291.2
El portavoz de Dios—El que acepta la posición de ser portavoz de Dios, debe considerar de suma importancia presentar la verdad, con toda la gracia y la inteligencia que pueda adquirir, mediante la disciplina de la mente, y de tal manera que la verdad no pierda nada, por su presentación. No consideremos que es de poca importancia hablar con una voz confusa y maneras torpes, ajustar la voz a un tono alto y antinatural, y hablar en voz alta y sostenida, abusando así, de los órganos del habla dados por Dios, haciéndose a sí mismo inaceptable para el pueblo.—Manuscrito 67, 1895. VEUC 292.1
La pronunciación deficiente en la presentación de la verdad—La habilidad de hablar en forma sencilla y clara, con tonos plenos y sonoros, es de incalculable valor en cualquier línea de trabajo. Esta calificación, es indispensable en aquellos que desean ser ministros, evangelistas, obreros bíblicos o colportores. Los que están haciendo planes para entrar en alguna de estas profesiones, deben aprender a usar la voz de tal manera, que cuando hablen a la gente de la verdad, hagan una decidida impresión para el bien. La verdad no se debe perjudicar, por ser comunicada mediante una pronunciación deficiente.—Testimonies for the Church 6:380. VEUC 292.2
La manera de hablar de todos los obreros—Todos los obreros, ya sea que hablen desde el púlpito o den estudios bíblicos, deben aprender a hablar en forma clara y expresiva.—El Evangelismo, 483. VEUC 293.1
Santa osadía en la oración—Me apena ver cuán poco se aprecia el don del habla. Al leer la Biblia, al hacer la oración, al dar testimonio en la reunión, ¡cuán necesaria es la pronunciación clara y distinta! ¡Cuánto se pierde en el culto familiar, cuando el que ofrece la oración se postra con el rostro hacia el suelo, y habla en voz baja y débil! Pero tan pronto como terminó el culto de familia, los mismos que antes no podían hablar lo bastante alto como para ser oídos en oración, pueden hablar generalmente en tonos claros y distintos, y no hay dificultad en oír lo que dicen. La oración de balbuceos es apropiada para la cámara particular, pero no edifica en el culto familiar o público; porque a menos que puedan oír lo que se dice, los congregados no pueden decir amén. Casi todos pueden hablar bastante fuerte, para ser oídos en la conversación común. ¿Por qué no habrían de hablar así, cuando se les pide que den testimonio o que oren? VEUC 293.2
Cuando hablamos de las cosas divinas, ¿por qué no hablar en tonos claros, y de una manera que ponga de manifiesto que sabemos de qué hablamos, que no nos avergonzamos de desplegar nuestra bandera? ¿Por qué no oramos, como quienes tienen una conciencia libre de ofensa, y pueden allegarse al trono de gracia con humildad, aunque con santa osadía, alzando manos santas sin ira, ni duda? No nos postremos hasta cubrir nuestros rostros, como si hubiese algo que deseamos ocultar; antes alcemos nuestros ojos hasta el santuario celestial, donde Cristo, nuestro Mediador, está delante del Padre, para ofrecer, como fragante incienso, nuestras oraciones mezcladas con sus propios méritos y su justicia inmaculada.—Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 228, 229. VEUC 293.3